En su poemario Las derrotas del silencio (Vaso Roto, 2019), Román Cortázar se pregunta: “quién sabe por qué me busco en Galeano todavía / ahora se dice que no has muerto / como el Che Zapata / como Sandino / ¿pero qué es este gran silencio / Eduardo? / mejor dicho / ¿dónde a qué hora nos veremos?”
Eduardo Galeano había muerto el 13 de abril de 2015 en Montevideo, en donde nació el 3 de septiembre de 1940 y fue registrado como Eduardo Germán María Hughes Galeano. Esa fue su ciudad de siempre, a pesar de su largo exilio que comenzó con el golpe de Estado de 1973 y se prolongó hasta 1985.
Galeano había muerto, pero Román lo seguía buscando, recordando en su poesía, convencido de las palabras de su maestro y amigo: “uno escribe para evitar que las personas y las cosas que ha amado se le escapen, se le mueran en las manos, se olviden”.
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Cuando Román tenía veinte años y deseaba ser escritor, su amiga Coral Aguirre, dramaturga, música, maestra, argentina avecindada en Monterrey, le regaló Memoria del fuego, “de un tal Eduardo Galeano”. Un libro —le dijo Coral— “al que no le sobra ni le falta una sola palabra”.
Ese fue el comienzo de su relación con un autor al que ya no pudo ni quiso abandonar —al que los jóvenes de los setenta recuerdan con la nostalgia de aquellos años cuando leían febrilmente a Fuentes, García Márquez, Cortázar, Donoso o Benedetti, aquellos años cuando la literatura les hizo cobrar conciencia de su opresiva realidad, especialmente con un libro que pasaba de mano en mano y que se convertiría en clásico: Las venas abiertas de América Latina, publicado en 1971 por Siglo XXI que ahora, con Eduardo Galeano. Las orillas del silencio, de Román Cortázar, vuelve a apostar por su emblemático autor.
Eduardo Galeano. Las orillas del silencio es un homenaje al escritor de Patas arriba: la escuela del mundo al revés; es un libro que indaga en el pensamiento y en el proceso creativo de Galeano; indaga en su escritura, despojada de todo lo superfluo; en su interés por los más desprotegidos, en su lucha contra el clasismo, el racismo, la desigualdad y todas esas plagas que nos persiguen a través del tiempo y de las más diversas regiones. Este libro, dice Román Cortázar, es una biografía del estilo de Eduardo Galeano.
Román, poeta y ensayista, conoció y se hizo amigo de Galeano, de su esposa Helena Villagra, de sus compañeros de juventud, entre ellos Mario Benedetti y Juan Gelman. Se introdujo en el laberinto que es toda vida para encontrar o trazar el retrato de un creador extremadamente precoz, que a los 15 años era caricaturista del periódico montevideano El Sol para luego incursionar en la escritura con el firme balbuceo de la juventud, buscando siempre la mejor manera de decir las cosas. Persiguiendo a Galeano, Román se volvió visitante asiduo de Montevideo, se encontró con él, frecuentó archivos, bibliotecas, hemerotecas, casas, redacciones, cafés, para ir construyendo poco a poco esta obra en la que habitan el ensayo, la entrevista, la narración, la memoria y, sobre todo el silencio. El libro de Román Cortázar es una invitación a viajar por la vida, el pensamiento y la obra de Eduardo Galeano; es, sin duda, un viaje apasionante en compañía de un personaje que supo conquistar el más grande anhelo de los seres humanos: la libertad.
AQ