El teatro se concreta en la escena, pero suele comenzar su camino en un texto dramático. Por ello, en el Día Mundial del Teatro y mientras se reabren por completo las salas para acercarnos a esta propuesta, vamos a darnos una vuelta por obras que nos ofrecen un panorama de la relación entre el arte escénico y su forma de libro.
Para comenzar, qué tal Yerma, obra de uno de los poetas más importantes no sólo de la literatura española, quien buscó darle distintas salidas a sus preocupaciones poéticas y dramáticas: en esta pieza, Yerma está incompleta porque no tiene, ni va a tener, un hijo.
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“Sin embargo, le falta mucho más, todo aquello que lo haría posible: el amor, la ternura, la compasión, la pasión, la liberación y la curiosidad de explorar la experiencia que se encuentra más allá de los límites familiares”.
Castalia Didáctica cuenta con una versión de Yerma y una edición a cargo de Antonio A. Gómez Yebra, quien no sólo ofrece una introducción, sino además notas y llamadas de atención, orientaciones para el estudio y notas textuales de una de las piezas dramáticas en la obra de García Lorca.
Críticas a los poderes de su tiempo
Ahora vayamos un poco más atrás con El villano en su rincón (Castalia Clásicos, con una edición de Juan Antonio Martínez Berbel), de Lope de Vega. Conocido uno de los escritores más importantes de la historia de la literatura española y dueño de una vida polémica –algunos biógrafos aseguran que muchas veces alejado de las normas y la moralidad del momento”, el poeta y dramaturgo se encargó no sólo de contar sus aventuras, sino incluso, de hacer críticas a los poderes de su tiempo.
Ello sucede con El villano en su rincón, donde cuenta la historia de un plebeyo rico, “que acumula todas las buenas cualidades que se podían exigir a un buen vasallo de la España imperial”, quien es visitado por el rey, en lo que se convierte en una aproximación al uso del poder durante el Siglo de Oro.
Una de las figuras más destacadas del teatro español de la primera mitad del siglo XX lo fue Enrique Jardiel Poncela (Madrid, 1901-1952), parte de lo que los historiadores han llamado “la generación inverosímil”, y considerado como el renovador del humor español moderno.
De este periodista, guionista cinematográfico, novelista y autor teatral, Editorial Funambulista publicó el volumen Teatro irrepresentable, en donde se conjuga una de las búsquedas del escritor español: “Al teatro voy a darle un padre llamado humorismo y una madre llamada poesía, de los cuales sólo puede nacer el humorismo auténtico”, escribió en distintas ocasiones.
Un dramaturgo que, en el desarrollo de sus tramas, ofrece situaciones imprevistas, efectos emocionales y sorprendentes, personajes misteriosos, en gran parte porque tuvo la habilidad de combinar siempre el humorismo con la poesía, con lo cual generó una escuela de “seguidores e imitadores que continúa hasta el día de hoy”.
Ya para cerrar un fin de semana de teatro, en especial para aquellos que prefieren esperar a que las condiciones sean distintas, vamos a acercarnos a Lear. La gran imagen de la autoridad (Vaso Roto Ediciones), de Harold Bloom.
Personajes más conmovedores de la literatura universal
Polémico en la construcción de su canon, pero respetado por la profundidad de sus reflexiones, Bloom ofrece en este libro el acercamiento a uno de los personajes más conmovedores de la literatura universal, el arquetipo de “la caída de la autoridad y el paradigma de la deposición del amor filial en pro del poder”.
Una revisión en 17 capítulos que buscan contribuir en la interpretación de Shakespeare, pero al mismo tiempo con contar con una lectura más actual del drama y, en diferentes momentos, dentro de su relación con Hamlet, el rey de Dinamarca.
En esta mirada contemporánea, Harold Bloom plantea en Lear. La gran imagen de la autoridad una pregunta: “si, al igual que Lear, no deberíamos todos llorar por haber venido a este gran teatro de locos”. Una cuestión que bien podría lanzarse en un tuit en la actualidad, aun cuando esa reflexión la hizo Shakespeare en 1605.
lnb