Además de mostrar el proceso de la evolución de la bicicleta, desde la máquina andante de Karl Drais, pasando por el fraude del francés Louis Baudry de Saunier, los velocípedos de ruedas altas y los triciclos victorianos hasta los nuevos modelos de fibra de carbono, el Museo de la Bicicleta Antigua y del Objeto comparte su acervo con otras instituciones e incluso con particulares.
Domenikos Ruiz Muñoz, curador del citado museo que se localiza en la ciudad de Puebla, expresa que es un recorrido por los más de 200 años de la invención de la bicicleta.
“Un dispositivo de origen alemán que se convirtió hoy en día, totalmente, en un símbolo universal de la libertad, de la independencia y, actualmente, en un apoyo en la lucha por el cambio climático”.
Destaca que es un museo vivo, en el cual todos los objetos funcionan lo que permite que el visitante pueda aprender, “pero también desarrollar sensaciones”.
Recuerda que la importancia de este medio de transporte no solo fue su contribución a la movilidad, sino que también marcó el inicio de otros inventos ya que gracias a la también conocida como draisiana, se inventó el automóvil, la motocicleta, la aviación y es responsable de la creación de las leyes viales.
“El reglamento de tránsito fue diseñado y es aplicable a la bicicleta (…) No es necesario hacer un reglamento para bicicletas porque este fue inventado y diseñado para los usuarios de bicicletas a finales del Siglo XIX en México”.
Evoca que los conflictos entre ciclistas, así como entre estos y peatones, derivó que se pusiera un orden “tanto de impuestos como de reglamento”.
De igual forma, recuerda que el invento del barón alemán Karl Christian Ludwig Drais von Sauerbronn en 1817, la Laufmaschine o “máquina andante”, también provocó que las vialidades se transformaran de ser de piedra al pavimento.
Respecto a las sensaciones, dice que le llama la atención las reacciones de los visitantes al encontrarse de pronto con las bicicletas “que fueron de su abuelo o su papá (…) mi papá fue lechero o repartidor de periódicos en su infancia o juventud, fue afilador de cuchillos, un sinfín de oficios que la bicicleta facilitaba”.
Añade que este artefacto ha sido parte importante en el desarrollo de las personas. “Todos tienen una historia que contar, seguramente en algún punto hay una historia dentro de esas bicicletas”.
También destaca que les atrae el hecho de que estos objetos estén retornando a los materiales con que se fabricaron.
“Si en algún momento fueron de madera ahora se intenta regresar a ello, tal vez no sea lo más conveniente por la tala de árboles pero se sigue buscando otros materiales alternativos para prescindir del metal, como lo es el plástico, el bambú, el cartón (…) algunos utilizan materiales reciclados y eso es muy bueno”.
Para mostrar los orígenes de este vehículo, cuenta que se hizo de una reproducción de la Laufmaschine y junto con ella hay alrededor de 126 a 130 diferentes velocípedos que están en exhibición desde hace ocho años. “Desde la máquina andante hasta la bicicleta de carbono”.
Aunque precisa que su acervo es de mil 626 modelos diferentes, de los cuales más de 200 se están exhibiendo mientras que el resto se están restaurando o en otros museos ya que realizan intercambios con ellos e incluso llegan a prestarlas con instituciones y particulares.
Destaca que a la par de la muestra permanente que aborda la historia del diseño aplicado a la bicicleta, cuentan además con más de 4 mil 500 objetos de literatura, pintura, juguetes, cámaras y relojes.
Da a conocer que en la exhibición, que tiene lugar en la privada Miguel Hidalgo número 6 A en la colonia Benito Juárez, en la junta auxiliar de San Pablo Xochimehuacán, se puede observar modelos que fueron desechados por su poca viabilidad, “así como piezas o reproducciones que no existen en ningún lugar del mundo más que como reconstrucción ya que sus inventores solo desarrollaron una sola pieza”.
Dice que en esos casos para lograr su rescate fue necesario hacer una investigación, “recabar lo que más se pueda de testimonio gráfico o dibujado que hay y por medio de eso hacer un levantamiento y desarrollar un modelo que la gente pueda ver físicamente y pueda entender cómo funcionaba”.
Informa que en su colección tienen bicicletas de 1862 que les han pertenecido de generación en generación. Algunas otras las obtuvieron en Francia, Inglaterra, Alemania, Estados Unidos, Centroamérica y Sudamérica, entre otros sitios.
