Cărtărescu y la llama brillante de la poesía

Literatura

El Premio FIL de Lenguas Romances 2022 traza un camino desde Catulo y el Viejo Testamento hasta las vanguardias europeas y estadunidenses.

Mircea Cărtărescu, consagrado novelista y poeta rumano. (Foto: Ariana Pérez | MILENIO)
Ciudad de México /

Cuando en junio de 2017 el entonces embajador de Rumania en México Ion Vîlcu y su agregado cultural Ionuț Vâlcu presentaron en la Cineteca Nacional la primera Semana de Cine Rumano, aproveché para preguntarles quiénes eran los poetas rumanos, vivos y en activo, esenciales.

Ambos, sin dudar, respondieron: Mircea Cărtărescu y Ana Blandiana. Incluso, Vîlcu, quien ya había sido secretario de su embajada en México en 1999 y venía de encabezar su legación en España e impulsar el Instituto Cultural Rumano en Madrid, adelantó que buscaba traer a ambos poetas a la Feria del Libro de Guadalajara. Cumplió. Apenas un año antes, otro rumano, Norman Manea, había sido acreedor al Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, que ahora este 2022 Cărtărescu viene a recibir a la capital de Jalisco, aunque consagrado más por su obra en prosa, celebrada en el mundo.

Impedimenta, la editorial madrileña que ha traducido y difundido la obra narrativa del rumano, reparó la omisión que había sobre la poesía de Cărtărescu, quien se inició como escritor en los años 80 con poemarios con los que destaca en la tradición lírica vasta de su país, que ha tenido como representantes a Lucian Blaga, Tudor Arghezi, Marin Sorescu, Dumitru Popescu, George Bacovia o Mihai Eminescu.

De cierta manera, a Cărtărescu le ocurrió lo mismo que al chileno Roberto Bolaño, que se inició en la poesía, incluso encabezando un movimiento literario, los infrarrealistas, pero su poesía se relegó hasta después de su muerte que se le ha vuelto a publicar, porque los reflectores se enfocaron a su narrativa.

Mircea Cărtărescu, Poesía esencial (Madrid, 2021) reúne en poco más de 500 páginas una selección que hizo el mismo autor de cinco libros de poemas, con la que abarca treinta años de creación —de 1980 a 2010—, en traducción, edición bilingüe y excelente prólogo de Marian Ochoa de Eribe y Eta Hrubaru.

Textos de Faros, escaparates, fotografías (1980), Poemas de amor (1983), Todo (1985), Amor (1994) y Nada (2010) vienen incluidos en el volumen como una muestra nunca exhaustiva en una antología, una probada solo de la gran lírica del autor de El Levante, Nostalgia, Lulu, la trilogía Cegador o Solenoide, obras narrativas por las cuales desde hace un lustro se menciona a Cărtărescu para el Nobel, premio que se ha negado a los imprescindibles intelectuales rumanos y que han escrito en esa lengua romance, aunque algunos trascendieron en alemán, como Paul Celan, o francés, como Tristan Tzara o Emil Cioran, sin hablar del desdén a otros como el filósofo e historiador de las religiones Mircea Eliade.

Hace casi una década, Vaso Roto, editorial regiomontana creada por Jeannette L. Clariond, había lanzado en la capital española Miniaturas de tiempos venideros. Poesía rumana contemporánea (2013), en edición también bilingüe de Catalina Iliescu Gheorghiu, con otro espléndido prólogo del crítico literario Petru Poantă (quien falleció meses después de la aparición del libro) y con apoyo del Instituto Cultural Rumano en la época en que Ion Vîlcu encabezaba la embajada en Madrid. Y quizás sea esta la primera antología con poemas que se traducen al español de Cărtărescu, de quien se incluyen 11 junto a los de Blandiana, Ileana MălăncioiuIon Pop, Adrian Popescu, Denisa Comănescu, Marta Petreu o Stoian G. Bogdan, entre la veintena de poetas elegidos de varias generaciones desde 1964. (Vaso Roto también publicó Sombras, incendios y desvanes. Diecisiete poetas rumanas, 1961-1980).

Poantă describe ahí el rompimiento que representó en la poesía rumana el grupo encabezado por Cărtărescu dentro del Cenaclul de luni (Cenáculo los lunes), una generación que fue conocida como los Blue Jeans (vaqueros u ochenteros), entre quienes había varias poetas, entre ellas Comănescu o Petreu.

“El desprendimiento programático del paradigma modernista se produce empezando allá por 1980 cuando, en los albores de su afianzamiento, el movimiento posmodernista destaca primero en el marco del Cenaclul de luni, célebre en la época y adscrito a la Universidad de Bucarest. Aparecen en esta etapa, con publicaciones propias, escritores como: Cărtărescu (…). Frente a las generaciones de los sesenta o setenta, la generación de los vaqueros u ochentistas posee consistentes aptitudes teóricas y se impone mediante una agresiva conciencia de grupo. Aunque practican lenguajes sensiblemente distintos, sus representantes toman conciencia desde el principio de una serie de elementos comunes a través de los cuales se articula la nueva poética antimodernista. Esta poética se desdice de las convenciones propias del discurso poetizante y no figurativo y, al mismo tiempo, también del horizonte metafísico de la vieja poesía. Desde la perspectiva del teórico Gheorghe Crăciun, se trata del salto desde una poesía reflexiva a una poesía transitiva en la que las invariantes identificadoras son la ausencia de la afectividad discursiva, la discursividad (con su variante de oralidad), el elemento libresco exhibido, lo lúdico, la ironía, lo prosaico, la intertextualidad. Dada la prelación que esta corriente concede a la producción del texto, bajo un posible influjo, quizás, de la agrupación Tel Quel (de los franceses Philippe Sollers, Jean-Edem Hallier, Jean Thibaudeau, entre otros), el crítico Marin Mincu, uno de sus más acérrimos partidarios, denomina a esta generación, ‘textualista’. Especialmente significativa continuaría siendo para sus protagonistas la conexión con lo real y la relación singular que con ello se forja. Para estos poetas el sentimiento de la escritura, según constata Mincu, es igual de poderoso que el de la existencia. Dicho de otra manera, el texto es vida y la vida es texto”, dice Poantă.

