‘Lilus Kikus’ de 1954, ramita de una genealogía polaca, pasada por agua

Literatura

Elena Poniatowska celebra su cumpleaños este domingo 19 de mayo, por eso el siguiente texto es un homenaje a su vida y a su obra que comenzó hace siete décadas con el libro de cuentos ‘Lilus Kikus’

La escritora y periodista Elena Poniatowska nació el 19 de mayo de 1932. (Foto: Christian Palma | AP)
Sara Poot Herrera
Ciudad de México /

Si con Jardín de Francia (2008), Elena Poniatowska recogió ecos europeos de su formación y herencias francesas, con su prólogo a la antología Poesía no completa (2008) de Wislawa Szymborska y su artículo “México: país providencial para los polacos” (2013), Polonia ingresó a su obra (lo estuvo siempre, en la savia de su vida) y lo hizo saber explícitamente a sus lectores. En este título de periódico –el género cotidiano y más frecuentado por ella desde 1953 (¡71 años de periodismo!)–, su autora se refiere a la migración polaca, sobre todo a los niños que en 1943 llegaron y vivieron en la hacienda de Santa Rosa, en León, Guanajuato. México les devolvió su niñez y les pronosticó un futuro de libertad. Elena Poniatowska lo sabe, lo dice y, al recalcar la hospitalidad de México, remarca también la contribución de la población migrante polaca a la cultura mexicana. Un vaivén entre los dos países sugiere la “Polonaise brillante”, como dijo de ella Sergio Pitol, y con él, Juan Soriano y Marek Keller. Y también Alejandro Negrín.

En 2016, interesada por Catalina, serie rusa sobre la vida de quien llegaría a ser Catalina II la Grande, Elena invitó a Lukasz Czarnecki a ver con ella la serie. Muy pronto se decepcionó, más que nada por la reconstrucción de los personajes y sobre todo por la manera como está representado Stanislaw August II Poniatowski, rey de Polonia (lo fue de 1764 a 1795): “El rey Poniatowski no es como lo pinta la Rusia de Putin”, hay un “desprecio absoluto por el último rey de Polonia” –escribió Elena Poniatowska (2016).

Ya para esos días, nuestra escritora –leída en las dos orillas y en los cuatro puntos cardinales– había recorrido mucho el camino no sólo en lo que escuchaba de su legado familiar sino con sus innumerables lecturas acerca de la historia de Polonia y la genealogía de los Poniatowski. Tres años después, casi a fines de 2019, Elena Poniatowska publicó la primera parte de El amante polaco, reconocimiento a su Polonia ancestral en línea paterna. Con los avatares de la novela, donde se entrelaza la vida del último rey de Polonia y la vida de la autora más prolífera (entre autores también) de la literatura escrita en lengua española (y no sólo en México), vamos trazando dicha genealogía para ver con mayor claridad la relación familiar entre Estanislao Augusto Poniatowski (1732-1798) y Elena Poniatowska, quien informa: el rey Estanislao no tuvo hijos (al menos no legítimos, según comenta); sí, un hermano mayor llamado Kasimierz Poniatowski (1721-1800), quien tuvo a un hijo al que le puso el nombre de su hermano, Estanislao Poniatowski: “Nuestra familia –dice la autora de El amante polaco– desciende de Estanislao Poniatowski (1754-1833), sobrino del rey”.

