Sonya Yoncheva: “Un artista muere cuando pierde la inspiración”

Entrevista

La aclamada soprano habla sobre su empatía hacia las mujeres de las óperas que ha protagonizado y revela sus próximos planes en México.

Sonya Yoncheva, soprano. (Foto: Nathalie Gabay)
Ciudad de México /

La soprano búlgara Sonya Yoncheva ha muerto tantas veces en el escenario, muchas interpretando roles trágicos de cortesanas, que la muerte ya no le asusta. Y al escucharla hablar y reír, uno comparte la intensidad con la que vive su carrera esta cantante de ópera que se inició bajo la luminosidad del barroco junto a William Christie, fundador de Les Arts Florissants y de la Academia Jardin des Fleurs.

Para Yoncheva, que ahora interpreta a la sacerdotisa druida Norma en la Metropolitan Opera House y volverá a México en octubre, la muerte total es cuando un artista pierde la inspiración, pierde la magia. Con su más reciente álbum, The Courtisan (2023), bajo su sello propio SY11 Productions, que salió a la luz la primera semana de febrero, la cantante rinde homenaje a estas mujeres trágicas que le fascinan no solo por su capacidad para manipular, sino también por su debilidad, en un momento en que se destaca en el discurso público la fuerza de la mujer, sobre la que ella misma indaga en sus reivindicaciones de genios, como fueron Clara Schumann (1819-1896) o Pauline Viardot (1821-1910).

Heredera de la gran tradición de cantantes de Bulgaria, como Nicolái Ghiaurov, Boris Christoff, Ghena Dimitrova o Raina Kabaivanska, Yoncheva es una de las artistas con mayor presencia en los grandes teatros de Europa y América; solo en 2023 ya debutó en enero como Fedora y, desde el 28 de febrero, arrancó temporada como Norma en la Metropolitan Opera House de Nueva York, donde en 2017-2018 se convirtió en la primera cantante con cuatro protagónicos —Violetta Valéry (La Traviata), Luisa Miller, Tosca y Mimí (La Bohème)— que se transmitieron en sendas funciones en vivo a todo el mundo.

Siempre generosa con este reportero, Yoncheva adelanta en entrevista que regresará a México para un recital con piano en octubre próximo, presumiblemente en el Festival Internacional Cervantino en Guanajuato, después del concierto que ofreció el 13 de noviembre de 2018 en la sala Nezahualcóyotl y del de dos días después en el teatro Bicentenario de León, con la Orquesta Sinfónica de Minería, dirigida por su esposo, el venezolano Domingo Hindoyan, con quien formó familia y tiene dos hijos.

Su álbum, grabado con la Orchestra dell’Opera Carlo Felice de Génova, dirigida por Marco Armiliato y con la colaboración del tenor Charles Castronovo, incluye arias de roles que ha interpretado como La Traviata, de Giuseppe Verdi, o La Bohème y Manon Lescaut, de Giacomo Puccini, e incorpora nuevo repertorio, incluso de sopranos ligeras como Manon y Thaïs, de Jules Massenet, o más todavía, de mezzosoprano, como Samson et Dalila, de Camile Saint-Saëns. También adelanta su debut como la Cio-Cio San de la Madama Butterfly de Puccini que tendrá en junio próximo en la Wiener StaatsOper. Además, Yoncheva incluye como bonus track ‘In Trutina’, de Carmina Burana de Carl Orff.

“Quizás todo está conectado con mi vida privada y mi vida de mujer. En estos años he estado pensando en este color que la mujer tiene hoy; sobre todo, hablamos de la fuerza de la mujer y tendemos a acentuar cuán fuerte es, porque la mujer busca mostrar al mundo que tiene su espacio, su luz especial solo para ella. Pero, a mí me gustaba siempre también esta parte débil de la mujer. Y la cortesana tiene estos dos colores y los manipula para obtener lo que quiere y para tener esta fascinación, esta magia.

“Otro problema que a mí siempre me preocupó y lo cuidaba con mucha atención cuando interpretaba a los personajes de las cortesanas es que siempre son condenadas por los autores y compositores. Cada vez que ellas buscan el amor, lo eligen y lo prefieren y cambian de vida, están condenadas siempre a sufrir y a morir. Lo vemos con La Traviata, con Manon Lescaut, por ejemplo. Es como si esta mujer, esta diva que representa a la cortesana (porque es un objeto de adoración, todos aman a este personaje, sobre todo los hombres), no pudiera sentir el amor, como si fuera imposible”, dice desde Nueva York.

Yoncheva traza una similitud entre su vida como cantante y el rol que se quiere asignar a las cortesanas.

