Marco Antonio Cruz, un ensayista de la imagen

Entrevista

El historiador Alberto del Castillo Troncoso habla del recién fallecido fotoperiodista, a quien considera un referente en el registro del México de las últimas décadas.

El fotógrafo Marco Antonio Cruz falleció el pasado 2 de abril. (Fotografía: Marco Antonio Cruz)
Guadalupe Alonso Coratella
Ciudad de México /

Todo comienza una mañana de 2013 cuando se encuentran por primera vez Marco Antonio Cruz y Alberto del Castillo Troncoso. Sucedió en Coyoacán, en la calle de Madrid, frente a los Viveros. El fotoperiodista llegó en bicicleta, era su medio para transportarse por las calles de la ciudad. Traía a cuestas una enorme carpeta de imágenes con la intención de hacerle una propuesta de trabajo a Del Castillo, historiador con una sólida trayectoria en la investigación de la imagen. La carpeta contenía un ensayo: “Contra la pared”, sobre las extorsiones policiacas en la década de 1990. Del Castillo, quien conocía el trabajo de Marco Antonio Cruz, revisó el material y le propuso no una presentación de su ensayo, sino trabajar en toda su obra. “Cuando vi el archivo, me di cuenta de que mi propuesta había sido ingenua, no podíamos abarcar la magnitud de esa obra, así que acordamos trabajar en los primeros diez años”. Así se gestó el libro Marco Antonio Cruz: la construcción de una mirada (1976-1986) (Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora).

Para el historiador, “se trata de uno de los fotógrafos más importantes de la historia de la fotografía en México, un referente fundamental de las últimas cuatro décadas. Un joven que venía de la Escuela Popular de Arte, en Puebla, con una impronta muy interesante en el campo de la estética, de la composición. Un fotógrafo que se formó a fuego lento, con toda la adrenalina del fotoperiodista, en las páginas de la prensa, con cierta manera de ver las cosas, la búsqueda de un equilibrio noticioso, documental, estético. En ese trabajo cotidiano se afina su mirada. Poco a poco transita hacia el espacio del reportaje y del foto-ensayo, con resultados impactantes. Entre estos, su Ensayo sobre la ceguera, un proyecto de quince años que presenta a los ciegos en todas las condiciones posibles; o Cafetaleros, una crónica conmovedora de la vida de migrantes guatemaltecos y mexicanos que trabajan en condiciones infrahumanas en Chiapas. También es uno de los grandes cronistas visuales de la transición democrática mexicana del último cuarto del siglo pasado. Hace visible, frente a la opinión pública, la protesta social, la nueva cultura en torno a los derechos humanos que surge alrededor de Rosario Ibarra de Piedra y el Frente Nacional Contra la Corrupción. Todo esto pavimenta el camino de la transición democrática hasta la alternancia en el año 2000”.

Ruinas del edificio Nuevo León de la Unidad Habitacional Tlatelolco, tras el terremoto de 1985. (Fotografía: Marco Antonio Cruz)

El 68 fue un parteaguas: modifica las reglas entre prensa y poder, entre editores y fotógrafos. En las décadas anteriores, con el PRI en su máxima concentración de poder, hay una prensa alineada que trabaja a contrapelo para ubicar algunas de sus imágenes y hacer esa gran crítica del sistema. “Marco se enfrenta a un poder similar”, dice Del Castillo.

“El PRI de Miguel de la Madrid y de Salinas de Gortari, pero después del 68, con la reforma política, el avance de la izquierda y la transformación de muchos espacios y medios, existe la convicción de que el sistema está herido de muerte y que es inminente el tránsito hacia otra cosa. Claramente se abren caminos a la libertad de expresión. De esa época, hay grandes trabajos de Marco. Por ejemplo, la crónica del terremoto de 1985, donde logra lo que será el ícono de íconos, la fotografía del Edificio Nuevo León despanzurrado. Hay otros ensayos interesantes como la protesta de las prostitutas de la colonia Cuauhtémoc en contra de las extorsiones policiacas. Ahí vemos una voluntad más allá de la simple nota, son fotografías que rozan el ensayo fotográfico desde una mirada particular. También están las grandes batallas ideológicas, el feminismo que ya tiene un peso importante, sus propuestas para despenalizar el aborto, la maternidad voluntaria, la virulenta respuesta de la derecha. Todo esto lo cubre de manera magistral”.

Miguel de la Madrid Hurtado, presidente de 1982 a 1988.

(Fotografía: Marco Antonio Cruz)

El trabajo de Marco Antonio Cruz apunta hacia la búsqueda de creación. Estamos frente a un fotoperiodista con diversos registros: el reportero gráfico, el caricaturista, el documentalista. Desde ahí construye un universo personal que marca su fotografía. “Había una potencia visual, una pulsión artística evidente y temprana”, refiere Del Castillo. “Su trayectoria es peculiar porque integra elementos que no son frecuentes en el gremio del fotoperiodismo. Trata de hacer camino como artista, tiene una vocación para el dibujo extraordinaria, para el grabado, la escultura; ya viene con ciertos conocimientos de composición. En la Ciudad de México entra en contacto con Héctor García, lo que será fundamental. Luego está su ingreso a la prensa comunista. Ahí tiene contacto con un grupo de intelectuales como José Woldenberg y Gerardo Unzueta. Marco empieza a incorporar esa agenda de transformación, la del comunismo de la época, para registrar el México convulso de aquellos años. Es un extraordinario caricaturista. Se forma en un momento excelso de la caricatura política mexicana, comparte páginas y cafés con Rogelio Naranjo, Helio Flores, Eduardo del Río. Ahí se da un fenómeno importante: el diálogo del caricaturista con el fotógrafo. Uno influye en la mirada del otro, y el resultado es la capacidad de síntesis, la ironía para referirse a la clase política. Su aprendizaje profesional y político se decanta hacia lo que realmente le interesa: el registro crítico de la realidad, aportar a la transformación del país, evidenciar la pobreza —algo que le ofendía profundamente— y contribuir a fomentar la crítica, a sensibilizar. Cuando se refiere a los desaparecidos, un tema candente en las décadas de 1970 y 1980, lo hace desde ángulos no convencionales. Enfrenta retos con miradas audaces, a través de acercamientos sorprendentes, manejando cierto tipo de reflejo. Le gusta mucho esa mirada oblicua sobre la realidad”.

Grafiti del Frente por la Liberación y los Derechos de la Mujer, fundado en 1979. (Fotografía: Marco Antonio Cruz)

El libro se integra con la historia oral, la búsqueda de procesos de trabajo a través del archivo y la fotografía publicada. “La vía que elegí para trabajar”, dice Del Castillo, “es la recuperación de los contextos. A qué contexto pertenece una fotografía, que busca, con qué momento político interactúa y, a partir de ahí, ver cómo circula. En muchos casos se va reposicionando, resignificando a partir de otros públicos, de otras coordenadas y otras circunstancias”.

Marco Antonio Cruz pudo ver el libro ya editado antes de que la muerte lo sorprendiera el pasado 2 de abril recorriendo, en su bicicleta, las calles de la ciudad. “Ahora empieza una nueva etapa”, afirma Del Castillo, “vamos a ver, en los próximos años, el crecimiento exponencial de una figura clave para la fotografía y el papel que ha jugado en la historia reciente de México”.

AQ

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