Museo del Desierto, acercamiento al pasado

Entre las principales atracciones del recinto se encuentran los esqueletos pertenecientes a un tiranosaurio rex, un hadrosaurio y un quetzalcoatlus.

En 1999 el arquitecto Francisco López construyó esta pinacoteca para difundir las características de las áreas áridas más grandes que existen en Méxic
Los grandes dinosaurios, como el T-rex, son los más taquilleros en el sitio, aunque albergan frutos, fauna pequeña y reptiloides.
El mamut (derecha) también es parte de la colección de El Museo Del Desierto.
Increíble pensar que especies como el hadrosaurio se hayan encontrado en 1985 en Coahuila.
Jesús Alejo Santiago
Saltillo /

Una de las explicaciones científicas del surgimiento de los desiertos habla de que, al existir montañas muy elevadas, se detiene el paso del viento y de las lluvias. El gran desierto chihuahuense se encuentra entre la Sierra Madre Oriental y la Occidental, considerado como el más grande en Norteamérica y el segundo con mayor diversidad a escala mundial.

Se trata de un territorio compartido por México y Estados Unidos que se extiende a lo largo de 630 mil kilómetros cuadrados, en los estados mexicanos de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Durango, Zacatecas y San Luis Potosí y, en Estados Unidos, en Arizona, Nuevo México y Texas.

De acuerdo con datos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por su sigla en inglés), en el desierto chihuahuense viven 350 de las mil 500 especies de cactáceas conocidas en el mundo. La diversidad nativa de esta región incluye 333 especies de aves, 23 especies de peces y 76 especies de reptiles y anfibios.

Una pequeña parte de esa riqueza se encuentra en el Museo del Desierto, ubicado en Saltillo, Coahuila, creado en 1999 con el arquitecto Francisco López Guerra, cuyo objetivo principal es difundir el origen y las características de los desiertos en el mundo, en especial los tres más grandes que existen en México: el chihuahuense, el sonorense y el poblano-oaxaqueño.

“Es un esfuerzo coordinado por el gobierno del estado, pero en el que hay recursos de la iniciativa privada, el cual tardó algunos años en gestarse porque la gente pensaba que la ciudad era muy pequeña para un museo con estas dimensiones. Lo que vino a hacer el museo es que detonó el desarrollo turístico de la capital del estado de manera considerable; de hecho, somos el primer motivo de visita a la ciudad.

“Pero más allá de todo eso, el recinto ha contribuido a generar un mejor conocimiento del desierto. La sociedad se ha dado cuenta de que no es un espacio carente de vida, sino que se trata de un lugar pródigo que, simplemente, tiene otros ritmos para mostrarse”, explica Claudia Luna Fuentes, directora de Divulgación Científica y Proyectos del Museo del Desierto.

El recinto se diseñó alrededor de cuatro pabellones denominados El Desierto y su Pasado; El Hombre y el Desierto; Evolución y Biodiversidad, y Ecosistemas: Laboratorios de la Vida, si bien entre las principales atracciones del museo se encuentran los esqueletos de un tiranosaurio rex, un hadrosaurio y un quetzalcoatlus.

Tierra de dinosaurios



Hay quienes hablan de Coahuila como tierra de dinosaurios. Muy cerca de Saltillo, por ejemplo, en General Cepeda, un municipio aledaño, se ubica un ejido conocido como Rincón Colorado, donde se han realizado algunos de los hallazgos de esqueletos de dinosaurios más importantes en la región: don José Rojas, un habitante del lugar, fue quien descubrió los vestigios.



“Esa parte de la ciencia es muy interesante: los habitantes de las poblaciones, desde su infancia, participan de estos descubrimientos, porque son los que conocen estos territorios tan extensos”, aunque la especialista reconoce que los fósiles existen en diferentes partes del planeta, y la ciencia no conoce fronteras, por ello es que en el museo se trabaja tanto en Coahuila, como en Nuevo León o Yucatán, “donde nos permitan investigar y hacer alianzas”.



“Lo que detonó todo este esfuerzo viene de General Cepeda, donde se encontró el vestigio —entre otros, porque ya habían trabajado investigadores alemanes en los años 30— de un hadrosaurio en 1985, lo que impulsó el trabajo con los restos fósiles, porque no solo tenemos huesos de dinosaurios, sino también microfósiles, fauna marina o reptiles voladores: la parte fuerte o visible del museo es la de los dinosaurios, pero tenemos vestigios de diferentes tipos, por ejemplo vegetación, aun cuando sabemos que la gente se enamora mucho más de los dinosaurios”, explica Claudia Luna.



En su momento, recuerda la también poeta, quien está integrada al Museo del Desierto desde su planeación, cuatro años antes de su fundación, algunos ciudadanos querían un museo de geología; otros apostaban por uno de taxidermia sobre fauna del desierto o del bosque, y había quienes estaban interesados solo en la paleontología.



“La idea fue reunir todo eso para crear un gran museo y el núcleo era el gran desierto de chihuahuense, el más grande de Norteamérica. Así fue como durante cuatro años se trabajó en el Museo del Desierto, construido en nueve meses”.



La investigación y las exploraciones de campo generan sorpresas todo el tiempo, sobre todo por el hallazgo de nuevas especies, asegura Claudia Luna: desde frutos fósiles, hasta fauna más pequeña, como los mamíferos reptiloides, hasta los grandes dinosaurios, que son los más taquilleros.



Panorama del estado

Una de las características del Museo del Desierto es que no solo es un espacio de exhibición de los fósiles, sino además es un campo de investigación. Si bien entre lo más taquillero se encuentran los esqueletos y las réplicas de dinosaurios, también se impulsan exploraciones de campo que se organizan en colaboración con diferentes organismos, en particular con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) o el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), aun cuando no siempre se desarrollen los proyectos de la manera más adecuada, asegura Claudia Luna.



“Todos los originales se resguardan en la actualidad. En el pasado se horadaban y se montaban, lo que iba en detrimento de las piezas. Aquí tenemos un original, pero ya está recargado, ni siquiera está perforado para levantarlo; además, el peso es muy importante, porque hablamos de ejemplares que, en sus réplicas, pesan apenas el 20 por ciento de lo que sería el original”.



Para todo ello, se ha desarrollado un trabajo muy importante de colaboración con investigadores de universidades nacionales, como de la UNAM, la UANL, pero también con instituciones de Estados Unidos, Argentina, España o Alemania, “todo el tiempo estamos construyendo la historia de los fósiles”.



“Todo el tiempo trabajamos para conseguir proyectos de Conacyt o la Secretaría de Cultura, porque somos más de 70 personas las que operan el museo y creemos que se trata de un lugar muy importante para la ciudad”.



Otra de las características del Museo del Desierto es que no sólo está dedicado a los fósiles. Prácticamente es un recorrido por la historia de Coahuila, tanto en la parte de la naturaleza como en la histórica, porque de lo que se ha tratado es de ofrecer un panorama lo más amplio posible de la riqueza que define al estado.



“Finalmente, el museo es un mensaje de conservación de todos los ecosistemas, no se trata solo de los huesos de los dinosaurios, de ahí la importancia que tiene incluso para la investigación, en especial en el área paleontológica, donde lo más importante es que esos trabajos no se queden en los estantes, sino que se queden en un museo en el cual se ofrece la divulgación de la ciencia, se exhiben los ejemplares y se cuentan las historias: creemos que el conocimiento debe llegar a la gente, que conozcamos lo que sucede en el universo científico”, a decir de Claudia Luna.




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