Aquí las voces desoladas, de cuando la identidad sufre la mutilación. Nosotras (ISC-Paraíso perdido, 2022), de la sonorense Suzette Celaya Aguilar, es una novela que abre la ventana a ese universo impredecible que es el oficio de la literatura.
Con el pie derecho la escritora inicia su recorrido por el oficio de contar. Esta novela (cuyo trazo es la analogía de un machete que parte la tierra para huir de las aguas que se avecinan, y las cuales sepultarán al pueblo, la morada entrañable) otorga a la autora dos premios trascendentales: Concurso del Libro Sonorense, y el de Amazon a mejor novela publicada.
Compartimos esta conversación con la escritora, para los lectores de Laberinto:
¿Cuáles fueron tus criterios para elegir los temas?
Una fotografía se me puso enfrente e hizo que me dieran ganas de hablar de muertos. La imagen no me dejó en paz hasta que empecé a escribir la historia. Apenas ahí empezaron ciertas elecciones en cuanto a personajes, historias satelitales, puntos de llegada. Creo que hubo más conciencia en la forma que en la historia inicial, de la que tenía claro tres o cuatro momentos.
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¿Cómo creas las referencias de los personajes en tu mente para luego construirlos y entregarlos al lector?
Los creo entre bruma. Algunos con mayor claridad que otros, pero se van formando también junto con la historia. Es una unión entre lo que quiero y necesito que pase en la narración y la vida que van tomando por su propia cuenta. Lo que me funciona es pensar en arquetipos y de ahí irlos dotando de tal o cual rasgo. Algo que disfruto hacer es pensar en sus nombres. Y en ciertos casos me gusta usar los de las personas importantes para mí.
Si el punto de partida de Nosotras son los pueblos de Sonora que se inundaron, ¿por qué decidir el tono de la novela aparte de ese lenguaje del sonsonete que tanto explotan los mismos sonorenses?
Ese alejamiento del lenguaje sonorense fue una de las primeras decisiones que tomé al empezar a escribir. Eso y el no nombrar ninguna región específica. Por un lado, porque no era mi intención hacer una novela sobre Sonora, y quería alejarme geográficamente a través del tono. Por otro, porque sería lo esperado al hablar de un pueblo el usar tal o cual lenguaje, y no quería caer en eso. Leía mucho a Jesús Gardea cuando empecé a escribir la novela, y me fascinaba su elegancia para narrar espacios que para mí eran pueblos, eran pasado, sin caer o abusar en el lenguaje propio de estos lugares. Vi que era posible hacer eso que yo quería.
En la novela cohabitan dos de los grandes de la literatura: Rulfo y Lorca, eres consciente de eso, y si así es, ¿qué tanto le apostaste a que estas voces y estilos vivan en Nosotras?
En realidad, no hubo apuesta o intención consciente de traerlos a Nosotras. En todo caso, para mí es tremendo piropo a la novela el que despida tales referentes. Al releer mis viejos escritos me doy cuenta que ahí están.
¿En cuánto tiempo se escribió esta novela?
Terminé el primer borrador por ahí de 2013. De ahí me paso a 2020, años en los que intermitentemente arreglaba uno que otro capítulo, y en los que hice una maestría, un doctorado, y fui mamá. En ese 2020 retomé con seriedad el proyecto porque quería terminarlo con una versión con la que estuviera satisfecha. Ese año lo concursé y ganó. La publicación llegó hasta octubre de 2022. Entonces, casi diez años desde que empecé a rumiar la historia.
¿Universalizar la aldea es una apuesta?
Totalmente.
¿Por qué elegir la narrativa como género literario?
Quizá porque lo siento más cercano a la necesidad de contar que nos acompaña desde siempre. Y porque creo que tengo problemas con la brevedad.
La dramaturgia está siempre presente en el texto, ¿has contemplado la posibilidad de una adaptación para teatro o cine?
No, realmente.
Debutas con el pie derecho en la literatura: Nosotras, gana el Concurso del Libro Sonorense en 2020 y en 2023 gana como mejor primera novela en el certamen de Amazon, ¿qué te significa en este inicio, estos dos premios?
Hace tiempo leí a Brenda Navarro (creo que ella lo dijo), en Twitter, decir que cuando recibía un premio o distinción a su obra, iba y lavaba el baño. Supongo que es algo similar en mi caso. Si bien es un privilegio y un aliciente que se reconozca nuestro trabajo, lo que queda es la siguiente historia.
¿En qué proyecto andas?
En un cuentario venenoso.
AQ