‘Living’ y el juego de los espejos

Cine

Protagonizada por Bill Nighy, 'Living' es la historia de un hombre que en el último momento busca convertir su aburrida vida en algo maravilloso.

Bill Nighy en un fotograma de 'Living'. (Cortesía: Lionsgate)
Fernando Zamora
Ciudad de México /

Intertextualidad es la relación “que un texto establece con otros mediante procedimientos variados”. La intertextualidad en el cine produce el horror y la fascinación de un tópico que, como Don Quijote, se mira en los espejos y descubre cosas que estaban ahí, pero que no había descubierto.

Living (disponible en Prime) es un juego intertextual medio evidente entre Tolstoi, Kurosawa y el guionista de la última versión de esta historia, el Nobel de literatura Kazuo Ishiguro, pero hay en ella otros reflejos que vale la pena ver: la relación entre Tolstoi, por ejemplo, y Franz Kafka.

La película, que ha sido dirigida por Oliver Hermanus, nos introduce desde el principio en un universo que parece salido de un sueño de Magritte. Como fuera del tiempo entramos en la oficina de este hombre gentil que sabemos desde el principio que morirá. Al igual que en La muerte de Iván Ilich, claro. La diferencia estriba en el modo en que el héroe de Tolstoi y los personajes de Kurosawa e Ishiguro afrontan el mismo hecho determinante. Lo hacen, incluso, usando al mismo personaje, este hombre que ofrece la cara más visible de la opresión social: la burocracia. Y sí, todo mundo lo identifica, si hay burocracia, la cosa será kafkiana, pero hay que recordar la caricatura elegante y brutal que produce Tolstoi de Alexei Alexandrovich Karenin, un burócrata sin corazón que, por supuesto, se opone al Conde Vronski de quien se ha enamorado perdidamente Anna Karenina.

La burocracia busca traer el cielo a la tierra, que todo funcione como un reloj. Para Tolstoi, la burocracia es la muerte. Y también para Kafka, pero este último, junto con Kurosawa e Ishiguro han encontrado un remedio que pareciera pesimista, pero que el protagonista de Living abraza esperanzado: ante la muerte que ha vivido el burócrata hay que atreverse a vivir. Este es el sentido del título en inglés: Living: viviendo vivir.

Kafka, como en la obra original de Kurosawa y como en esta grandiosa adaptación, tiene una profunda esperanza en la paz de la muerte. Esto no significa, claro, que la película haya perdido, de la obra original de Tolstoi, el tono, cuando menos melancólico, pero hay algo que es necesario mirar y que podríamos llamar “la esperanza kafkiana”.

En su libro Franz Kafkas Glauben und Lehre, Max Brod dice que los aforismos de su amigo Kafka ofrecen un mensaje muy positivo a la humanidad. La posibilidad de hacer de este un mundo distinto. Así que ahí donde Tolstoi muestra a Iván muriendo de forma brutal, Hermanus se permite dar al moribundo la oportunidad de vivir.

Como se sabe, Tolstoi fue para Kafka algo más que una influencia. El checo meditó al ruso y lo hizo tan suyo que encontró una salida distinta al vació de la existencia de Iván. En una carta a Max Brod, fechada el 8 de noviembre de 1912, Kafka expresa su admiración así: “Estoy leyendo a Tolstoi. Qué grandeza. ¡Así es como debería ser la literatura!”. Este entusiasmo es el que parece haber retomado Kurosawa en la película original: Ikiru (Vivir). Por eso se agradece que Ishiguro y Hermanus hayan mantenido la escena más hermosa de la película del maestro japonés: cuando el burócrata se atreve a columpiarse bajo la nieve. Al pesimismo de Tolstoi se opone, quién lo dijera, esta esperanza kafkiana de que la muerte es un sitio donde no llegarán ni los burócratas, ni los políticos, ni los financieros. Todo será mejor. Podemos tener esperanza y balancearnos como niños despreocupados del tiempo y la productividad, en un parque infantil.

Living

Oliver Hermanus | Reino Unido | 2023

AQ

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