“La Virgen de Guadalupe representa la mexicanidad, incluso siendo ateos”

Entrevista

El cineasta mexicano Jesús Muñoz, radicado en Londres, filmó el pasado octubre un documental sobre el mito guadalupano, hablado en náhuatl y con dos actores indígenas, que será estrenado en diciembre de 2022.

Dalia Xiuhcóatl interpreta a Tonantzin Cihuacóatl, la Virgen de Guadalupe, en el documental de Jesús Muñoz. (Foto: Aarón Fernández | Santa Lucía Cine)
Ciudad de México /

El cineasta Jesús Muñoz, sin tener religión alguna, buscó entender la creencia en la Virgen de Guadalupe a través de un documental, en el que escenifica textos de 1524 a 1648 que aluden a las apariciones de 1531, con diálogos en náhuatl de actores indígenas, y a través del cual concluyó que el mito guadalupano, sin ser Historia, “es un historión” que ha dado identidad y cultura a los mexicanos.

Después de su polémico Un filósofo en la arena (2018), sobre las corridas de toros —un tema que vuelve al escenario político debido a la nueva iniciativa legislativa para prohibir el toreo en Ciudad de México—, Muñoz rodó Tonantzin, Guadalupe durante tres semanas en octubre, con la intención de indagar por qué hay una diferencia de 117 años entre las supuestas apariciones y el único relato que da cuenta explícita de ellas, el Nican Mopohua (1648), lapso en el que ninguna autoridad trató el asunto.

“Cierta polémica sí generará el documental, que estará listo para diciembre de 2022. Pero, sinceramente, no es lo que estamos buscando, no nos interesa insultar o afectar la fe de nadie, ni tratar de contestar si la Virgen se apareció o no. Pero Tonantzin, Guadalupe sí evidencia que hay un silencio de 117 años desde que se aparece la Guadalupana en 1531 hasta 1648, que es cuando por primera vez se relata en un documento, con la publicación del Nican Mopohua. Eso es muy fuerte: aparece la madre de Dios en 1531 en Nueva España y ni el virrey ni el obispo ni nadie lo registra, ni siquiera en carta. Es un tema que los historiadores lo saben, pero ninguno lo quiere tocar en público”, explica el cineasta.

En entrevista desde Reino Unido, destaca que por primera vez una película sobre el mito guadalupano está hablada en náhuatl y con dos actores indígenas, que además se presentan ya no como un Juan Diego sumiso ni como una Virgen abnegada, “productos del colonialismo y el cristianismo machista”.

“Ahora que estoy en el proceso de edición, el náhuatl se oye muy bonito, muy melódico, los actores se aplicaron en aprenderse el texto del Nican Mopohua, que está escrito en náhuatl clásico, el de la clase alta y educada de hace 500 años. Rafael Tena, especialista en el idioma, revisó el original y nos ayudó”.

Parte del rodaje del documental de 100 minutos, producido por Aarón Fernández e Imcine, se llevó a cabo en un set de estudios Churubusco en Xochimilco, con los actores y bailarines Dalia Xiuhcóatl (la Virgen) y Juan Antonio Saldaña (Juan Diego), y con entrevistas a historiadores y filólogos como Gisela von Wobester, Rodrigo Martínez Baracs, Rafael Tena y el sacerdote e historiador Juan Carlos Casas, de la Universidad Pontificia, la antropóloga mixe Liliana Vargas Vázquez, la teóloga Ruth Casas, el activista, traductor nahua y académico de la UNAM, Yohualli López, el dramaturgo Miguel Sabido y gente común en la calle, peregrinos de todo el país, “para saber cómo viven el culto y la devoción”.

“Escenificamos cuatro textos históricos, haciendo una interpretación artística en la recreación. Nosotros no estamos tratando de decirte: ‘así fue como ocurrieron las apariciones’. Lo que sí estamos respetando al ciento por ciento es la integridad de las palabras del texto, tanto en náhuatl como las traducciones del doctor Tena. Fuera de eso, Tonantzin, Guadalupe es una interpretación artística mía”, explica Muñoz.

Los textos fueron el Nican Mopohua (1648); El coloquio de los Doce (1524), La Virgen del licenciado Zuazo (1524) y La controversia Bustamante-Montufar (1556). Además, se incluye un poema prehispánico de Cantares mexicanos (traducidos por Ángel María Garibay K. y Miguel León-Portilla).

“Es un poema precioso, súper trascendental, en el que el poeta se pregunta dónde está el Paraíso; lo llevan a él y ahí se pone a cortar flores y las pone en su tilma, como Juan Diego. Tanto en esa imagen como en el relato hay elementos nahuas fuertísimos, con significados que permitieron que funcionara para las culturas que estaban, las que iban llegando y las que se formaron. Es un relato muy bonito”, dice Muñoz, también realizador del documental Frida Kahlo para la cadena de televisión HBO en América

—Después de terminar su filme, para usted, ¿qué representa la Virgen de Guadalupe?

Es un relato, una historia y una imagen que ha pasado por muchas etapas en casi 500 años y seguirá pasando por muchas más. Pero en ellas hay un hecho muy importante que sí sabemos con certeza: donde el relato dice que apareció, en el Tepeyac, era un templo ceremonial mexica. Si tú entrevistas a nahuas hoy, ellos no te dicen que es la Guadalupana, sino Tonantzin Cihuacóatl, ellos la ven como la madre de los dioses. No puedes evitar darte cuenta que el relato y la imagen son sincréticos, mezclan creencias del cristianismo y el mundo prehispánico, y quizás por ello ha tenido un impacto tan fuerte.

