Kurt Hollander: “Una cultura hecha para el turismo es una cultura muerta”

Entrevista

El escritor habla en entrevista sobre 'Desde las entrañas', un libro que reúne ensayos autobiográficos sobre la cultura popular en Ciudad de México y Nueva York.

El escritor y fotógrafo Kurt Hollander. (Foto: Ángel Soto)
Ángel Soto
Ciudad de México /

Kurt Hollander es un perseguidor de la cultura popular. Ensayista, fotógrafo y editor, ha convertido la documentación de la contracultura en su vocación de tiempo completo. Con ese afecto por la producción artística hecha en los márgenes, fundó en 1984 la revista The Portable Lower East Side, que retrataba la multiculturalidad neoyorquina con ensayos, ficciones, fotografías, arte y poesía. Fue un devoto observador de las periferias de su terruño hasta que el desmedido crecimiento de la ciudad lo arrinconó. Optó entonces por el autoexilio.

Hollander (Nueva York, 1968) llegó al desaparecido Distrito Federal en 1989 para instalarse en la colonia Condesa. Por entonces, en este barrio capitalino aún se palpaban las repercusiones del terremoto que cuatro años antes había flagelado el suelo mexicano: había casas abandonadas, negocios escasos y poca gente en los alrededores. Las rentas —recuerda el escritor— eran tan bajas que hoy resultarían bufas.

En México fundó otra revista sobre arte contemporáneo —Poliéster—, filmó una película —Carambola, 2003—, publicó un libro sobre la relación entre la cultura popular, la muerte y la ciudad desde tiempos prehispánicos —Formas de morir en México, Trilce Ediciones, 2015—, se casó, tuvo hijos y se divorció. En el ínterin, siguió escribiendo crónicas y ensayos sobre los usos y costumbres de la calle y sobre la idiosincrasia de quienes habitan la urbe. Sin embargo, 25 años después de su llegada a México, la gentrificación volvió al acecho. Una vez más, la irremediable transformación del entorno fue el móvil de su partida. Se marchó persiguiendo un nuevo proyecto fotográfico y se estableció en Cali, Colombia, ávido de nuevas experiencias.

Hace algunas semanas, Hollander regresó a México para presentar Desde las entrañas (Turner, 2022). El libro, sobre el que conversa en la siguiente entrevista, reúne 22 textos —que él denomina ensayos autobiográficos— sobre sus experiencias como habitante de Nueva York y de la Ciudad de México.

Portada de 'Desde las entrañas'. (Turner)

—Los habitantes de las ciudades solemos desarrollar una relación de amor-odio con ellas. ¿Ha sido esa tu experiencia?

Claro, porque en las ciudades hay ciclos de desarrollo y subdesarrollo. A mí me gusta muchísimo la Europa del Este de los 80: vivir ahí era muy duro, pero había grupos de contracultura muy interesantes. No había nada y por eso la gente tenía que producir su propia cultura. Nueva York en los 70 estaba en bancarrota, era muy violenta y no había turismo. Pero había cultura local. Luego, cuando las cosas van bien para la economía global, llegan turistas, suben las rentas, cambia la ciudad. Ese momento del ciclo no me gusta. Para mí no hay ciudades, sino ciudades en momentos determinados. Hay que saber vivirlos.

—No podemos hablar, entonces, de las ciudades como entes inmutables.

Es ridículo. La gente habla de París como si fuera una sola. París es un centro comercial, pero a las afueras hay mucha vida. Cuando llegué (a México) y le decía a la gente que soy de Nueva York, me decía “wow, qué bonita ciudad, con edificios muy altos”. Una ciudad de edificios altos no es bonita, es una fortaleza del capitalismo que eso no te permite entrar, y tú sólo puedes verla desde afuera.

—¿La gentrificación es el cáncer de las ciudades?

Yo me considero antisistema y anticapitalista, y creo que el capitalismo es el cáncer. Por eso lo importante para mí siempre ha sido promover y documentar la cultura popular, la cultura que viene desde las clases trabajadoras. Pero la cultura popular también son estrategias de supervivencia, porque permite la evolución de los humanos y produce nuevas maneras de pensar. Para mí, la cultura real, viva, es la cultura popular. Una cultura hecha para el turismo es una cultura muerta. Un centro comercial no está vivo, es una fortaleza que protege la economía global y por eso es extractivista. La cultura local, en cambio, es resistencia.

Hollander es también autor de 'Formas de morir en México'. (Foto: Ángel Soto)

—Cuando vivías en Nueva York, ¿qué captó tu atención para empezar a escribir sobre la ciudad?

Había buena música, buen arte. Nueva York, para mí, representaba una mezcla cultural. Me gustaba la cultura de los inmigrantes porque eran los de abajo, los que llegaban y hacían su propia cultura dentro de la ciudad… Aportaban a la evolución de la ciudad. Pero cuando son europeos ricos o turistas gringos quienes llegan, no aportan nada. Dejan algo de dinero, pero solo para un circuito muy reducido de la economía. Los inmigrantes siempre renuevan, tienen que abrir paso con machete o con metralleta porque nadie los deja entrar y siempre los tachan de criminales. En la Ciudad de México, la mitad de los habitantes vienen del campo y pertenecen a otras culturas. Todos los desplazados por la industrialización vienen a la ciudad y la rehacen a su manera. Y los de clase alta los tachan de nacos.

—Parece una lucha interminable entre capitalismo y resistencia de la cultura popular.

La cultura popular resiste, pero está muy golpeada. Los más perjudicados son los de abajo, porque los han desplazado muchísimo. Los viejos como yo no tenemos tanta esperanza en el futuro. Las ciudades cambian y todo lo que uno amaba ya no es lo que era.

—¿Qué le ha dado la escritura a tu relación con las ciudades?

Es imposible entender una ciudad, porque es un millón de veces más compleja que el cerebro humano. Es imposible apreciarla en su totalidad. Pero escribiendo, haciendo investigación, he aprendido mucho. Hay muchas capas y cada lugar tiene historias muy profundas. Cuando llego a un lugar, no sé nada, pero empiezo a excavar encuentro cosas que me encantan. De eso están hechas las ciudades: de profundidad, de historia y de relaciones sociales.

ÁSS

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