Olga Tokarczuk: errar por la historia y el cuerpo

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La nueva novela de la ganadora del Nobel de Literatura, Los errantes, está por llegar al público hispano y es, sin duda, un rumbo para acercarse a su obra entera.

Olga Tokarczuc, ganadora del Nobel de Literatura que debió entregarse en 2018. (Foto: Thilo Schmuelgen)
Carlos Rubio Rosell
Ciudad de México /

La polaca Olga Tokarczuk, galardonada con el Premio Nobel 2018 otorgado esta semana, ha creado un estilo y un conjunto de obras en las que conviven el viaje, la historia, la fantasía y la búsqueda de los lugares más recónditos del alma humana.

Considerada como la mejor escritora de su generación, Tokarczuk (Sulechów, 1962) es autora de una decena de novelas y libros de relatos, que han sido traducidos a una treintena de idiomas y merecido premios y reconocimientos internacionales, como el Brueckepreis o el Nike, el más prestigioso de los que se conceden en su país.

El fundador de Editorial Anagrama, Jorge Herralde, dijo a Laberinto que en breve publicará la novela Los errantes, con la que Tokarczuk obtuvo el año pasado el Man Booker International Award, y es, aseguró, su obra magna. “En quince días estará en librerías españolas y un poco más tarde en las mexicanas”.

“Éste es un libro”, dice el editor, “inquieto e inquietante, hecho de historias incompletas y cuentos oníricos subsumidos en un libérrimo cuaderno de viaje a base de excursos, apuntes, narraciones y recuerdos que muchas veces tienen como tema el viaje mismo: el relato de Kunicki, que tendrá que enfrentarse a la desaparición de su esposa y su hijo, y a su reaparición enloquecedoramente enigmática. O el de Annushka, obsesionada por comprender los incomprensibles juramentos que profiere una pedigüeña. Y también el relato real de cómo el corazón de Chopin llegó a Polonia escondido en las enaguas de su hermana; o el del anatomista Philip Verheyen, que escribía cartas a su pierna amputada y disecada”.

La traductora de esta obra al español, Agata Orzeszek Sujak, declaró a Laberinto que la prosa de Tokarczuk “es muy particular y trascendental; es una prosa madura. Tokarczuk es fácilmente reconocible para quien haya leído dos o tres libros suyos. Es una escritora muy popular en Polonia y lo ha sido desde que su libro Un lugar llamado Antaño tuvo un gran recibimiento de la crítica y el público, sobre todo el público joven. Su prosa es también muy psicológica, pues es psicóloga de formación y eso se nota”.

Orzeszek afirma que el conjunto de la obra hasta ahora escrita por Tokarczuk “es más bien una indagación continua, y no refleja una evolución hacia la madurez, ya que cada uno de sus libros es muy logrado. Es una escritora que se mueve muy bien tanto en el cuento como en la novela. Una de sus últimas novelas tiene mil páginas, y en ella la búsqueda sigue siendo la misma: el alma humana, el interior del ser humano con sus luces y sombras. También es una autora que, aunque a veces hace gala de mala leche, es principalmente optimista, ya que muestra al ser humano y su vinculación con la tierra. Lo que ocurre es que en Los errantes ha ido un poco más allá y viaja al interior del cuerpo humano, pero en ningún momento desde una perspectiva de género, aunque se nota que la narradora es una mujer”.

Sobre las preocupaciones que refleja la obra de Tokarczuc, su traductora al castellano indicó que “hay un sesgo ecológico y de refilón toca temas candentes del siglo XXI como la eutanasia. Pero en Los errantes no se trata de un solo tema; sencillamente es un recorrido por la gente en movimiento, ya que para ella movimiento es vida y detenerse es morir. En ese sentido, el viaje es otro de sus grandes asuntos, aunque no haya hecho lo que formalmente se llama novela de viajes. Pero el viaje es uno de los leit motiv de su obra; el viaje incluso en el tiempo, pues va del siglo XVII al XXI en una peregrinación en busca del peregrino; es decir, Olga Tokarczuc va detrás de la gente que peregrina de un lado para otro. Y más viajará el lector cuando se publique en español su novelón titulado Los libros de Jacobo, una obra que es una peregrinación a través de la historia de Polonia”.