Señala que además de mostrar la evolución de este artefacto, también narran su historia “y la historia no verdadera, porque la bicicleta tiene tantas historias que son mentiras y ficciones, que a su vez la han vuelto muy rica”.
Entre las piezas que poseen, anota al triciclo de 1872 de origen inglés como uno de los más atractivos o peculiares, ya que es el primero que utiliza un sistema de cadena y de ese surge o le hereda a la bicicleta ese mecanismo.
“La cadena y las estrellas, los pedales con cadena, porque al principio los velocípedos de rueda alta tenían los pedales integrados en la rueda principal, no tenían la cadena, así que gracias a la invención del triciclo con cadena, que fue inventando para las mujeres, la bicicleta se transforma de ser tan alta, voluminosa y tan grande a ser más pequeña, más práctica y, sobre todo, a ser más fácil de manejar, porque eran muy complicadas las grandes”.
El ingeniero de profesión también destaca al velocípedo de rueda alta que tienen en muestra. “(Tiene una) rodada de 60 centímetros, es lo más alto que se llegó a fabricar en Inglaterra y Francia en el Siglo XIX. Es una Emmy de Clément de origen francés con sistema de martillo frontal, pedal fijo, o sea tenían que estar pedaleando todo el tiempo, una bicicleta muy complicada de manejar. Lo que destaca de esta bicicleta es su dispositivo o sistema de alumbramiento. Es una lámpara de vela, por debajo tiene un orificio donde se introduce una vela, se le ponía un pernito para que no se cayera, se prendía y con las lupas, con el cóncavo y convexo que tienen aquí, el de adentro es un reflejante y con ello incrementaban la pequeña luz”.
Precisa que el objetivo de la lámpara no era tanto el iluminar el camino del usuario, sino ser vistos por las carretas, carruajes o peatones en el transcurso de la tarde a la noche.
“Imagínense caer desde esta altura, es algo netamente letal. Voy sentado aquí y mi cabeza va más arriba. Caer desde esa altura es caer prácticamente de cabeza desde un piso”.
Acota que entonces había lámparas de gas y acetileno, “pero lo primero que aplicaron fueron pequeñas lámparas de velas, muy prácticas y funcionales”.
Informa que esa bicicleta la rescataron y trajeron desde Nancy, Francia, hace 25 años. “Nos enteramos del rumorcito y fuimos indagando y la conseguimos”.
Otro modelo al que tiene admiración es la que está relacionada con el francés Joseph Nicéphore Niépce, el cual inventó junto con Louis Daguerre, el primer proceso fotográfico.
“Aquí tenemos una réplica de su velocípedo tipo draisiana de 1818 (…) la relación entre la bicicleta y la fotografía se sintetiza en este modelo, la draisiana que él inventó a raíz de que se enteró de los esfuerzos de Karl Drais por hacer un vehículo con el cual él se pudiera trasladar de manera más cómoda, sentado. A Joseph Nicéphore Niépce le atrajo mucha esta idea, que su hermano Claude, quien se encontraba en esos momentos en Alemania, le trasmitió a través de cartas, donde le platicó de este dispositivo”.
Agrega que fue así como Joseph decidió desarrollar su propio modelo inspirado en lo que le describió su hermano.
Detalla que tiene un asiento ajustable, un volante, una dirección, tiene pedales, pero carece de frenos. “Y con este artilugio a través de los campos de Francia, donde vivía, se trasladaba de manera cotidiana. Pero lo interesante es que estuvo a punto de convertirse en el inventor de la motocicleta porque en 1802 inventó un pequeño motor a vapor que llamó pireolóforo. En una carta le trasmitió a su hermano que iba a adaptar ese motor a su draisiana para no tener que dar zancadillas o pasos con ella y poder trasladarse con la energía que producía su motor. Esa idea, porque se centró en el desarrollo de la fotografía en 1819, la dejó de lado y ya no la concretó porque a los pocos años después falleció”.
Dice que se le considera el precursor de esa idea porque las piezas originales, draisiana y motor, junto con la carta se encuentran en un museo.
“Otro dato interesante es que Niépce introdujo en el diccionario la palabra velocípedo, del latín que significa píes rápidos, con ese tecnicismo o definición, describe cualquier dispositivo que sea accionado con las piernas a la fuerza muscular de una persona”, concluye.
mpl