Muñoz destaca que el mito guadalupano no sólo fue importante en la Conquista espiritual de las poblaciones que ocupaban Mesoamérica, sino que, como también expone en su documental, influyó en la gestación del orgullo novohispano y decanta en la Independencia de México, donde se vuelve tan fundamental que Miguel Hidalgo porta un estandarte de la Virgen como una primera bandera del país.

“La Virgen se me hace un símbolo positivo que, quizás después de la bandera mexicana, es el que más representa la mexicanidad, que nos permite sentirnos unidos, bajo una misma identidad, incluso siendo ateos. Y eso es un logro muy valioso dentro de un país tan diverso.

“Es una imagen súper potente porque ha servido a muchos propósitos religiosos, políticos, culturales, que nos han dado una identidad como mexicanos. Como decía Ignacio Manuel Altamirano, ha servido a católicos, ateos, españoles, indígenas, conservadores, liberales...”, recuerda el documentalista.

Jesús Muñoz (derecha) con los actores Dalia Xiuhcóatl y Juan Antonio Saldaña. (Foto: José Juan de Ávila)

—¿Cómo cambió su percepción del mito durante la filmación?

Yo no soy religioso de nada, soy agnóstico. Pero, siempre que veo a la Virgen de Guadalupe me identificó con ella; es como la bandera, como ver un plato de mole… México es una de las culturas más distinguidas que hay en el mundo y yo sí estoy muy orgulloso de ser mexicano, más ahora que vivo en el extranjero. Y para mí la Virgen de Guadalupe es algo muy bonito y muy importante, no porque crea que se apareció o que es la madre de Jesús, sino simplemente porque es un relato y una imagen que nos representa como mexicanos y nos da valor y nos refleja. El ser humano se distingue de otros animales por su capacidad de crear historias y de creerse esas historias, que pueden ser superficiales o profundas. Y la Virgen de Guadalupe es un historión. ¿Que es un mito? Sí, los mitos no son Historia científica, pero también cumplen esa función de darnos una brújula, un significado y de tratar de responder preguntas como quiénes somos, adónde vamos y por qué estamos aquí. Es uno de los mitos y relatos más recientes y es particularmente bonito, porque se da en conjunción de dos culturas y produce otra.

Uno de los aspectos novedosos de Tonantzin, Guadalupe es la participación de actores de origen indígena —aunque ya en De la Calle (Gerardo Tort, 2001), Dolores Heredia interpreta a la Guadalupana en los alucines del protagonista—, que aprendieron sus diálogos en náhuatl, para los cuales Muñoz contó con el casting y el apoyo en los ensayos de Rocío Belmont, una de las mayores especialistas del país.

Tanto Dalia Xiuhcóatl (la Virgen) y Juan Antonio Saldaña (Juan Diego) memorizaron palabra por palabra y luego oración por oración sus diálogos en náhuatl con base en el texto del Nican Mopohua, con apoyo de Yohualli López, que les corregía el acento y otras dificultades de un idioma tan complejo.

“Ambos fueron muy profesionales, no como periquitos repitiendo algo que no saben qué significa, sino que lo internalizan. Se ve y escucha muy padre. Juan Antonio Saldaña, es súper talentoso, muy profesional. Y me gusta que él se aplicó a hacer una representación no del Juan Diego indígena sumiso, agachón, de las películas de los sábados, sino un indígena orgulloso, fuerte, muy en línea con su cultura, no soberbio ni arrogante, pero cero sumiso. Si tú eres el indígena al que se le aparece Tonantzin Cihuacóatl, algo has de tener. Vamos a ver un Juan Diego diferente y ya era hora de dejar de representar a la cultura indígena bajo los esquemas del colonialismo, ya estuvo bueno de eso.

“Y Dalia Xiuhcóatl es una actriz muy guapa, los dos tienen rasgos nahuas, indígenas ciento por ciento, ella también es bailarina. Se puso a investigar y buscó la imagen de una Virgen de Guadalupe más fuerte, si tú fueras un indígena de 1531 al que se te aparece la virgen no te imaginas a una europea, sino a alguien como Dalia Xiuhcóatl. El cristianismo sí tiene esa médula de un machismo en el que se representa a las vírgenes como sumisas, sacrificadas, abnegadas. Por un lado, está Eva, la tramposa, la chueca, la que engaña a Adán, la mentirosa; por el otro, las mujeres que se tienen que portar bien, de entrada, ser vírgenes. Con Dalia Xiuhcóatl tratamos de alejarnos de eso”, subraya Jesús Muñoz.

—¿Y en su documental se resuelve qué pasó en esos 117 años de silencio sobre las apariciones?

No, no se resuelve, lo único que encontramos es esos tres textos anteriores al Nican Mopohua, que escenificamos.

—Sin embargo, después de lo que me ha contado ¿el mito guadalupano terminó siendo también Historia?

El mito, desde el punto científico, a cómo se inventó el concepto de Historia a raíz de la Ilustración, pues no, no califica como Historia, porque no hay ningún documento que lo avale. Esa es la controversia. Pero, desde el punto de vista de para qué sirven las historias y para qué sirven los mitos, para qué los usan los humanos, pues ‘uta, la Virgen de Guadalupe es un historión, porque nos ha dado cultura, patria, unidad. Y eso es lo que a mí se me hace importante. Ahora con la pandemia tiene, además, otro valor el relato, darnos cuenta que no somos nada y entonces piensas “de dónde me agarro”. Y la devoción y la fe es también lo que tenemos para ello.

AQ

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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