La UNAM edita las ‘Memorias’ de León-Portilla

Entrevista

Diego García del Gállego habla sobre las novedades editoriales de la Coordinación de Humanidades de la UNAM, el aniversario de la Bibliotheca Scriptorum y una memorable errata en un libro de Octavio Paz.

Miguel León-Portilla, historiador y antropólogo. (Archivo MILENIO)
Adriana Cortés Koloffon
Ciudad de México /

Artista plástico, editor de larga trayectoria y filósofo, Diego García del Gállego es Coordinador del Programa Editorial de la Coordinación de Humanidades de la UNAM. Actualmente trabaja en la edición de las Memorias de Miguel León-Portilla cuya Visión de los vencidos se publicó recientemente en macrotipo para personas débiles visuales.

¿Cuáles son sus inicios como editor?

Caí al azar. Ya había colaborado en algunas cuestiones editoriales, había hecho algunas portadas para la serie El Volador de Joaquín Mortiz. La edición propiamente dicha fue cuando en 1992 me invitó Ediciones El Equilibrista a abrir una librería pequeña. Finalmente, no se abrió porque nos lo prohibieron por ser una zona habitacional. Se fue reduciendo la planta y terminé siendo yo el único editor de los libros de literatura.

En el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social ¿editó libros académicos?

Allí entré como jefe de publicaciones. Aprendí mucho, tenía a mi cargo correctores, un formador, un diseñador. Algo importantísimo: los comités editoriales. Asistir a los comités, ver las discusiones, cómo se elige a los dictaminadores, a este no porque son amigos o a este no porque son enemigos. Si a mí me preguntan qué recomiendo para una editorial, sobre todo académica, digo: ¿tienes comité editorial?

¿A cuánto asciende la producción editorial de la UNAM?

Antes de la pandemia producía seis libros diarios impresos y digitales, una barbaridad. Pero no hay espacios en las librerías, los metros cuadrados están carísimos para tener tu libro allí en la mesa de novedades. Cuando vuelvo a ver libros de nuestro programa editorial de la colección Bibliotheca Scriptorum o Visión de los vencidos, de León-Portilla o Introducción a la historia de la filosofía, de Xirau, me da muchísimo gusto. El próximo año cumple 80 años la Bibliotheca Scriptorum y me gustaría tirar la casa por la ventana y hacerle grandes festejos.

¿Qué van a publicar para festejarlos?

Vamos a reeditar los Pensamientos de Marco Aurelio que, según el diario El País, se había vuelto uno de los libros más leídos en la pandemia. También el próximo año cumple 80 la Biblioteca del Estudiante Universitario, la colección más antigua que tenemos. Vamos a publicar un libro sobre las discusiones acerca del arte prehispánico desde el siglo XIX hasta ya muy avanzado el XX que está preparando Antonio Saborit.

¿Cuándo se publicarán las Memorias de Miguel León-Portilla?

Quiero sacarlas este año. Me emocionó mucho cuando las herederas de don Miguel dijeron que querían que las publicara la Coordinación de Humanidades. Él siempre fue generosísimo con la UNAM. Cuando se hizo la serie de Cuadernos de Humanidades que se llamaba Coordenadas 20/50, entregó dos artículos para que se escogiera cuál editar, uno tenía que ver con el Lago de Texcoco (incluso me puse a redibujar el lago para que saliera bien la edición) y el otro era un artículo sobre la diosa Tlazoltéotl y Afrodita. Los dos estaban bien, pero eran artículos previamente publicados. Un día me habló y dijo: “tengo uno inédito, se trata de la flor y el canto, una forma de ver la vida muy optimista, tú decides si lo publicas”. Estaba fantástico. Casi casi dije que pararan las prensas para publicar Flor y canto. Fue la primera de las Coordenadas que se imprimió, también se hizo digital.

¿Era un autor exigente en cuanto a sus ediciones?

Yo llegué aquí a la UNAM y había muchas vacas sagradas: León-Portilla, Rubén Bonifaz. Entonces me decían: tienes que hablar con León-Portilla porque vamos a publicar su libro. Al principio era todo muy formal, le decía “doctor León-Portilla” y él, licenciado García, hasta que un día me dijo “te voy a tutear”. Me hablaba y platicábamos muchísimo, me recomendó muchos libros, me llevaba muy bien con él. Me tocó añadir el último agregado a Visión de los vencidos: “Tlaxcaltecáyotl”, catorce o quince páginas extras en náhuatl y en español. Le dije: “Oiga, doctor, cada capítulo empieza con un dibujo de Alberto Beltrán, ¿no habrá sobrado un dibujito?” Respondió: “No, pero yo le mando uno”. Era de un códice y yo lo redibujé para el añadido, aunque abusé de las líneas. Alberto Beltrán tenía el genio de hacer muy pocas líneas. Es un agregado anónimo que tengo en Visión de los vencidos.

¿León-Portilla fue también director de la Nueva Biblioteca Mexicana?

Tuve que hablar con él porque querían cambiar los forros. Los revisó perfectamente con una lupa un buen rato y después dijo: “No me gustan”. No se cambiaron, pero con él hablé de la necesidad de que le pusiéramos texto a las cuartas de forros. Fue un privilegio haberlo tratado como autor y como director de la colección.

¿Erratas en alguno de sus libros?

