La herbolaria mexicana: los remedios ancestrales y los usos en la actualidad

En el libro Plantas del Anáhuac, de Abigail Aguilar, se encuentran curas contra el dolor de ojos, los parásitos, fiebre, epilepsia, hemorragias, entre una larga lista para conocer la variedad de la flora medicinal.

Con el matlalxochitl nació el interés de Abigail Aguilar por las plantas medicinales. A la der. la ilustración de esta planta.
Israel Morales
Monterrey /

La herbolaria mexicana tiene en Abigail Aguilar Contreras a su máxima investigadora. El libro Plantas del Anáhuac (INBA-Escuela de Diseño) es una visión que abarca sus vivencias personales, desde los primeros contactos con las plantas, las regiones en donde se dan, la historia y tradición, hasta los fines de cura y terapéuticos que provee esta flora medicinal de México.

Con ilustraciones de Carlos Incháustegui y Magdalena Juárez se aprecian en su magnitud los pasajes de Abigail desde los orígenes, ya con la primera planta con la que empezó su trayectoria en Acajete, Puebla, donde vio los pétalos de chicalote (chicalotl), “que son como mariposas que vuelan a través de los árboles de tejocote”, en el pueblo que recorrió en su infancia. El chicalote se usa desde tiempos ancestrales, y se menciona en la obra que en 1547, Fray Bernardino de Sahagún escribió que para curar el dolor de ojos es bueno aplicar la leche de esta planta. En estos días se utiliza como tratamiento tópico para distintos padecimientos de los ojos y la piel. También se le da un uso ritual, ya que de acuerdo a documentos históricos quizá tenga efectos alucinógenos debido a la presencia de alcaloides, sustancias que pueden llegar a ser tóxicas.

Pero ya entrados en remedios, si se requiere desparasitarse, bajar la fiebre, aliviar el empacho, etcétera, el cempasúchil (cempoalxochitl), que con todo su colorido, en especial en Día de Muertos, esconde propiedades que además en los abundantes cultivos se les da como alimento para las gallinas, “cuya carne y huevos se tiñen del color de esta flor” (pág. 20).

El macpalxochitl fue el árbol que le dio la bienvenida a la ciencia, porque el también conocido como árbol de flor de manita es el que está a la entrada del Instituto de Biología, donde la autora entró a estudiar en 1968. Desde luego su uso es ancestral, que el “Códice De la Cruz-Badiano indica la utilización de la corteza y las hojas para curar las afecciones de la región púbica. En la actualidad la flor de manita es empleada en el tratamiento de la epilepsia y las enfermedades del corazón” (pág. 24).

Este Códice del siglo XVI fue el que agudizó el interés de Abigail Aguilar por la etnobotánica al contener información útil sobre plantas que valía la pena rescatar. Cuando hizo su tesis, el profesor Rafael Martín del Campo le sugirió que enfocara su atención en las plantas que atendieran padecimientos oftalmológicos, y una de esas plantas fue la hierba del pollo, flor azul o matlalxochitl que, de acuerdo a lo que menciona Abigail, Martín de la Cruz lo consigna como auxiliar para curar la irritación ocular debida al calor y que Francisco Hernández indica que su raíz machacada también “era útil para eliminar tumores, disminuir el exceso de sangre y mitigar el calor.

“En la actualidad, los tallos y las hojas de la planta se usan parar hemorragias de cualquier parte del cuerpo, incluso las que se presentan después del parto, y solo se emplea el líquido obtenido de las flores para curar las irritaciones oftalmológicas” (pág. 29). Cuando conoció el matlalxochitl, también llegó a su vida Miguel Ángel Martínez Alfaro, con quien se dieron los efectos bioquímicos del enamoramiento.

La hierba de la mujer

Desde luego la tradición las llama curanderas, pero Abigail Agilar prefiere decirles sabedoras, como a quien conoció en 1976, que además era partera del lugar al que acudió a explorar sobre las propiedades curativas de las hierbas. María Mata la ayudó a conocer las plantas medicinales de la zona de Huasca, Hidalgo, y una que guarda en sus registros porque representa su nacimiento como investigadora fuera de las aulas es la hierba de la mujer o cihuapatli, del náhuatl cihuatl (mujer) y patli (medicina).

“El uso medicinal del cihuapatli es exclusivo para las mujeres. Martín de la Cruz decía que ‘cuando una mujer tiene dificultad para eliminar el feto, o simplemente, para facilitar el parto, beba un medicamento hecho de corteza de árbol cuauhalahuac y de la hierba cihuapatli, molidas en agua; con una piedra que se llama extetl’.

“Francisco Hernández es más específico en su empleo para este fin y menciona que el cocimiento o jugo de la planta se administraba a las parturientas en dosis de dos o tres onzas con muy buenos resultados, pues daban a luz más fácilmente. Este uso continúa en la actualidad en medios rurales” (pág. 33).

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