El tenor Rolando Villazón vuelve a la Metropolitan Opera House de Nueva York para interpretar dos papeles por demás trascendentales: fungirá como anfitrión en la histórica transmisión en vivo para todo el mundo de la primera ópera mexicana en esa casa desde 1884, Florencia en el Amazonas, de su querido amigo Daniel Catán, e interpretará al Papageno de La flauta mágica, de su querido Mozart.
Un filósofo de la ópera y la música, escritor y autor de varias novelas, director artístico hasta 2028 del Mozarteum y de la Semana de Mozart en Salzburgo, al cantante mexicano hay que escucharlo atentamente.
En una entrevista por videollamada desde Nueva York la víspera de la premier del título de Mozart este viernes 8 de diciembre y de la transmisión en vivo de la función de la ópera de Catán para todo el mundo el sábado 9, Villazón habla sobre ambas obras y acerca de qué une a estos dos compositores, separados por tres siglos.
Y mientras habla, da un manotazo con pasión sobre su mesa, y comienza a temblar en México. Así fue.
¿Qué representa en lo personal para usted esta participación como anfitrión de la transmisión en vivo de Florencia en el Amazonas, primera ópera mexicana en MetOpera, cantada en español?
Mi labor es arrojar luz a lo que uno está presentando. Por tanto, me dio mucho gusto que MetOpera me invitara a presentar Florencia en el Amazonas y a arrojar luz a la obra de mi querido Daniel Catán, a quien tuve la fortuna de conocer bastante bien. Y de arrojar luz a una ópera en español, la primera cantada en ese idioma desde hace 100 años, la primera ópera mexicana en MetOpera. Y arrojar luz a la interpretación extraordinaria de mis colegas. Me da mucho gusto arrojar luz a lo que ya tiene mucha luz, que son las interpretaciones de todos estos maravillosos artistas sobre el escenario, de esta orquesta increíble, con mi querido amigo Yannick Nézet-Seguin como director artístico. Me siento muy feliz de que hayan programado esta ópera, cuando me llegó la invitación no tuve qué pensarlo ni medio segundo. Ojalá esta producción abra las puertas en la MetOpera a más óperas de Catán, como la misma Il Postino, que es bellísima.
Ya vio la producción de Mary Zimmerman, que se estrenó el 16 de noviembre. ¿Cómo se une este montaje con la música de Daniel Catán y con el libreto de Marcela Fuentes-Berain, para usted que no sólo es cantante, sino director artístico, que igual decide qué ópera va a la escena?
Es una producción, no voy a decir minimalista, pero sí con puntos muy acertados, sencillos. Lúdica, juguetona, que en lugar de meterse a la exuberancia de la selva, por ejemplo, al torrente del río, los logra transmitir hacia el público a partir de los bailarines, de las marionetas, de una manera muy carismática, que no entorpece la historia, que, al contrario, subraya la historia y permite a los cantantes o, mejor dicho, a los personajes, contar sus historias de amor y de desamor, sin que la puesta en escena interrumpa la coherencia dramática que tiene el libreto, que es muy bello. Es una puesta en escena que ayuda a la ópera, que ayuda a la música, y que le da un carácter juguetón, que le va bien a la obra.
Lo más importante en una producción —también lo digo yo como director de escena— es que no vaya contra la música; que la música, el libreto y el mundo escénico que estamos viendo se integren, y que nos provoquen a nosotros como público el efecto estético deseado por todas las partes y los artistas. En resumen, es acertada la manera en que, como en la música, hay momentos muy poéticos, muy bellos, que llevan hacia un final de metamorfosis. (Zimmerman) juega con esa metamorfosis, transformación, a lo largo de su narración escénica, en donde los peces son también bailarines, en donde el pequeño simio que aparece es una marioneta; es decir, es el juego teatral que nos invita a una realidad aceptada por el público y que funciona estupendamente bien, hacia un final muy sencillo, un clímax muy hermoso que logra Mary Zimmerman, además, con la interpretación espectacular de Ailyn Pérez.
¿Cómo fue su relación con Catán y su obra? Es la ópera mexicana más representada fuera de México, y ahora, con esta transmisión en vivo a al menos 70 países, que podremos ver en México en el Auditorio Nacional y en teatros de otras cuatro ciudades, con lo que será también la mexicana de mayor audiencia en un solo día en toda la historia del género.
Conocí a Daniel Catán hace varios años en Los Ángeles. Él me contactó porque me dijo que le encantaría que cantara una canción escrita por él, “Comprendo”, que grabé para la Deutsche Grammophon en mi disco de música mexicana. Es una canción que también aparece en su ópera Il Postino, que él escribió originalmente para Plácido Domingo y para mí, aunque desafortunadamente yo andaba con problemas vocales y no pude interpretar el personaje que Catán escribió para mí, lo hizo mi querido colega Charles Castronovo (en el estreno en 2010). Y era a partir de todo ese proceso de creación y de conocimiento, tuve la oportunidad de conocer a este hombre, que fue no sólo un gran artista y compositor, sino un gran filósofo de la vida, tenía una visión del mundo muy bella, era un hombre muy instruido, que leía mucho, que pensaba y reflexionaba mucho. Eso se nota en su música, se nota en cómo pone melodías y armonías a los textos para los que está escribiendo.
Tengo por ahí la partitura de “Comprendo” dedicada por Catán, un hermoso e-mail largo en el que me decía porque le gustaría que yo cantara esa canción; y un texto muy bello, filosófico, sobre por qué hacer música, cuál es la importancia del arte en nuestro mundo. No era sólo un gran compositor, era una persona que tenía una riqueza intelectual y espiritual muy grande. Era muy bonito platicar con él. Me da mucho gusto ver que Florencia en el Amazonas es ya una ópera que se ha vuelto parte del repertorio internacional, y se va a seguir representando. Si hay mundo y hay ópera, en 100 años, eso está clarísimo. ¿Y qué va a ayudar? Que MetOpera tiene esta presentación, que ha hecho una producción exitosísima, las críticas han sido fantásticas, y que ahora este sábado se va a presentar por todos lados.