En esa perspectiva se sitúa Sobre los huesos de los muertos, novela publicada en nuestro idioma en 2016 y llevada a la gran pantalla en 2017 por la realizadora Agnieszka Holland, la cual refleja también algunas de las virtudes de la prosa de su autora, al crear una especie de thriller metafísico en el que despliega todas las contradicciones del alma humana para contar la historia de Janina Duszejko, una ingeniera de caminos retirada que enseña inglés en la escuela rural de Kotlina Kłodzka, región montañosa del suroeste de Polonia cuya rutina se ve sacudida por una serie de asesinatos que tienen como víctimas a varios cazadores furtivos. En ese contexto, Janina, apasionada de la astrología, defensora a ultranza de los animales y obsesionada por la obra del poeta William Blake, intentará resolver por su cuenta los misteriosos crímenes, lo que le permite a la autora utilizar el género policiaco con un original subtexto ecologista, en el que Tokarczuk retrata soberbiamente a la sociedad local, cuestionando sin ambages tanto la falta de respeto por la naturaleza como el radicalismo ambientalista.

Tokarczuk es una de las escritoras polacas más celebradas. (Foto: Jakub Porzycki | Reuters)

De otra de sus novelas, titulada Un lugar llamado Antaño y publicada en español por Lumen en el año 2001, la crítica literaria Mercedes Monmany destacó que una de sus grandes capacidades ha sido la de narrar en clave fantástica, como si se tratara de una leyenda, una fábula o un poema épico, la historia de todo un país a lo largo de un siglo entero.

“En ese novela”, reseñó Monmany, “Tokarczuk compone una terrible y seductora metáfora de Polonia, dentro del reducto cerrado y mínimo de un pueblo imaginario, de donde las gentes parten a lugares reales como Cracovia, Italia o Brasil; lugares que convivirán con lo que es presentado como ‘centro del universo’, Antaño, un país de cuentos, donde se producen ‘cosas inexplicables e insólitas’ que, sin embargo, guardan un inquietante y siniestro parecido con la historia puntual y oficial que se narra a los niños en las escuelas, sufridas por sus padres y abuelos. Una historia que por su absurdo y su persistencia da la impresión de ser solo un sueño, ya que ’solo en los sueños todo se repite como un estribillo’”.

La crítica literaria sostuvo que es precisamente “en ese mundo, en donde el verdadero protagonista es el tiempo, el tiempo interior y autónomo que vive cada uno, en ese mundo continuamente amenazado, donde el poder auténtico lo detenta la imaginación, ese adobe de vida de las cosas a las que se les da siempre una posibilidad más de sobrevivir”.

Monmany añadió que Un lugar llamado Antaño, donde conviven temas como vida y muerte, amor y deseo, locura y dolor, religión y trabajo, es, asimismo, una especie de historia oficial y cronológica que va desde el verano de 1914 hasta la década 1960, donde “un simple molinillo de café, con el que comienza la narración del siglo, será el único náufrago, al acabar el libro, que navegue con una mujer joven en un viaje en autobús hacia lo desconocido, hacia un futuro probablemente ya muy lejos de las fronteras de Antaño”.

Experta en literaturas europeas contemporáneas, Monmany dijo por último que a lo largo de las dos últimas décadas Polonia, un país de “latinidad eslava”, ha proporcionado al panorama europeo, y mundial por extensión, “una de las literaturas y vanguardias más excepcionales del último siglo”, contando con nombres tan insignes como el de otro Nobel, Czeslaw Milosz, o los de Stanislaw Lem, Witold Gombrowicz y Ryzsard Kapuscinski, al que ahora debemos unir el de Olga Tokarczuc.

ÁSS​

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