Por curiosidad, me asomo a los nobles Poniatowski y reúno información (no menciono el nombre de todos los hijos ni el nombre de las esposas). Veamos. El padre de (este) Stanislav [Estanislao] Poniatowski fue Kazimierz Poniatowski, hermano de Stanislaw II August, último rey de Polonia. Hijo de Stanislaw [Estanislao] Poniatowski (sobrino del rey) fue Giuseppe Michele Saverio Francesco Giovannni Poniatowski (1816-1873; sobrino nieto del rey), quien tuvo a un hijo llamado Stanislaus August Friedrich Joseph Telemach Poniatowski (1835-1906; bisnieto de Kazimierz/Casimiro y sobrino bisnieto del rey). Hijo de Stanislaus August Friedrich Joseph Telemach Poniatowski fue André Louis Leopold Stanislaus August Maria André Poniatowski (1864-1954; tataranieto de Kazimierz y sobrino tataranieto del rey). Casado con Elizabeth Sperry, su hijo fue Jean Joseph Albert Evremond Poniatowski (1907-1978; trastataranieto [¿chozno?] de Kazimierz y sobrino trastataranieto del último rey de Polonia). Casado con María Dolores Paulette Amor Yturbe, sus hijos son Hélène Elizabeth Louise Amélie Poniatowska Amor, Sophie Marie Paule (Kitzia) Poniatowska Amor y Jan Stanislaus Poniatowski Amor (pentanietos [¿bichoznos?] de Kazimierz Poniatowski “pentasobrimos nietos” de Stanislaw II August, último rey de Polonia.

Esto es (por la línea paterna), Elena es hija de Jean Joseph Albert Evremond Poniatowski; nieta de Louis Léopold Charles Marie André Poniatowski; bisnieta de Stanislas August Friedrich Joseph Telemach Poniatowski; tataranieta de Giuseppe Michele Saverio Francesco Giovanni Poniatowski; trastataranieta de Stanislav Poniatowski; pentanieta de Kazimierz Poniatowski y pentasobrinanieta de Stanislaw II August Poniatowski. “Me pierdo entre tanta gente”, diría Borges al preguntársele por qué no escribía una novela.

Intentemos trazar unas ramas de este árbol genealógico, en el que me auxilia en su diseño nuestra estudiante Alexia Chavira:

Árbol genealógico de Elena Poniatowska. (Diseño: Alexia Chavira)

A esa “Nuestra familia” pertenecen Elena y Kitzia Poniatowska (y sus descendientes) y Jan Poniatowski (1947-1968). 1968: tragedia familiar de los Poniatowski —el accidente mortal de Jan— y tragedia nacional —la matanza estudiantil en México.

La orquestación polifónica de La noche de Tlatelolco (1971) es testimonio oral, motivo de homenajes nacionales e internacionales a su autora. Lo anteceden muchos, como premios también. Por ahora, el mayor es el Premio Cervantes 2013; lo recibió en abril de 2014 (hace diez años) y se entrega a quien ha podido “enriquecer de forma notable el patrimonio literario en lengua española”. En la de Elena se desborda esa lengua, que ha pasado por agua —trasatlántica—, se ha hecho mexicana, y es la lengua que aprende y con la que funda su literatura.

En esta literatura ingresa también la genealogía paterna. Así, por ejemplo, leemos en el segundo párrafo de La “Flor de Lis” (1988): “‘La señora duquesa está servida’. La señora duquesa es mi abuela, los demás también son duques, los cuatro hijos: Vladimiro, Estanislao, Miguel, Casimiro, y sus cuatro esposas: la duquesa Alejandra, la duquesa Ana, la duquesa Constanza, la duquesa Luz. Diez duques y sus hijos los duquesitos, y mi hermana y yo las recién llegadas. Duque, duque, duque, duquesa”. Imagino a Mariana —alter ego de la escritora— cuando se quita los guantecitos de niña francesa y “En la Avenida San Juan de Letrán, arriba de Cinelandia —así nos dice— tomo clases de taquimecanografía”.

De esas clases y de su escribir a mano han resultado libros que van de Lilus Kikus (antecedido por entrevistas y notas periodísticas) a dos volúmenes de El amante polaco. A doscientos años del nacimiento del niño Estanislao (1732), nació la niña Elena (1932): él, rey de Polonia; ella, 7ª generación de esta nobleza. En El amante polaco, Elena Poniatowska ficcionaliza la compleja y controversial historia del último rey de Polonia; para hacerlo, se necesita un “universo” de lecturas y un monumental trabajo con el armado de la escritura. Artistas los dos —sobre quien se escribe y quien escribe—; él fue ilustrado en su siglo y ella ha ilustrado la historia de su país de adopción: México. El rey, un coleccionista, mientras que ella —princesa, por noble y nobleza— ha conformado, “a pulso de su escritura”, de sus investigaciones y su extraordinario talento, una extensísima colección de libros.

