Con Tita Valencia, Luisa Josefina Hernández, Marcela del Río, María Luisa Mendoza y Tununa Mercado, se inaugura la colección Vindictas, una propuesta de Socorro Venegas, directora de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM. Se trata de una apuesta por reivindicar —no tomar venganza, como podría insinuar el título de la colección— a escritoras latinoamericanas del siglo XX con obra publicada y sin haberse reeditado en 20 años. Con un primer tiraje de 2 mil ejemplares, el proyecto aspira a renovarse con dos títulos cada trimestre e incluir no solo escritoras, también dramaturgas y mujeres de ciencia. Esta idea, acogida con entusiasmo por Jorge Volpi desde la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM, será retomada en distintas áreas que incluyen la danza, la música y las artes visuales, como una iniciativa integral en un momento clave, cuando la Universidad se ha cimbrado a causa de la incidencia de feminicidios, acoso y abusos.
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La colección Vindictas viene a colocar en el centro las voces de mujeres que quedaron marginadas, a revertir la mirada masculina que a lo largo del tiempo ha desdeñado el trabajo de grandes escritoras cuya obra merecía un lugar preponderante en el canon literario. Y lo hace de la mano de narradoras, ensayistas y poetas nacidas en la década de 1980, quienes acompañan cada edición con un prólogo. Entre ellas, Ave Barrera, coordinadora editorial del proyecto, Nora de la Cruz, Lola Horner, Jazmina Barrera y Claudina Domingo. “Escritoras exhumando a escritoras”, acota Socorro Venegas, “jóvenes que han exorcizado los temores —aún vigentes— de sus antecesoras a través del #MeToo”.
Minotauromaquia. Crónica de un desencuentro desenmascara la relación tormentosa que Tita Valencia vivió con uno de los escritores más encumbrados del siglo XX en México: Juan José Arreola. La concertista, cuya novela se integra de párrafos breves con reflexiones que la asaltaban mientras tocaba el piano, fue vilipendiada por atreverse a exponer a un autor admirado. Claudina Domingo dice en el prólogo: “¿Por qué, por qué el amor femenino ha de tener por todo sostén tan frías, tan húmedas y tan vastas transparencias? […] El error —creo— está en hacer una mística de las relaciones humanas. […] El marido, el amante, la hija te piden, ¡te exigen!, temperaturas normales”. Enseguida un párrafo que confirma el poder narrativo de la autora:
La luna como una bomba de tiempo, como una mina encallada entre las espigas de marzo.Desmiente ese dicho: jamás evacuaste de mí tus tropas de ocupación porque jamás me ocupaste. Agité banderas blancas, acudí yo misma a tu encuentro para entregarte las llaves de la ciudad, y me despojé de mis armas una a una. Tanta gratuidad y disponibilidad te repugnaban. Si sufriste, tu dolor fue el de los sitiadores que ejercen el crimen desde perímetros exteriores, no el del vándalo que saquea, incendia y comparte con el vencido la sed y las ruinas.
E hiciste imposible el pacto.
La publicación de este libro, Premio Xavier Villaurrutia, provocó escándalo en la escena literaria de la época. A partir de entonces, Tita Valencia no volvió a escribir.
De la argentina Tununa Mercado, quien se refugió en México durante la dictadura militar, se publica En estado de memoria, con introducción de Nora de la Cruz. Se trata de una reflexión íntima sobre el exilio, la identidad y la resistencia al olvido. En el capítulo “El frío que no llega”, se refiere al exilio como un “mural riveriano, con protagonistas y comparsas, líderes y bufones, vivos y muertos, enfermos y desposeídos, corroídos y corrompidos, […] y lo que resalta en el paño acotado y lo que vibra en el paisaje es, irremisible, la melancolía”. Más adelante, escribe:
El tiempo del exilio tiene el trayecto de un gran trazo, se extiende según un ritmo amplio y abierto, sus curvas son como las olas, oceánicas y lejanas de las playas, que no tienen rompientes y se parecen más a la idea del horizonte; el tiempo sucede más allá, en otro sitio, se lo oye transcurrir en los silencios de la noche, pero se lo aparta, no se lo quiere percibir porque se supone que el destierro va a terminar, que se trata de un paréntesis que no cuenta en ningún devenir.
Por otro lado, y con una respiración muy distinta, está el libro De ausencia, de María Luisa Mendoza. Quienes conocimos a La China sin duda la recordamos por su chispa y humor. El título, ahora en la colección Vindictas, desborda los límites del lenguaje y, de acuerdo con su prologuista, Jazmina Barrera, “el humor en este libro es parte del gozo pantagruélico que Rabelais habría podido escribir solo si hubiera sido mujer”. Así lo muestra el siguiente párrafo:
¿Sabes, Virgen?, no es cierto que lo vi así, como te digo, de plano en calzones nada más, sino digamos en un cuarto de calzones, cuando los calzones sacan las manos del tiro del pantalón para en el ombligo, no te lo quiero decir con sus propias palabras porque me da vergüenza y unas ganas inmensas de gritar a grito pelado en la feria de San Juan, te digo, como ranchera o pelafustana o desquiciada o borrachita, digo, Virginia, entiéndeme, si hay algo raro, para ser franca y sencilla, en un hombre que conoces un poco, o de plano nada, es la bragueta abierta y los calzoncillos abajo.
Los dos títulos restantes, El lugar donde crece la hierba, de Luisa Josefina Hernández, y La cripta del espejo, de Marcela del Río, son presentados por Ave Barrera y Lola Horner, respectivamente. El proyecto ha sido celebrado por la comunidad literaria en general. Sean bienvenidas estas mujeres valerosas y su escritura aguda, punzante, arropada por sus herederas en un siglo XXI donde se las verá desde otra perspectiva. Aun así, queda en el aire la pregunta: ¿en una sociedad machista, como la nuestra, realmente se ha dado un cambio en la sensibilidad?
ÁSS