Algo que me dejó una gran lección fue cuando se prestaron los archivos de Visión de los vencidos a la Biblioteca Nacional de Venezuela para su publicación en 2007. Me habló y me dijo: “Ya salió la de Venezuela”. Estaba enojado porque en la portada le habían puesto una ilustración maya en lugar de nahua. Lo primero que me dijo es que un glifo en la portada por alguna cosa rara se había cerrado y era como una dona, y dijo, “por favor ábranlo” porque es el glifo coltic que quiere decir torcido y es con el que se identificaba a Hernán Cortés. Desde entonces siempre pido que lo abran. Y luego una muy divertida también de Visión de los vencidos… Mira, ¿qué dice aquí? “Hoja de apericamiento (Proceso de Alvarado)” [Visión de los vencidos, p. 153]. Debe decir “Hoja de aperreamiento” como dice en la primera edición de 1959 que compré antes de la pandemia en 250 pesos, uno de mis tesoros. Era una cosa cruelísima, les soltaban los perros. Esa errata del “apericamiento” se filtró muchos años, después se corrigió. La ilustración de la portada no tiene crédito en las distintas ediciones, ya lo puse en la edición del macrotipo que se publicó este año. El dibujo es de Alberto Beltrán y es del Códice Vaticano A o B. La edición del macrotipo con letra de 18 puntos es para gente que tiene problemas de vista y ya hay también una edición en braille.

¿Cuántas ediciones de Visión de los vencidos existen?

En la del 2022 se mencionan trece reimpresiones de la vigesimonovena, pero cada vez que salía le llamaban “nueva edición”. En sentido estricto el libro ha tenido cuatro ediciones. La primera edición no era formato de bolsillo, era uno más cuadrado. En los años 70 sale la de bolsillo; luego está el agregado que le puso el doctor León-Portilla que se llama “Lo que siguió” y la cuarta edición sería cuando le agregó el capítulo “Tlaxcaltecáyotl”. También se hizo una versión en pasta dura para conmemorar los 500 años del Descubrimiento de América. La que hicimos en el 2019 es con pasta dura a dos tintas.

¿También ha editado Introducción a la historia de la filosofía de Ramón Xirau?

Es el segundo libro más vendido después de Visión de los vencidos que lleva cerca de 800 mil ejemplares vendidos en sus sesenta y tantos años. El de Xirau es más voluminoso y ha vendido cerca de 250 mil ejemplares. Lo hemos detenido un poco porque estamos viendo la cuestión testamentaria de Xirau. Todavía vivía Xirau cuando propuse que actualizara la bibliografía porque aún decía que no había traducciones de Kierkegaard al español.

¿Editó alguna obra de Octavio Paz?

Traté con él muy poco. Me tocó formar Archivo Blanco coeditado por Turner, El Equilibrista y El Colegio Nacional. Lo que me pasó fue que al transcribir los originales donde yo leí cabra puse cobra porque sonaba a cosa de la India y Paz dijo: “Me hubiera preguntado, ahí dice cabra”. Luego me tocó hacer Trazos con el que El Equilibrista celebraba sus primeros diez años en 1996. Son traducciones que Paz hizo de Chuang Tzu y ese libro me tocó formarlo, lo diseñó Gonzalo García; me dijo: “Mira, compré una tipografía para este libro”, venía en un diskette del diseñador, era una tipografía un poco latosa porque había que hacer una combinación de teclas para poner la tilde de las “ñ”, no era tan sencillo. Leí el libro y le encontré cinco inconsistencias al texto de Paz y le dije al director de El Equilibrista que había que consultarlo con él. Me dijo: “Escríbele tú una carta”. Así lo hice: “Estimado maestro Octavio Paz, le escribe Diego García del Gállego y encuentro que en la página uno usted habla del ´camino del dragón’, tres páginas después usted habla del ‘camino de los dragones’. ¿Cuál es la buena?”, y así cinco observaciones muy puntuales, dudas. Me imagino que la carta se la mandaron tal cual, impresa. Una tarde me habla una secretaria y me dice: “Le habla el maestro Octavio Paz”. Me empezaron a temblar las piernas, pensé que a lo mejor estaba enojado por la carta. Contesté; le llamaba mucho la atención el acento en mi segundo apellido y me dijo: “Mire yo conozco un historiador del arte, Julián Gállego, ¿lo ha leído?”. Le respondí que, en la Historia del Arte, de Salvat, escribió sobre el Greco y Velázquez. Entonces le expliqué que Gállego es un río afluente del Ebro que está en Aragón y luego ya me dijo: “Recibí su carta, si quiere vamos a ver punto por punto. Tiene usted razón, póngale ‘cueva del dragón’ a los dos”. Luego me dijo: “¿Y la portada cómo la resolvemos? A mí me gustaría poder poner la palabra ‘Trazos’ en chino”. Le dije que íbamos a hablar con un sinólogo de El Colegio de México que ya había publicado algo en El Equilibrista. Me tocó hablar con Octavio Paz tres veces, la última ya se quejaba de la flebitis que tenía. Estuvo pendiente de que saliera el libro. Cuando se publicó Trazos pasan los editores, lo abrimos y de pronto digo: ¡una errata horrible! Donde debía estar “soñé que era mariposa” decía “soné”. La complicación de poner la tilde, ¡se fue sin una! Hice un acuerdo con gente que me ayudó y le pusimos a mano la tilde. Creo que a Paz sí le llegó un ejemplar sin la “ñ”. Se lo dije un día al poeta Aurelio Asiain y me dijo: “Con eso habría hecho una gran composición Mario Lavista: soné que era mariposa”.

AQ

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