El rey escribe sus memorias (1798); Elena, la memoria, la historia de México. Las suyas son memoria literal, literaria, metáfora, alegoría de un país, al que llegó de Francia, con pañuelos polacos en el equipaje y con futuros paliacates mexicanos. Informa que la línea Poniatowski le viene de Kazimierz, de Casimiro, quien fue Caballero del Águila Blanca. Elena Poniatowska descubrió el águila mexicana, la rodeó en el zócalo de la capital del país mientras escribía sus volúmenes titulados Todo México. Más herencias: Estanislao (rey) y Casimiro (hermano del rey) son hijos de Estanislao Poniatowski y Constanza Czartoryska; Elena es ramita de esa herencia, inquebrantable en su trabajo, en sus compromisos, y con sus virtudes –“niña de mil libros”–, es (como significa el nombre de Estanislao) “gloria y honor” de México, de sus lectores, de sus cuates y cuatas mexicas, y mixtecas y zapotecas y mayas (y demás). Sus libros han salido de la calle Berlín, de la Colonia del Valle, de Chimalistac, de México, y cruzan otras geografías y otras lenguas. Con El amante polaco llegó a Varsovia: Na zdrowie! Con Lilus Kikus y su plegaria de palabras, a sus primeros lectores de México. ¡Mi casa es tu casa!, “casa de oro, así redonda como la esperanza”.

Las genealogías siempre son cercanas, aun haya años y muchas ramas de por medio; sus frutos, semillas de sus raíces. En cuanto a lo artístico y el amor por la vida, Stanislaw bailaba; Jan Poniatowski y Paula Amor se conocieron en un baile; Elena bailó con Carlos Monsiváis y ha escrito sobre los pasos de Nellie Campobello y de otras bailarinas y bailarines. Y bailó un vals con los estudiantes de la Universidad de California, Santa Bárbara, cuando en el año de 2012 a ella y a Carlos Fuentes –quienes publicaron su primer libro en 1954– se les dedicó el congreso internacional “‘As time goes by’ … Y así nuestros quince años…”, al cumplir estos tres lustres la asociación UC-Mexicanistas, de la que Elena Poniatowska es ilustre integrante. Este año, sendos libros iniciales de Elena Poniatowska y de Carlos Fuentes –Lilus Kikus y Los días enmascarados– cumplen 70 años. El año pasado, Elena Poniatowska recibió el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en el Idioma Español (2023).

Escritora bien nacida, siempre es agradecida y lo ha sido con estos premios, estos homenajes (entre muchos), celebrados los nuestros en California, en Yucatán, en la Ciudad de México. Una habitación en el Hotel Hacienda Uxmal tiene su nombre (decorado con “mil” fotografías), además de un árbol que crece en tierra maya sembrado por ella misma. “Niña de mil hojas”, de miles, como la ceiba legendaria. Qué orgullo para la Feria Internacional de la Lectura Yucatán (FILEY) y para UC-Mexicanistas que el primer Premio Excelencia en las Letras (ya con el nombre de) José Emilio Pacheco haya sido para Elena Poniatowska, en el año 2014. Anunciado en 2013, antes de que se diera a conocer que el Cervantes era para ella (felices coincidencias; de lo contrario, no nos hubiéramos visto muy bien que digamos). En mayo de 2017 la revista Inundación Castálida de la Universidad del Claustro de Sor Juana publicó un número monográfico dedicado a su vida y a su obra. En ese número, y en el festejo que lo antecedió, dijimos “Sor Juana y Elena, famosas en sus tiempos, en los nuestros”. Y lo son.

