Los archivos de Eduardo Longoni: de la dictadura a la democracia

Entrevista

Alberto del Castillo charla sobre su libro Fotografía y memoria, acerca del fotoperiodista Eduardo Longoni

No es “La mano de Dios”, sino el rostro de la barbarie, las imágenes captadas por el fotógrafo en un periodo que va del régimen dictatorial de Jorge R
Guadalupe Alonso
Ciudad de México /

No es “La mano de Dios”, esa foto icónica de Maradona en el Mundial México 86, lo que trae a cuento la figura de Eduardo Longoni, uno de los fotoperiodistas más reconocidos en Argentina. No es “La mano de Dios”, sino el rostro de la barbarie, las imágenes captadas por el fotógrafo en un periodo que va del régimen dictatorial de Jorge Rafael Videla, en 1976, hasta la Guerra de las Malvinas, la instauración de la democracia y la lucha por los derechos humanos. El libro Fotografía y memoria, conversaciones con Eduardo Longoni, de Alberto Del Castillo (Instituto Mora/ FCE/ Conacyt, 2018), parte del testimonio oral y más de quince horas de conversaciones con el fotoperiodista para integrar el relato de uno de los momentos más trágicos en la historia reciente de Argentina. “Longoni tuvo un papel protagónico en los años de la dictadura, pero también en la transición y los años de democracia”, comenta Del Castillo, quien se instaló en Buenos Aires con la idea de trabajar el tema de la fotografía y la memoria, materia de la que se ha ocupado en sendos libros sobre prensa y fotoperiodismo en el movimiento estudiantil de 1968 en México. “Argentina —dice— es uno de los países de América Latina que ha generado las reflexiones más densas y profundas en torno a la memoria. Esto me permitió regresar al caso mexicano desde una perspectiva más latinoamericana”.

Este ensayo, que destaca la importancia del fotoperiodismo no solo en la construcción de un referente para futuras generaciones, sino como vehículo de denuncia y prueba testimonial en casos de juicios posteriores, también refiere algunos paralelos entre México y Argentina. Más allá de la solidaridad de México con el exilio argentino, nuestro país colaboró en el acopio de un archivo fotográfico durante los años de la dictadura, hoy resguardado en el Centro de la Imagen. Fue también aquí donde se publicó uno de los primeros libros fotográficos sobre los años de la dictadura, Democracia vigilada, con prólogo de Miguel Bonasso y una selección de materiales de Longoni. La relación entre ambos países mantiene lazos a través del tiempo y Alberto del Castillo ha encontrado resonancias de diversa índole en lo que toca a su exploración de la fotografía y la memoria. Entre éstas, la represión a la prensa por parte del régimen dictatorial en Argentina, en paralelo con la que ejerció el gobierno de Díaz Ordaz en el 68 mexicano. Asimismo, las desapariciones forzadas, donde el caso de los 43 de Ayotzinapa impactó en la sociedad argentina, que no cesa en la lucha por esclarecer el paradero de 30 mil personas que reporta el informe Nunca más.

Sobre la represión a la prensa, Del Castillo comenta: “Fue interesante obtener el punto de vista de los fotógrafos y darnos cuenta de que a pesar de las pretensiones homogéneas del régimen de Díaz Ordaz hubo una serie de miradas laterales, oblicuas, de fotógrafos independientes. El caso argentino fue más drástico, un Estado totalitario donde el control es absoluto y en ese contexto es interesante analizar el punto de vista de los fotógrafos en aquellos años, de qué manera actuaron, cómo se organizaron, cuál fue su lógica de trabajo, sus canales de difusión y el papel que jugaron las agencias en un momento tan controlado. Algo que me parece importante para hablar de estos puentes entre México y Argentina es una fotografía de Longoni tomada en 1981. Con un telefoto capta a un grupo de militares que lo están viendo de frente. La fotografía llega a México a través del Consejo Mexicano de Fotografía, circula y se vuelve un referente icónico. Se usó, después, como logo de una exposición por el 40 aniversario del golpe, y en ese año, 2016, se convirtió en un cartel que la gente pegó con brochas en las paredes de Buenos Aires y otras ciudades. Resulta interesante cómo cambia la lectura de una foto de la dictadura en tiempos de democracia. Esta misma fotografía fue utilizada en varios actos de protesta en México por la desaparición de los 43 de Ayotzinapa. El hecho de que esas 43 personas tuvieran estatus de desaparecidos movió los resortes de esta historia reciente de los argentinos y los puso a la vanguardia a nivel internacional en la organización de la protesta. Creo que ahí la foto de Longoni toca esa fibra, y me parece muy significativo que haya sido utilizada en varios de los actos de protesta de Ayotzinapa. La fotografía, con toda la ambigüedad que tiene, con toda su capacidad simbólica, desempeña un papel muy importante en este tipo de reflexiones para América Latina. Y este es el circuito que nos interesa resaltar en el libro. No es solo un recorrido por la fotografía de Eduardo Longoni, sino llevar el discurso hacia los itinerarios que puede jugar una imagen, su circulación, y el papel que representa en la democracia”. 

Gran parte del archivo de Longoni tiene una carga histórica contundente. Ciertos materiales han propiciado diferentes lecturas, hasta convertirse en símbolos, en un referente sobre situaciones de violencia e intolerancia. El diálogo que pueden entablar con otras imágenes ha sido fundamental para construir una cultura de la democracia y los derechos humanos. “Son fotografías que no están ancladas en el pasado, sino que permiten una reflexión desde el presente, desde esta realidad que estamos viviendo, por ejemplo, de intolerancia ante los emigrantes, de procesos violentos y autoritarios, de guerras. La imagen puede pasar por diferentes momentos, y así empieza un itinerario distinto en cuanto a las posibilidades de lectura”.

El fotoperiodismo, refiere Del Castillo en el libro, jugó un papel fundamental en el registro y la visibilidad de actores políticos y sociales en los últimos 40 años, como parte de la conformación de un imaginario y una cultura visual en América Latina. Los fotógrafos convirtieron sus fotografías en vehículos de memoria y, en el caso de Argentina, resultaron un factor que contribuyó a hacer posible la transición democrática.



LAS MÁS VISTAS