A los 72 años y sin dejar la actuación, Ofelia Medina debutó como cineasta, primero con el corto Se construyen sueños (2019) y ahora con el documental La llevada y la traída (2021) sobre las danzas y peregrinación en torno a la virgen de Zapopan, a la que le pide como “milagro” frenar el Tren Maya, un proyecto que a su juicio no tiene ni pies ni cabeza y convertirá a mexicanos en esclavos de turistas.
En entrevista, la novel cineasta y siempre activista por los derechos humanos, habla del avance de las mujeres en la cinematografía nacional que, a su juicio, empieza a tener una visión más completa al incorporar el enfoque femenino; pero, también habla de la tragedia de los feminicidios en México.
- Te recomendamos Mapa de un verano literario Laberinto
Medina (Mérida, 1950) presentó su ópera prima de largometraje en Cineteca Nacional el pasado 6 de mayo en compañía de su colega Patricia Reyes Espíndola y del periodista Hermann Bellinghausen, un trabajo para el que la recomendó el tapatío Guillermo del Toro ante el ayuntamiento de Zapopan y que, encabezado por ella, reúne a un equipo principalmente de mujeres con Claudia de Berardinis en la edición y posproducción, Begoña Lecumberri en la investigación histórica, Montserrath Revah y EduardoVC en la música, Emiliano León en la fotografía y la joven Farith Reyes como protagonista.
La Romería de la Virgen de Zapopan es una de las tradiciones religiosas y populares representativas de Jalisco, al grado que fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2018, se realiza cada 12 de octubre y congrega cada año a más 2 millones de personas y danzantes.
—Cuando vio la magnitud del proyecto ¿se asustó o tuvo más valor para hacerlo?
Aunque ya me habían dicho que iban a participar dos millones de personas, cuando las vi (yo estaba subida en el campanario de la basílica de Zapopan), mi corazón hacía que mi cuerpo se moviera de la emoción; sobre todo, por el orden y la verdadera devoción y concentración con la que dos millones de personas pasan en dos días frente a la imagen de la virgen. La organización de esa tradición ha sido mejor que la de cualquiera de las producciones de cine en las que yo haya participado jamás.
—¿Qué cree que une a toda esa gente?
La fuerza del mestizaje, de tener raíces indígenas en una sociedad ya urbana, y que no quiere perder su origen y que se organiza. Dos millones de personas organizadas, los partidos políticos no lo logran.
—Bellinghausen criticaba en la premiere que en la romería hubiera gente blanca que desprecia a los indígenas y que solo los conocen como servidumbre, pero que se disfrazan de indígenas.
Bueno, todos tenemos raíces indígenas, ya no hablamos las lenguas, pero todos tenemos una india adentro.
—Hay ahora una reivindicación del mestizaje y más aun de lo indígena, en movimientos contra la discriminación como el de los actores Tenoch Huerta y Maya Zapata, ¿qué opina de ello?
Yo veo el verdadero movimiento en el cine de Ángeles Cruz, en Nudo mixteco, por ejemplo, en todas estas películas que se hacen en las comunidades indígenas. No en las posturas, eso no lo entiendo. Las cosas se hacen en la creación.
—Desde mucho antes de la pandemia ya había un gran boom de mujeres cineastas que están haciendo películas de ficción y documentales de gran calidad, desde la misma Ángeles Cruz hasta Tatiana Huezo, Kenia Márquez o Fernanda Valadez. ¿Cómo se inserta usted en ese boom?
Y seguimos. Pues soy mucho mayor que ellas en edad, pero tengo mucho menos tiempo dirigiendo. Siento que ahí vamos en el mismo camino. El cine mexicano está aportando otra mirada, otro ángulo del que se había visto hasta hoy día. Ahora nuestro cine está empezando a completarse con la visión femenina.
—¿Cómo vivió eso cuando empezó como actriz?
Y sigo siendo actriz. Cuando yo empecé, directoras había muy pocas; productoras, solo Bertha Navarro; y fotógrafas, no había ninguna. Editoras, Gloria Schoemann. Se contaban con los dedos. Y, en cambio, hoy, en cualquier producción hay fotógrafas, directoras de arte, directoras, sonidistas, en todos los ámbitos del cine, finalmente estábamos incompletos.
—Usted conoce muy bien el ámbito de los concheros, de los danzantes. En su documental ¿entonces qué fue lo que más le sorprendió?
Me enorgullezco de pertenecer a un grupo de conchería de hace muchos años, pero no conocía la danza alrededor de la virgen de Zapopan y para mí fue un descubrimiento maravilloso, todo este ciclo ritual lo desconocía y doy gracias a la vida que lo pude vivir y vivir desde adentro.
