Wassily Kandinsky, visionario precursor del arte abstracto del siglo XX, formuló una teoría del color que apuntaba al alma como paradero definitivo. En su manifiesto De lo espiritual en el arte, el artista ruso sugirió que, después de una momentánea respuesta física, los colores producen un “efecto psíquico” al que denominó vibración espiritual.
Con atinada intuición, el pintor que poseía el don de la sinestesia definió con argumentos místicos los prodigios del cromatismo: los colores, como los sonidos, sólo cobran sentido verdadero si apelan a las emociones.
- Te recomendamos Damien Leone, director de ‘Terrifier 2’: “Me gusta romper las convenciones del cine de horror” Laberinto
Los enigmas del color han sido la obsesión de las civilizaciones desde tiempos remotos. Artistas, artesanos, científicos, investigadores y toda clase de creadores han ensayado con sus posibilidades. Esa, precisamente, es la historia que se ha propuesto contar la exposición Color. El conocimiento de lo invisible, instalada en el Universum, Museo de las Ciencias de la UNAM.
Se trata de un recorrido que rastrea el empleo del color desde distintas miradas, aplicaciones y avances vanguardistas que revelan los cruces de la cultura, la ciencia, la psicología, la tecnología y el arte.
El color suele operar con paradójica discreción: se encuentra de modo permanente en el entorno, pero sólo se vuelve evidente cuando algo nos recuerda su ausencia o, por el contrario, remarca su existencia. Con frecuencia, el arte cumple alguna de esas funciones. ¿Puede el color explicar el devenir del arte?
“Cuando nos enseñan Historia, raramente nos hablan de los adelantos científicos o tecnológicos que tuvieron consecuencias en la Historia del arte”, comenta en entrevista con Laberinto Miguel Ángel Delgado, escritor, divulgador científico y —junto a María Santoyo— uno de los curadores de la exposición.
“El Impresionismo, por ejemplo, fue posible porque se inventaron los tubos de pintura. Por primera vez, los pintores podían salir de su taller para ir a la naturaleza, poner su caballete y pintar en cualquier lugar. Si no se hubieran inventado los tubos de pintura, a lo mejor el Impresionismo no habría aparecido, o quizá la Historia del arte habría seguido por otros caminos”.
La exposición está diseñada para que quien la visite se encuentre con este tipo de hallazgos en cada sala. La primera estancia, por ejemplo, alberga artefactos con siglos de historia que revelan las curiosidades de sus creadores: un espectroscopio fabricado hacia 1900 en Alemania o la reproducción de un tratado sobre óptica escrito por Isaac Newton que data de 1704. Otra sala está dedicada a los usos creativos del color en la cultura pop y en la fabricación de artesanías. Otra más explora los usos del color en el desarrollo audiovisual (esta sección incluye el prototipo de cámara que González Camarena utilizó para crear la televisión a colores). Y una última desmenuza las investigaciones de vanguardia en las que el color es la piedra de toque.
Estamos ante una muestra que le apuesta al encadenamiento. “Todo tiene consecuencias y relaciones. Ahora creemos que el mundo está muy interconectado, pero el mundo siempre ha estado interconectado. Por eso buscamos que esa narrativa esté presente en la muestra”, explica el comisario.
El montaje de Color. El conocimiento de lo invisible coincide con el trigésimo aniversario de Universum. Para Miguel Ángel Delgado, el escenario es inmejorable. “Es un museo donde el conocimiento no está metido en una cápsula. Todo está interrelacionado con la realidad y con los desafíos. Me da la sensación de que hemos pertenecido a Universum desde siempre y no lo sabíamos, pero ahora lo hemos descubierto”.
Presentada por la Fundación Telefónica Movistar México, Color. El conocimiento de lo invisible parece el escenario idóneo para experimentar en primera persona las ideas de Kandinsky. Podrá visitarse hasta el 30 de abril de 2023 en la sala de exposiciones temporales de Universum.
ÁSS