El elenco de esta producción prácticamente es la Organización de Estados Americanos (OEA). ¿Qué opina de lo que representa esta ópera para la comunidad de origen latinoamericana en EU?
A mí me ha dado mucho gusto, estando ya dos veces como público, ver, sentir y escuchar tantos hermanos y tantas hermanas latinoamericanos en la audiencia, pero al mismo tiempo me da muchísimo gusto que hay un público internacional, alemán, italiano, que viene a MetOpera a disfrutar y a aplaudir una obra mexicana-latinoamericana. Este elenco muestra algo que decía nuestro gran Fernando del Paso, a quien admiro y adoro, que todos los latinoamericanos tenemos la pequeña patria, donde nacimos, y la gran patria, que es nuestro continente. Y esta ópera es un triunfo de nuestra gran patria, la patria latinoamericana. Ver a Mario Chang, a Gabriella Reyes, a Ailyn Pérez… Y luego ver a los colegas italianos, americanos, con un español magnífico, interpretando una obra latinoamericana, es maravilloso. Me da una alegría inmensa. Yo voy a dar un concierto el 18 de diciembre en el Alice Tully Hall (también en el Lincoln Center, junto a MetOpera), mi programa Serenata Latina, que es música de cámara, folclórica y de arte, que ha tenido mucho éxito en el mundo, y me da mucho gusto que coincida con el éxito tremendo de esta ópera latinoamericana. Latinoamérica tiene una riqueza artística que entregar, que va más allá de lo que todo mundo ya conoce.
Regresa a la MetOpera y arranca este viernes 8 de diciembre su temporada, en uno de los papeles más queridos de los aficionados a la ópera: el Papageno de La flauta mágica, ¿Quién es este personaje para Rolando Villazón?
Mi historia con Papageno es muy interesante, porque Yannick Nézet-Seguin, el director artístico de la MetOpera, que también dirige Florencia en el Amazonas, él y yo en 2011 nos embarcamos a grabar las últimas siete óperas de Mozart, siete obras maestras de Mozart. Nos falta Idomeneo, yo la preví hacia final, porque el tenor que cantó Idomeneo la primera vez era un tenor ya grande, e Idomeneo lo voy a debutar en un par de años en Berlín. Y cuando llegó La flauta mágica, yo nunca he cantando Tamino, y nunca he sentido al personaje, así que yo les dije: “Esta no la canto yo, pero vengo a aplaudirlos, porque soy parte del proyecto”. Y Yannick y Deutsche Grammophon me dijeron que por qué no cantaba Papageno. Y dije que no, porque es para barítono. Pero en realidad, haciendo la investigación, me doy cuenta que es correcto que lo haga un barítono, pero en realidad fue un actor, Emanuel Schikaneder (también el libretista), que también cantaba. Él fue el mejor Hamlet de su época. Y dije: “bueno, vamos a grabarla”, y grabé la obra.
Es un personaje que adoro, con el que conecto como persona, me divierto mucho, adoro al hombre pájaro de Mozart. Y hace tres años fui invitado por la MetOpera para cantar Fledermaus, de Strauss; acepté. Pero cuando se acercaba la fecha, decidieron cambiar el título y hacer La flauta mágica. Hice el papel. Y me di una divertida. Fue un éxito. Y ahora vuelvo con el papel, con este Papageno que es muy particular y bello, para toda la familia. Es un personaje que admiro y disfruto muchísimo. Estoy muy emocionado de regresar mañana (viernes 8 de diciembre) para nuestra premier e interpretar al señor Papageno que, curiosamente, hablando de Latinoamérica, es una producción en inglés, pero yo le meto un montón de palabritas en español por aquí y por allá; lo hice hace dos años y me pidieron: “Por favor, hazlo porque nuestro público latinoamericano, que es mucho, no sabes cómo disfruta que le metas el amigo, compadre, o ay, ay, ay”.
¿Qué une a Mozart y Catán para usted como compositores?
A bote pronto, rápido, lo primero que se me ocurre es que son dos compositores que miran hacia atrás y que permanecen modernos. Son modernos y contemporáneos a la hora de escribir, pero están mirando a hacer música en la manera en que los grandes maestros lo han hecho. Mozart no quería revolucionar la música ni crear nuevos sonidos, y creó tantísimos, abrió muchos caminos, hizo atajos que a nadie se le ocurrieron antes. Pero Mozart decía que si la música no llegaba al corazón de la gente, entonces no le interesaba. Aun lo feo tiene que sonar bonito, decía. Eso era la música para Mozart, y a mí me suena así Catán. Es un compositor contemporáneo, moderno, que busca tocar el corazón de la gente; si bien su música tiene la modernidad, él no le tiene miedo de lo que pueda decir una bella melodía, una armonía que te saque las lágrimas. Siempre pongo el ejemplo de la literatura: ya nadie escribe como James Joyce, con lo que se aprendió en el siglo pasado; se escribe más parecido a como escribía Víctor Hugo. Creo que la música se ha tardado en dar ese salto, de pasar de la música que rompía la melodía, la música dodecafónica, la de los nuevos sonidos, la de las matemáticas sonoras, para regresar a la armonía, a la melodía que nos haga estremecer. Lo que une a Mozart y a Catán es que su música, que en cada uno en su momento histórico es moderna, contemporánea, busca provocar emociones, quiere conmover al público, quiere contar lo que el texto está diciendo.
AQ