Al igual que Elena Poniatowska lo fue en 2012 en Islandia cuando, gracias a nuestra querida amiga y colega Viola Miglio, le celebramos sus 80 años con un coloquio y la publicación (al islandés) de Jesúsa. Óskammfeilin, pverúdug og skuldlaus. Aquel septiembre de 2012, cuando en la calle la saludaban y en las librerías se exhibía su obra como escritora del mes, la felicitamos con “Estas son las mañanitas que cantaba el Reikiavik”. Cuánta alegría celebrar siempre a Elena Poniatowska.

La alegría de la autora, presente desde sus primeros escritos. Una de sus manifestaciones aparece en las canciones populares que canta Lilus Kikus, en el primer libro de Elena. O las canciones que se escuchan en “Los salones de baile” de Todo empezó en domingo (1963): “Cachito, cachito, cachito mío / pedazo de cielo que Dios me dio...” O cuando escuchamos en sus hojas “Yo soy, el icuiricui/ Yo soy, el macalacachimba”. La onda popular de Elena Poniatowska no tiene medida y la recorre de ida y vuelta, de lo popular a lo menos popular a lo más popular. Elena es archivo del tiempo: lo pone a funcionar, por ejemplo, en la lengua, el español mexicano: en sus libros, palabras de época. Un modelo de libros con mexicanismos es la obra de Elena Poniatowska.

Con solo seguirle los trazos a sus escritos nos topamos y traspasamos de unas culturas a las otras. Muchos libros de Elena tienen olor y sabor de calle, de pregones, de las “mágicas infusiones de los indios herbolarios” de Sor Juana. De igual manera, recoge esa otra nobleza en La “Flor de Lis” (1988), dedicado a su madre Paula Amor, autora de Nomeolvides (1996) y a quien Elena dedica también Tinísima (1992). Las mujeres —obreras, artistas…—son pilar, apoyo y apoyadas al mismo tiempo en la literatura de Elena Poniatowska. Ejemplar, Hasta no verte Jesús mío (1969). De allí, “pal real”, un “real” trabajado en la ficción y el periodismo.

En esta ocasión —mayo de 2024—, enfocamos sobre todo la línea paterna de Elena Poniatowska; en lo inmediato está su padre: Jean Joseph Albert Evremond Poniatowski, personaje del cuento “Charles de Gaulle en Minería”, del libro De noche vienes (1979). La “i” de los Poniatowski es “a” en las mujeres. Su regia representante, A plus: Elena Poniatowska (lo he dicho antes), una mariposa monarca entre Polonia y México, pasando por Francia. Princesa literaria. Amada y amante de México. Escritora que, “descendiente de catedrales medievales y santos de cantera”, cruza todo México con su literatura, y va más allá de las fronteras y del Atlántico. Su obra es un océano. Si la monarquía del rey de Polonia fue por elección, la ciudadanía de Elena Poniatowska es también por elección: mexicana. Su procedencia, Poniatowski; su destino Poniatowska Amor, amores mexicanos. Es Elena Poniatowska —Hélène Elizabeth Louise Amelie Paula Dolores— una genealogía vertical por herencia y horizontal por elección.

Este año 2024 llegamos a los 70 años de su escritura, abarcadora de todos los géneros (y los que ella ha inventado), una escritura tan fresca como la de su primer libro de doce breves capítulos —Lilus Kikus (1954) — y tan interesante e histórica como los dos volúmenes de El amante polaco (2019 y 2021). Lilus se fue por la tangente y ese año llegó “al centro de la ciudad” de México y también a sus fronteras.

Elena Poniatowska, quien “pasó a rosa mexicana, siendo flor de lis francesa”, cumple años este domingo 19 de mayo. Todo empezó el domingo (1963) y vuelve a empezar (2024). Una de sus familias —UC-Mexicanistas— la saluda y abraza con Amor.

AQ

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