“No sé por qué estaba haciendo una línea paralela de lo que yo estoy viviendo como soprano, como cantante. Cuando era más joven y empezaba mi carrera, todos me explicaban que tengo que casarme con mi voz y olvidarme de la familia, del amor grande, de tener niños y todo eso. Es como una condena, exactamente el mismo efecto que vemos en las óperas con las cortesanas. Haciendo esta línea paralela con ellas y con mi profesión de cantante, encontré la misma problemática y muchas cosas similares. Por eso quería dar voz a estas mujeres”, dice Yoncheva, madre de dos niños con Hindoyan.

Una historia conmovió particularmente a la ganadora de Operalia 2010, el concurso de Plácido Domingo que la catapultó a grandes teatros y cuya Violetta Valéry fue comparada a la de María Callas.

“Estaba leyendo la vida de una cortesana famosa de Venecia: Veronica Franco (1546-1591). Ella, además de que era una artista, una escritora y una poeta, lo que a mí más me sorprendió es que para tener derecho a una educación normal, tuvo que convertirse en cortesana. Para una mujer, en esa época era imposible aprender a escribir o a leer y todas esas cosas simples a las que hoy tenemos acceso. Ella no tenía ese acceso. Era tan bella y, naturalmente, tan inteligente, que se volvió cortesana adorada por todos. Y también así realizó su sueño de ser artista famosa y poeta. Yo estaba leyendo sus libros (entre otros Terze rime y Lettere familiari a diversi) y, de verdad, tiene un talento increíble para las palabras. Todo eso me dio el color y la necesidad de grabar este disco, porque si yo fuera una autora, escribiría, pero soy cantante, y entonces canto”, añadió la soprano nacida en Plovdid en la Navidad de 1981.

Artista exclusiva de Sony Classical, sello en el que ha grabado sus cuatro discos anteriores París, mon amour (2015), Händel (2017), The Verdi Album (2018) y Rebirth (2021), Yoncheva está feliz de que la transnacional le haya permitido grabar su quinto disco en una disquera independiente creada por ella.

“Yo todavía tengo mi contrato con la Sony Classical desde hace muchos años. Usted sabe que cuando un artista es exclusivo con una casa disquera, tiene que seguir una línea que no siempre es una línea personal. No es que yo pueda de verdad seleccionar todo lo que pueda grabar, sí, en un porcentaje, pero no todo. Y para mí era muy importante poder expresar a mi manera todo lo que siento como artista y grabar y ser responsable de un proyecto desde el primer momento hasta el último. Esto es muy exitoso para mí, eso es una libertad absoluta. Entonces, estoy muy contenta que Sony Classical me dejó hacerlo y tuvo disposición a esa idea”, refiere sobre la creación del sello SY11 y su estreno con The Courtisan.

Explica por qué incluyó arias que no corresponden a su tesitura, como “Mon cœur s'ouvre à ta voix”, la célebre aria que Dalila canta a Sansón en la ópera de Saint-Saëns cuyo rol es para una mezzosoprano.

“Las arias que incluyo sí son de personajes que yo interpreté y algunos no, algunos no los voy a cantar quizás nunca, como la Dalila, que me da mucha ilusión, sobre todo esa aria, que me encanta como sonido, como expresión como palabras, creo que es muy misteriosa y mítica, por eso que la canté”.

—De los roles que interpretó ¿cuál es su cortesana favorita?

La Traviata es mi preferida. Violetta Valéry me da una tristeza y simpatía absoluta, también porque esta señora existió de verdad y tenemos varios documentos de su vida, su paso por París, cómo estaba con la gente. Y todavía tenemos un club de fans de esta señora. Era una personalidad, un personaje impresionante de la historia de París y de la de las cortesanas. Me da esta impresión de conocerla de alguna manera, porque simplemente estaba soñando con ser una persona importante y no sabía cómo hacerlo. Cuando estaba en París, conoció mucha gente, tenía un encanto natural y talento para aprender, todo eso de una manera muy rápida para convertirse su vida. Su karma, su historia son muy fuertes y quizás por eso, como mujer, la entiendo y está muy cerca de mi corazón, igual que las otras.

—Sin embargo, hace algunos años usted anunció que no volvería a hacer La Traviata. ¿Por qué?

Es porque la hice muchas veces. Y quizás porque todavía no encontré al director de escena que me dé de verdad el deseo de hacerla otra vez. No es solo cantar. Claro yo puedo cantarla así, en modo automático también, pero ya hice demasiadas producciones de La Traviata y quiero una nueva que me vaya a inspirar y dar esta fuerza y el deseo de descubrir nuevamente al personaje. Estoy esperando eso.

