El artista plástico y grabador Adolfo Mejía Calderón, mejor conocido como Adolfo Mexiac, nacido el 7 de agosto de 1927, en Cuto de la Esperanza, Michoacán, murió a los 92 años de edad. Fue un hombre reconocido por su coherencia de principios, su pensamiento progresista y por siempre anteponer su espíritu rebelde frente a las instituciones.
Reconocido en todo el mundo por su grabado “Libertad de expresión”, que muestra a un hombre amordazado con una cadena —bandera empleada por estudiantes mexicanos y franceses en los movimientos de 1968 y símbolo utilizado por los campesinos liderados por el activista César Chávez, en Estados Unidos—, es velado en la funeraria Naser, en Cuernavaca, Morelos.
Su esposa, Paty Salas, quien también es escultora, dio la noticia a familiares y amigos. Compartió que la última voluntad de Mexiac era que lo incineraran para que sus cenizas serán esparcidas en el mar. El deseo será cumplido por las autoridades del gobierno de Colima, que se comunicaron con la viuda del artista para ofrecerle un homenaje y proponerles que sus cenizas descansen en la playa de Cuyutlán, una población localizada en el municipio de Armería.
A diferencia del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) y de la Secretaría de Cultura —que solo publicó un tuit—, cuyos titulares no llamaron a la esposa del maestro Mexiac para ofrecer sus condolencias o para recordar al gran artista de la gráfica, comentó la propia viuda.
Su relación con Colima obedece a que Mexiac donó gran parte de su obra gráfica a esa entidad, misma que se exhibe en el Polifórum Cultural Mexiac. Esta complicidad todavía dio frutos, ya que en 2018 la Universidad de Colima le otorgó el doctorado honoris causa.
Cuestionamiento constante
En vida, Mexiac, quien fue miembro desde 1997 de la Academia de las Artes, cuestionaba que México estaba sometido a “las políticas del imperio norteamericano: su prestigio está por los suelos y, sumado esto a la corrupción imperante, él —gobierno— no respeto de los Derechos Humanos, pues las fuerzas gubernamentales policiacas y del ejército llevan a cabo desapariciones forzadas, ejecuciones sumarias, asesinatos en colusión con los criminales cuyos cárteles de la droga se llegan a confundir con las mismas autoridades del orden”.
La educación pública, sostenía Mexiac, uno de los artistas mexicanos más importantes del siglo XX, debe ser el eje del desarrollo integral del país, donde afortunadamente la cultura está muy arraigada y es profunda.
“En lugar de fomentar la dependencia alimentaria, hay que fomentar la autosuficiencia, eso nos hará más libres. Estoy seguro que la mayoría de los mexicanos queremos otro país, un país protector de sus habitantes, respetuoso de los derechos de todos, no una dictadura dirigida por militares y políticos corruptos; un país donde se estudie con libertad y se apoye en todas las expresiones de las distintas artes, ya que las huellas culturales son verdaderamente perdurables”.
Cada vez que tenía oportunidad exponía que, “en los últimos decenios, los gobiernos han enajenado las sierras mexicanas y han permitido su explotación de las minas a cielo abierto, destruyendo la tierra, dejándola improductiva por el envenenamiento del que han sido objeto, y ahora nos quieren dejar sin memoria histórica”.
Todavía el año pasado el Museo Nacional de la Estampa le rindió un homenaje nacional con una exposición.
El legado
Mexiac estudió en la Escuela de Bellas Artes de Morelia, Michoacán, posteriormente se inscribió en la Antigua Academia de San Carlos, en Ciudad de México y también está registrado su paso por la Escuela de las Artes, la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, y la Escuela de las Artes del Libro, actualmente Escuela Nacional de Artes Gráficas.
Fue discípulo de Leopoldo Méndez, Pablo O’Higgins y de José Chávez Morado. El reconocido grabador e ilustrador, siempre comprometido con las causas indígenas, laboró en el Instituto Nacional Indigenista, donde tuvo la oportunidad de diseñar cartillas bilingües, es decir, material didáctico para la integración de las comunidades indígenas.
Su obra ha sido también valorada en el extranjero, por su fuerza expresiva, técnica, temática social y carga poética. Recibió homenajes nacionales en México por el INBAL, en los museos Nacional de la Estampa y Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, entre otros, y en Estados Unidos. Además de las naciones mencionadas, su obra se ha expuesto y reconocido en la antigua Yugoslavia, Italia y Chile.
En su haber cuenta con la serie de grabados que realizó para algunos textos de Rosario Castellanos y Max Aub.
Creación
En el Palacio Legislativo de San Lázaro se puede observar La historia constitucional de México, grabado mural en madera.
Otras obras
Creó cinco murales más en la Universidad de Colima y dos en Argentina. En su estado natal pintó la obra mural “Las montañas de Michoacán”.
Resguardo
La mayor parte de sus creaciones se puede admirar en el Polifórum Cultural Mexiac, en Colima, donde se preservan alrededor de 2 mil estampas del artista.
Medio de protesta
Se le recordará por sus aportaciones artísticas y por hacer del grabado un recurso como medio de protesta.