Por supuesto que no es casual que este espléndido y más que merecido primer homenaje que dedica la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México a la gran maestra, doctora María Dolores Bravo Arriaga, se lleve a cabo el 17 de abril, a los 329 años de aquel 17 de abril de 1695, cuando Sor Juana Inés de la Cruz empezó a ver el mundo desde el cielo de su libertad. María Dolores Bravo Arriaga, además de conocer la Ciudad de México como la palma de la mano, es una de las grandes especialistas, ¿quién no lo sabe?, de la cultura virreinal novohispana, de sus fiestas y sermones, de Sor Juana y sus contemporáneos, entre otras de sus muy sólidas y célebres investigaciones sobre el siglo XVII.
A Dolores Bravo no la conocí personalmente en las aulas de clases de la UNAM, ni en El Colegio de México, ni en ninguno de los archivos que ella esmerada y cuidadosamente ha visitado, ni en los congresos de literatura virreinal, muchos de ellos organizados por el querido y recordado académico doctor José Pascual Buxó y su equipo. La conocí en el II Congreso 500 Años de Literatura, Universidad de las Américas, Puebla. Fue en septiembre de 1991 pero no durante las ponencias, sino una de esas noches cuando con Pepe Amezcua, su marido —gran medievalista y especialista del teatro de los Siglos de Oro—, un profesor de las Canarias y yo anduvimos no por las 365 iglesias de Cholula, sino por los varios bares (cantinas) del lugar. Fue muy divertida esa marcha cholulteca.
Y hablando de procesiones, en uno de los congresos en Madrid, ideados y organizados por Judith Farré Vidal, la investigadora Bravo Arriaga presentó un bellísimo Vía Crucis, desconocido por nosotros hasta ese momento (2017). Entre las muchas vivencias compartidas con Dolores, aquellas tardes en la calle Villalpando, a unos pasos de la Avenida Insurgentes, en casa de nuestra inolvidable María Águeda Méndez, lo mismo que en la Universidad del Claustro de Sor Juana, y el pasado lunes 13 de noviembre (2023) en el excelente examen de doctorado del joven sorjuanista Jorge Gutiérrez Reyna, cuya tesis fue dirigida por la doctora Bravo Arriaga. Tantas asesorías, tantas tesis, tantos estudiantes.
Ya que estamos en “lo serio”. Vayamos al año de 1991. En el congreso Y diversa de mí misma entre vuestras plumas ando. Homenaje internacional a Sor Juana Inés de la Cruz, organizado con Elena Urrutia, fundadora del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer de El Colegio de México, Dolores Bravo leyó su fundacional texto “La excepción y la regla: una monja según el discurso oficial y según Sor Juana”, publicado en el libro al que dio lugar el homenaje (Y diversa de mí misma entre vuestras plumas ando. Homenaje internacional a Sor Juana Inés de la Cruz. El Colegio de México, 1993, pp. 35-41). En aquella ocasión, María Dolores Bravo Arriaga (y cito de la edición del libro) “hace un análisis de documentos casi desconocidos: la Regla y Constituciones de la orden jerónima que regían la vida conventual y el Testamento Mystico del Padre Núñez de Miranda, recordatorio permanente de los votos del día que las religiosas hicieron su profesión”. Y en aquella ocasión también comentamos: “El discurso autoritario de estos documentos entra en conflicto con el quehacer intelectual de Sor Juana y con su modo de relacionarse socialmente con el mundo virreinal. Las normas y limitaciones que la restringen —dice María Dolores Bravo Arriaga— son rebasadas por la genialidad con la que se apropia del espacio simbólico y lo trasciende” (p. xvi). En la Respuesta de la poetisa a la Muy ilustre Sor, Filotea de la Cruz puede verse cómo Sor Juana es la excepción a la regla.
Autora años después del libro La excepción y la regla (1997), María Dolores es una excepción, una regla también. Autora del libro El discurso de la espiritualidad dirigida, la doctora Bravo Arriaga es ella misma una espiritualidad, manifestada en la materialidad de sus investigaciones y sus libros. Autora del libro Algunas consideraciones sobre el discurso de poder y la autoría de Núñez de Miranda, en el túmulo a Felipe IV, de 1666 (2005), estamos seguros que de lo de “algunas” es pura modestia, humildad de María Dolores. Autora de la antología Panorama de textos novohispanos (2016), la doctora Bravo Arriaga tiene el panorama clarísimo de cómo hay que elegir para organizar una antología como esta.