—La vimos en enero en el Auditorio Nacional en la transmisión de la MetOpera con Fedora, su primera transmitida en vivo al mundo tras la pandemia. Y ahora está en Norma. Los aplausos para usted son apoteósicos. ¿Cómo logra esa conexión con el público fuera y dentro del teatro?

Para mí ya es un privilegio que podemos hacer nuestra profesión después de la pandemia. Pero, es un privilegio en general la atención tan fuerte de 4 mil personas cada noche que nos siguen con intensidad; y también saber que la gente del mundo entero nos escucha y está viviendo estas emociones, eso es impresionante. Vivimos un momento histórico de la ópera, es importante; no es fácil porque el mundo está un poco desconectado de la música clásica exactamente ahora, pero creo que con esta manera de comunicar y dar emociones a la gente no se puede ser indiferente. Es una magia estar en el escenario y ser capaz de mantener una carrera tan fuerte en todos los escenarios, no solo en la MetOpera.

—Durante la pandemia se convirtió en madre por segunda vez. ¿Qué pasa con los jóvenes? ¿Cómo se podría acercarlos a la ópera en un contexto tan duro como el actual, con guerras como la invasión de Rusia a Ucrania, la pandemia, nuevas tecnologías? ¿Cómo ve el futuro de la ópera?

Todo empieza desde los años más importantes, que son los de los niños, entre cero y 6 o 7 años. Nosotros, los padres, somos responsables de dar este color, esa la posibilidad a los niños de conocer el arte en general y también la música clásica, que no es solo una disciplina, una cultura, es otra manera de expresar, de decir las cosas con un lenguaje que no pertenece a una nación, sino a una fuerza universal. Por eso, los niños deben tener este contacto con el arte, no solo porque queramos crear las estrellas de la ópera o del arte del mañana, no; también porque queremos crear el público de mañana. Por eso creo que en los últimos 20 años tenemos una ola de construir la educación de los niños, que estaban muy desconectados de las artes. En Europa, el Reino Unido, había escuelas que, como en mi época de niña, tenían lecciones de canto y música clásica gratuitas. Todo eso ahora fue cancelado. Tenemos que acentuar la importancia del arte en los niños, no solo como cultura ni como una cosa chic de estar en un teatro, sino también como una forma distinta de ver y expresar el mundo, sus emociones. Por eso, los niños deben tener este privilegio de estar cerca de la música clásica. En el futuro creo que vamos a tener un buen público, cultivado, interesado, y también muchos buenos músicos y cantantes.

—Cuando vino a México en 2018 me dijo en entrevista para MILENIO que consideraba la ópera como el único arte puro que no se había contaminado con las nuevas tecnologías. ¿Sigue pensando lo mismo después de haber visto durante la pandemia cómo los amantes de la ópera pudieron seguirla en plataformas?

¿Está de acuerdo en que ver un espectáculo con su computadora o en su teléfono o iPad es una experiencia, pero hacer un espectáculo no puede tener el mismo resultado solo con la tecnología? Es también un esfuerzo físico, mental, de talento, un orden increíble. La tecnología es muy importante para comunicarse en una crisis, pero, un espectáculo vivo y muy completo como la ópera, hay que disfrutarlo en directo porque esa es la fuerza de la ópera. Conozco la diferencia de escuchar un disco o una Sinfonía 5 de Gustav Mahler en una sala impresionante como las de las filarmónicas de Nueva York o Los Ángeles. Es otra experiencia. La tecnología es importante para tener contacto y hacer promoción a nuestro arte, pero la verdadera experiencia y de gran calidad, la única para mí, es en vivo.

—Después de pasar por la pandemia ¿a qué le tiene miedo?

No tengo miedo de nada, solo de la muerte. Pero tampoco de ella, tuve que morir muchas veces en el escenario y —a veces platico de eso con mi familia—, un día, cuando vaya a morir, de verdad no me va sonar muy serio la muerte, será una comedia para mí. No sé, me da miedo que perdamos esta magia de la vida, la inspiración. Cuando un artista pierde la inspiración esa es la muerte total.

—En sus conciertos en la sala Nezahualcóyotl de Ciudad de México y en el teatro Bicentenario de León el público se entregó a su arte. ¿Hay algún plan para volver a México?

Sí, Tengo planes. Tenemos una fecha, no es en Ciudad de México, pero la estamos preparando ahora. Es en octubre de 2023, creo que en el Cervantino. Voy a dar un recital con piano con arias o melodías preferidas mías y de mi pianista, pero todo eso está en construcción. En octubre estaré en México, y me alegro.

AQ

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.