México, poco a poco, está retomando la “nueva normalidad”. Los más de cien días de aislamiento significaron para unos depresión, para otros trabajo a distancia o desempleo, miedo o incertidumbre que redundó en una lógica de guerra contra el virus, que, al ser invisible, se trasladó a lo tangible, contra personal sanitario y en protestas violentas por las falsas noticias que señalaban que el covid-19 se estaba esparciendo durante las tareas de sanitización.
Pero, más allá de esas situaciones particulares, el entorno político y social del país se ha agravado; la pandemia ha sido de tal magnitud que aceleró todos los conflictos y crisis que se viven. Es como “un embudo que concentra, presiona, potencia y acelera las conflictividades y problemáticas estructurales previas”. La “nueva normalidad” tendrá muchas anormalidades, advierte Miguel Álvarez Gándara, comunicólogo de profesión, mediador de vocación, como él mismo se define, y presidente de Servicios de Asesoría para la Paz, A. C. (SERAPAZ).
En tu papel de mediador de conflictos, ¿qué es lo que más te ha llamado la atención de marzo a la fecha?
La experiencia de encierro nos deja ver una sociedad muy informada y más politizada, en la que no hay plática, mesa ni telefonazo en que el tema no sea la pandemia. Todos opinamos acerca de lo que pasa y de cuál es la estrategia correcta. Esta sobredosis de información por la que todos hemos pasado, nos ha llevado a una mayor "expertización" de la enfermedad y del qué hacer. Y hoy, esta preocupación se ha ligado con la polarización que vive el país, acelerando las otras conflictividades. Por eso, no podemos decir que regresamos a la misma realidad, como tampoco que regresa la misma sociedad. Algo nos pasó, en todos los estratos, niveles y rincones; no hemos vivido una experiencia menor.
¿Dónde has notado los cambios más significativos?
Entre las comunidades y sujetos vulnerables, en zonas indígenas, donde están aprendiendo a manejar los nuevos retos, en su propio terreno, no en el de los límites institucionales; ahí, donde no se tienen respuestas ni infraestructuras, ni hospitales, ni tecnologías, hay un dramático fenómeno de generación de alternativas a cargo de las propias comunidades, de los mismos pobres.
Por tanto, tendríamos que reconocer que hay sectores sociales a los que la pandemia lleva a niveles y retos más profundos, más graves y de mayor preocupación. Aquí cabe la imagen de una escalera, en la que tenemos en el primer escalón todos los reflectores y toda la visibilidad, pero sin que se vean los otros niveles, agendas y actores sociales que son parte de la realidad. Se requiere comprender el peso que tienen, aunque no se vean mediáticamente.
¿Cuál crees que sea la clave para enfrentar estos nuevos retos?
La primera clave va a estar en la madurez de los actores porque se vienen fases muy complejas; se van a abrir más carriles y más agendas de disputa y conflictividad. Ahora, en México, no están construidas las condiciones, procesos y procedimientos de diálogo e interlocución. La lógica de la batalla es de crítica más que de propuesta, y de confrontación más que de construcción. Por eso, para mí, como constructor de paz, la clave, me parece, está en fortalecer actores y en generar condiciones de diálogo. No podemos cosechar lo que no se ha sembrado; yo creo que la clave vuelve a estar en el arte de comprender los temas particulares para generar una visión de conjunto. Imagina la gran carpa de un circo que cobija sus distintas pistas, soportada por fuertes ejes comunes; una carpa que acuerpa los espacios diferentes. Yo pienso que no tenemos ese nivel de conjunto, solo muchas pistas dispersas. El punto es que solamente con diálogo puede lograrse esto.
¿Hay algo qué rescatar de la anterior normalidad, qué podemos hacer en conjunto?
Viene la etapa crucial para aquellos que estamos sin tomar partido en la polarización. Debemos pensar juntos y juntas por dónde pudiera haber una ruta hacia un diagnóstico en que pudiéramos converger. Ahorita no hay una agenda mínima común, cualquier tema se polariza. Si no vamos construyendo instrumentos de esta ruta, piedra por piedra, que permita ir construyendo las posibilidades y procedimientos de un diálogo, México va a agregar a sus crisis, la crisis política, y este es, tal vez, el reto principal para la construcción de paz. Debemos convertir la denuncia y la queja en base de propuesta, poder mirarnos como necesarios y complementarios en esta etapa. Para mí esa es el reto estratégico y alternativo que la mirada de paz nos exigiría priorizar.
¿Qué opinas de la estrategia para contener la pandemia?
En mi opinión, los gobiernos en general han equivocado la estrategia al considerar a la pandemia como una situación de guerra; porque ¿quién es el enemigo? Al bicho no lo vemos, pero al vecino sí, y esta distancia y este temor se pasa contra el otro, porque es el que me puede contagiar y dañar. Esta enemistad ha trasladado la batalla contra los sujetos, individualizando lo que debiera ser colectividad y solidaridad ante los retos comunes. Y de nuevo, se cosecha lo que se siembra…
Con esta radiografía que has hecho en lo político y social ¿qué pronosticas en corto plazo?
Vienen choques de trenes; el Tren Maya, el canal transístmico o la crisis hospitalaria, vienen porque no se pudieron construir respuestas ni hay cambios en las condiciones concretas de su conflictividad. Hay situaciones que ahorita uno podría llamar “crónica de una conflictividad y de un deterioro anunciado” ¿En qué momento se siembra otra ruta? ¿Hasta que estalle otra confrontación, o es ahora cuando hay que ir construyendo los otros escenarios? La etapa que viene está marcada por estos riesgos. Por eso, tal vez es el momento de alzar la mano, humildemente, para decirle a todas y todos (políticos, empresarios y sociedad) que todos tienen razón, pero que no podemos seguir así. Necesitamos otra racionalidad, todas y todos cabemos; veamos la manera en que quepamos, ordenemos las energías. Los procesos de paz han sido sabios en la historia del mundo, contamos con lecciones y procedimientos que podemos recuperar y adecuar.
En plena emergencia sanitaria, jóvenes salieron a protestar por la represión policiaca. ¿Cuál es tu lectura?
Mientras la lógica sanitaria recomienda el aislamiento y la distancia, las movilizaciones actuales muestran que las sociedades defienden, más allá del riesgo individual, el carácter colectivo tanto de sus identidades como de sus retos estructurales. El individualismo no prevalecerá, ese es un gran mensaje. La ciudadanía activa no es parte del problema, ¡sino de la solución!
Finalmente, creo que poner toda la transformación nacional en el eje de la corrupción está lastimando el sentido organizativo del pueblo, comunidades y actores sociales.
Se debe entender que no todo lo organizado es corrupto, desorganizar no limpia.
La transformación de fondo ¡no es tarea solo del gobierno! Si no se convierte en acción y cultura colectiva, el proceso de cambio durará solamente lo que dure un liderazgo político en el poder.
PerfilMiguel Álvarez Gándara
Presidente de SERAPAZ. Nació en Ciudad de México en 1952, fue secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Intermediación y es asesor en conflictos nacionales, latinoamericanos y de procesos de paz en 17 países. Entre otros reconocimientos, ha obtenido el Premio Compromiso Social UIA 2016 y Premio Nacional de Derechos Humanos 2017.
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