—Sin duda a usted la recordaremos siempre como Frida, por su interpretación en la película de Paul Leduc. ¿Qué piensa ahora de todas estas versiones de Kahlo y la utilización de su imagen?
Cada quien su Frida. Así se llama mi espectáculo. Todos vemos a una Frida diferente de acuerdo a lo que somos, es un personaje magnánimo del que cada quien puede tomar lo que pueda.
—En La llevada y la traída ¿cómo lidió con la religión en Jalisco, un estado muy católico?
Esto es un sincretismo, el ciclo ritual de la virgen es más que un acto religioso, es una tradición popular en la que hay muchas cosas además del catolicismo.
—Su comadre Patricia Reyes Espíndola sorprendió a todos en Cineteca al preguntarle si creía en los milagros. ¿A poco ella no sabía eso, ella que la conoce tan bien?
Creo que quería que yo lo dijera.
—¿Que se asumiera usted como religiosa?
El creer en los milagros no es ser religioso. Los milagros son los milagros y suceden por encima de cualquier religión.
—¿Y se le han cumplido los milagros que ha pedido?
Espero que se me cumpla el bueno y con eso tengo.
—¿Cuál es?
Que paren el Tren Maya.
—Pero usted ha sido activista. Así que estará de acuerdo en que lo único que para ese tipo de proyectos es el activismo de la ciudadanía.
Y la virgen de Zapopan.
—Su documental se desarrolla en Jalisco y participan muchas mujeres en su equipo. Jalisco –como Nuevo León y estado de México– encabeza estadísticas de feminicidios, desapariciones de mujeres y violencia de género. Como activista de derechos humanos ¿qué cree que esté pasando en México con semejante violencia? ¿Por qué esta sociedad se ha ensañado con las mujeres?
No lo sé. No lo entiendo. Es dolorosísimo. Es un sufrimiento muy grande, porque los que cometen esos crímenes son gente que sufre mucho también; o sea, llegar a matar a quien amas es un reflejo de una situación muy angustiosa que vivimos en este país, es un reflejo de una sociedad que es muy inmadura y que no hemos aprendido a ser activos políticamente y dejar de estar esperando que nos resuelvan la vida; somos infantiles, reaccionamos infantilmente. Pero, en todo hay dolor, son un gran dolor los crímenes contra las mujeres, pero también que haya hombres que los cometen.
—Me resulta increíble que se congreguen dos millones de personas para celebrar a la virgen de Zapopan pero no para exigir a autoridades justicia y erradicar los crímenes contra las mujeres.
No es solo exigir que pare esto. Hay que dejar de pensar que la solución viene de arriba. Nuestra conducta cotidiana es la que tenemos que cuestionar, hablar entre nosotros, en la familia, y decir al papá: “No nos hables así, no me maltrates de esta manera, no trates a mi mamá así; ¿qué te pasa, pobrecito, qué te duele, qué tienes?” Hace falta mucho diálogo familiar, hablar entre nosotros, dialogar. Estamos esperando que se nos resuelva la vida, no maduramos para tomar una posición de adultos y ser parte activa del cambio, y no esperar que venga de arriba.
—¿Por qué está en contra del Tren Maya? No quiero dejar por sentada su respuesta.
Ay, bueno, por favor. Hay muchos documentos. ¿Por qué? Porque el Tren Maya no tiene pies ni cabeza, porque está hecho así como si esto nos fuera a sacar de qué. Porque no tiene pies ni cabeza, no corresponde a las prioridades nacionales, no resuelve ningún problema y puede ser la destrucción de nuestros recursos naturales, en particular del agua de la península de Yucatán, que es un recurso que si se termina, ahora sí que de dónde sacamos agua. Además, (el gobierno) dice que serán cien mil empleos que se crearán con el Tren Maya, pero esos empleos se deberían hacer para reconstruir el país.
Ellos dicen: ‘Si ya está la selva destruida, pues que la sigan destruyendo’. Pero, por dios, ¿qué pensamiento es ese? Vamos a reconstruir, esos cien mil trabajos pueden servir para la reconstrucción y para que México sea para las comunidades. ¿Por qué estamos haciendo un tren para el turismo? ¿Para el saqueo? ¿Para que los mexicanos seamos empleados de los hoteles? ¿Quién está construyendo el tren Maya? China, España, Portugal, el Ejército y Carlos Slim. ¿Dónde está el pueblo? ¿Que vamos a tener empleos? Pero empleos de salario mínimo. ¿Es eso nuestra solución? ¿Darle nuestra agua a un turista que se baña todo el día en el jacuzzi, mientras yo, que soy la recamarera del hotel, no tengo agua para tomar? ¿Que vivo en una mazmorra para venir a ser esclava de un turismo? Por favor, recapacitemos.
AQ