'Traduttore esaltatore'

Toscanadas

El traductor, escribe David Toscana, es capaz de darle mayor dignidad a un texto; a las pruebas se remite.

Rafael Cansinos-Assens, poeta, ensayista, crítico literario y traductor español. (Especial)
David Toscana
Madrid /

Dostoyevski comienza su artículo titulado “Letras e instrucción” con una cita de la obra La desgracia de ser inteligente, de Alexandr Griboyédov: “¡Leer, leer, y después… ser osado!” Esta cita me parece una máxima para cualquier ser humano. Tal como nos llega al español, se trata de un afortunado error de Dostoyevski sumado a una interpretación particular del traductor, pues la cita original del artículo, un tanto diferente a la del parlamento teatral, es: “Читать, читать, а после… хвать!” Que tradúzcala usted como mejor sepa, pero en las versiones que tengo en inglés, la traducción de “хвать” aparece como: “where are they?” en una, “and afterwards regret the step he has taken”, en otra más “he’s gone” o al fin algo más breve y contundente como “boom!” Por supuesto, me quedo con la versión en español.

El texto está dedicado a la necesidad de ilustrar al pueblo, y de eso se acaba de dar cuenta “la buena sociedad” rusa, que tenía siglos de tratar a los campesinos y clases bajas como bestias de carga. Era 1861, apenas se había mandado emancipar a los siervos y la gente se preguntaba qué habría de hacerse con tanta gente libre. Что делать? ¿Qué hacer? Era la pregunta que circulaba y se respondió de varias maneras, incluyendo una novela de Nikolái Chernyshevski titulada precisamente con esa pregunta.

Dostoyevski la respondió a su manera: “Ilustración ante todo, ilustración y cultura asiduas. He ahí la única salvación”. Reconoce que hay una clase inculta, y que ésta no puede comprender a las primeras de cambio. Por eso, partiendo desde cero, se pregunta ¿qué se debe dar de leer al pueblo?

Me gusta la palabra que usa Dostoyevski: “ilustración”, más que “educación”, pues esta última ya se devaluó al punto de significar el ABC, el 123, y poca cosa más. A un perro se le puede educar, pero sólo el hombre se puede ilustrar. En la etimología, también gana “ilustración”, que proviene de “luz”, mientras que “educar” tiene su origen en “encaminar” o “liderar”, y me trae la imagen de un burro al que se debe arrear. Quizá la propia vocación de la SEP cambiaría si fuese la Secretaría de Ilustración Pública.

Contentamente andaba yo con la enjundia dostoyevskiana, cuando, oh error, me fui al texto original. Donde la traducción decía “ilustración y cultura”, el original era “грамотность и образование”, “gramotnost i obrazovaniye”, o sea, “alfabetización y educación”. Había sido una vez más el buen Cansinos-Assens, el que había dado al texto mayor dignidad de la que tenía. “¿Qué habrás hecho, me pregunté, con Crimen y castigo? ¿Con Los hermanos Karamazov?

Quizá por eso me gusta tanto leer a Dostoyevski en su versión en español.

Á​SS

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