En el prólogo de Mircea Cărtărescu, Poesía esencial, antología que originalmente publicó la editorial rumana Humanitas (Poezíe, 2015), Ochoa de Eribe y Eta Hrubaru destacan ese nuevo paradigma que representó la generación del autor de El ruletista, que para sus paisanos fue un enfant terrible que agitaba la modernidad rumana en medio de la dictadura comunista y sacudía a lectores y escritores por igual. “Un viento nuevo soplaba en las aulas universitarias, un viento de cambio, un cambio de ética en relación con la creación artística. Se estaba configurando una intervención teórica que no tenía aún nombre, pero la palabra fundamental era ‘libertad’, la liberación de la generación anterior”, escriben.

Destacan, por supuesto, la influencia abrumadora en Cărtărescu y su generación de la poesía estadunidense y, en particular, de los beat: Allen Ginsberg, Jack Kerouac, Lawrence Ferlinguetti, Gregory Corso o Frank O'Hara. “En los poemas de Cărtărescu los beatnicks están en todas partes, nombrados o citados, o bien nos los encontramos guiñándonos un ojo”, advierten los prologuistas, que subrayan con palabras del poeta la obsesión que sentía en especial por el célebre arranque de Aullido: “He visto las mejores mentes de mi generación...” “(me obsesionaba) porque también mi generación se ponía en marcha poco a poco; lo leí en la antología Beat Generation y empecé a traducirlo y su ritmo especial y su imaginería alucinante influyeron directamente en algunos de mis poemas”.

“Resulta evidente para nosotros que Mircea Cărtărescu pertenece a esa época, que su poesía no puede ser pensada fuera de su tiempo, fuera de la explosión cultural de la Generación Beat y del posmodernismo americano. Leyó a todos los poetas norteamericanos y los tradujo sin intención editorial alguna, únicamente por el gozo de estar con ellos. Cărtărescu declararía que el agitado 68 en Rumania fue, sin duda, el año 1980, no 1989. La revolución poética se produjo antes que la social. La década de los ochenta cerró una época y abrió otra”, señalan en alusión a la caída del Muro de Berlín y el fin del bloque soviético en Europa y, en especial, de la dictadura de Nicolae Ceaușescu en Rumania.

Pero no solo de los beatnicks recibió Cărtărescu el influjo, como en “Clementina, te he dado todo mi amor”, incluido en Poemas de amor (1983), y en general en toda su poesía amorosa dentro de la antología editada por Impedimenta, puede notarse su lectura de Guillaume Apollinaire —contemporáneo de otro grandísimo poeta rumano, Tristan Tzara, y, como él, inmigrante en París—, y de Poèmes à Lou.

Si algo destaca en los versos de Cărtărescu es la osadía en el lenguaje y el humor. Lo mismo en obras como La caída (en Faros, escaparates, fotografías, 1980), su primer gran poema con el que sorprendió al mundo cultural rumano, que con sus divertidas construcciones de sus poemas amorosos y filosóficos.

La caída, que por supuesto remite lo mismo a la Biblia, John Milton, Arthur Rimbaud, la alquimia y mucho más, fue reconocido por su autor, según los prologuistas de su antología, como su “primer texto profesional”, “con verdadera conciencia de sí mismo, escrito con una gran sinopsis por delante”.

La poesía de Cărtărescu traza un camino así desde Catulo y el Viejo Testamento hasta las vanguardias europeas y estadunidenses, pero también muestra afinidad y correspondencias, por su irreverencia y humor, con poetas latinoamericanos como los chilenos Nicanor Parra y Gonzalo Rojas, el argentino Oliverio Girondo, el colombiano Juan Manuel Roca o los mexicanos Eduardo Lizalde y Efraín Huerta.

Muchas antologías de la poesía rumana se han publicado en español o bilingües desde que Cărtărescu nació en Bucarest en 1956, como la de Editura Minerva de 1977 a cargo del hispanista Darie Novăceanu (fallecido hace un lustro), que se ha venido reeditando desde que apareció por primera vez en la capital rumana y que incluía ya cuatro poemas de Blandiana (1942), entonces de 35 años, cuya obra poética ha sido ampliamente difundida en español en ediciones como la de Galaxia de Gutemberg Un arcángel manchado de hollín, o la de Visor, Primera persona del plural-El talón vulnerable.

Pero las antologías, hasta la de Vaso Roto, habían ignorado la obra poética de Cărtărescu. De ahí la importancia también de que Impedimenta ahora abunde con una edición seleccionada por el poeta, que incluso él mismo ha confesado haber relegado esa luminosa primera etapa de su vida literaria.

“Cuando me preguntan cuál de mis libros considero más importante siento, oscuramente, que estoy cometiendo una injusticia. Siempre dejo a un lado, olvidado en un área sombría de la mente, un gran libro mío, que he estado tratando de olvidar durante un cuarto de siglo, como un amor viejo y aún sin curar. Es el corpus de mis poemas, escritos en mi juventud, en un esfuerzo continuo, alucinatorio y agotador, que duró doce años. Fue la época en la que viví mi vida sin descanso, solo en poesía. Cuando miro hacia atrás, veo de inmediato esa llama brillante”, dice el premio FIL de Lenguas Romances 2022.

AQ

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.