Ahora en 2024, nuestra homenajeada participa por supuesto, ¡cómo no!, en el libro Sor Juana en la rueda voluble del tiempo (a punto de salir de la imprenta), editado por la Universidad del Claustro de Sor Juana y UC-Mexicanistas, del que María José Rodilla ha escrito una reseña; libro y reseña muy pronto en circulación. En su capítulo “Muy Noble, Insigne y Muy Leal (y cruel) Ciudad de México”, Bravo Arriaga examina “las raigambres míticas bajo las que se concibió la ciudad” que fue la capital del virreinato de la Nueva España, en su época prehispánica y durante el dominio hispano, y divide su análisis en los siguientes apartados: población, catástrofes naturales, construcciones importantes, puestos ambulantes, San Bernardo y el chahuistle, el poder, carestía y alborotos, la picota, el cronista Chimalpáhin, los japoneses en Nueva España, el milagro de Jesús Nazareno, narración de vidas edificantes, la muerte, Martín Garatuza, la sangre derramada y, finalmente, los espacios de Sor Juana, de la que Bravo Arriaga dice: “En la Ciudad de México desarrolló su prodigioso talento. Ella vio desde muy joven esta urbe como centro de cultura y de poder. Ambos los logró adquirir. De lo primero, sobra hacer comentarios; de lo segundo, su trabajo en los diversos ámbitos desde el Palacio virreinal hasta el estudio de su celda influyó, como sabemos, en los más relevantes protagonistas de su tiempo”.
No cabe duda: María Dolores Bravo Arriaga tiene en la palma de la mano la geografía, la historia, la cultura, los avatares de la Ciudad de México, sus símbolos, la estructura de su poder, los espacios de represión y también de creación, como el del convento de San Jerónimo, donde Sor Juana Inés marcó la cruz de su talento, de su conciencia de género, de la libertad, del pensamiento, de los derechos humanos, de la ahora llamada “inclusividad”, racial, social, genérica. A los 329 años de su muerte —17 de abril de 1695-17 de abril de 2024— la poeta de San Jerónimo sigue viva, su trascendencia se debe a su visibilidad en los varios espacios de su tiempo y de los nuestros. Una fecha como la de este 17 de abril es un gran día para el homenaje a una de las investigadoras que más le ha seguido los pasos, llevados éstos a sus salones de clases, a sus estudiantes.
Muestra de su magisterio es este homenaje del 17 de abril de 2024 a la mentora, quien ha abierto caminos a la investigación y nuevas maneras de visitarlos; en las cuatro sesiones, sus catorce participantes hablaron de fiestas, sermones, amistades, clérigos, canonizaciones, comedias, discursos de época, visitas, de archivos y de Sor Juana. Todos ellos para mostrar su gratitud y demostrar lo que de la maestra han aprendido, y lo que por sí mismos han descubierto una vez que ella ha puesto la muestra en la investigación y la docencia. Se escucharon también mensajes de quienes estuvieron presentes virtualmente, como los de José, su hijo, lo mismo que de María Luisa, su hija, quien allí estuvo reafirmando al oír a los otros lo que durante la vida ha aprendido de una madre que multiplicó sus actividades dentro y fuera de casa; fuera de casa, recorriendo a pie rincones y lugares icónicos de la Ciudad de México o revisando archivos en la misma ciudad y en la de Puebla también, donde los ángeles eran guardianes de la investigadora que sonriente se dejaba acompañar con la sonrisa y la paciencia, virtudes muy propias de quien hace del pasado el presente de sus hallazgos y los comparte con la sencillez de su sabiduría.
María Dolores Bravo Arriaga no sólo es la directora de Prolija Memoria, revista de la Universidad del Claustro de Sor Juana, sino que fue ella quien escogió el nombre de la revista, tomado de una endecha de la poeta. El Claustro, universidad de Sor Juana, y su rectoría aceptaron con toda felicidad la propuesta de una revista presentada varias veces en el ex templo del convento, ahora llamado El Divino Narciso.
Es tiempo de reactivar el pago de la deuda a la investigadora, académica y maestra, la amiga, la admiradísima y queridísima doctora María Dolores Bravo Arriaga, lo cual ahora lleva a cabo la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Entre sus reconocimientos, en 2005 Dolores Bravo recibió la Presea Sor Juana Inés de la Cruz que otorga la Universidad del Claustro de Sor Juana, la primera presea del Claustro con el nombre de su ilustre personaje. Sor Juana no fue a la universidad; Dolores Bravo, sí, y allí (por dentro y por fuera) ha difundido la vida y la obra de nuestra Décima Musa, la mejor poeta entre los poetas.
Este homenaje de la Facultad de Filosofía y Letras, de sus colegas y estudiantes, de sus amistades académicas y personales parte de un sustento: la luminosa y comprometida trayectoria de nuestra emérita de hecho doctora María Dolores Bravo Arriaga, orgullo de la Universidad Nacional Autónoma de México y del espíritu universal que la caracteriza. En ella, la investigación se reúne con la vida cotidiana, con la vida y el gozo por vivirla.
Así dice la endecha de Sor Juana:
Prolija memoria,
permite, siquiera,
que por un instante
sosieguen mis penas.
Y este homenaje le dice a su gran estudiosa:
Prolija Dolores,
permite, siquiera,
que por un instante
te honremos apenas.
Abrazamos a María Dolores Bravo Arriaga, esposa de José Amezcua, madre de José y de María Luisa. Maestra de la vida, amiga de siempre. Este homenaje, organizado sobre todo por sus estudiantes y llevado a cabo el 17 de abril de 2024, 329 años después de la ausencia física de Sor Juana Inés de la Cruz, es un sello de admiración, de trascendencia.
Texto leído desde Santa Bárbara, CA, el 17 de abril de 2024 en el Homenaje a la maestra María Dolores Bravo Arriaga.
AQ