En su nueva novela Como polvo en el viento, Leonardo Padura (La Habana, 1955) narra a través de constantes y vertiginosos vaivenes temporales la historia de El Clan, como se autodenomina un grupo de amigos formado en la capital cubana durante la década de 1980. La casa de una de ellos, Clara, es la base y punto de inflexión de los diferentes destinos que deparan a los personajes y que en su mayoría pasan por el exilio.
El generoso contexto histórico y el dispar modo en que cada uno de ellos asume su condición de exiliado, regalan una lectura profunda y adictiva, fruto de más de dos años de trabajo de investigación y viajes a los escenarios donde fluye la historia, desde San Juan de Puerto Rico hasta Tacoma (Washington), pasando por el madrileño Parque del Retiro, las Ramblas de Barcelona o el enclave veraniego tarraconense de Segur de Calafell.
El autor asegura en entrevista que sus libros, por lo general, “molestan a mucha gente y también satisfacen a mucha gente, y eso es parte del juego de la literatura. Tú escribes lo que crees, lo que piensas, y te atienes a las consecuencias. La literatura no es para lograr un consenso; es para reflejar una realidad y puede haber valoraciones que a determinadas personas no les resulten amables. Yo siempre digo que la verdad es relativa. Sin embargo, la mentira es absoluta. Y en mi libro no hay ninguna mentira”.
Para Padura, su pretensión es que Como polvo en el viento “no fuera una novela únicamente para cubanos: creo que si tú escribes para un público tan determinado estás reduciendo el espacio de la literatura.
“Unamuno decía: hemos de hallar lo universal en las entrañas de lo local y, en lo limitado y circunscrito, lo eterno. Esa es una lección que yo aprendí hace mucho tiempo. En esta novela y en El hombre que amaba a los perros todo parte de Cuba y regresa a Cuba. Y trato de que estos conflictos sean universales. Yo creo que el desarraigo es un conflicto universal, la pertenencia es un comportamiento universal”.
Contra la exclusión
“Las posiciones extremas siempre tienen un elemento que me aterroriza: la exclusión del otro”, dice el también periodista.
Pertenencia
Al autor no le atrae el exilio: “Me quedo porque sería muy difícil para mí ser otra cosa que no sea un escritor cubano”.
Fidel Castro
No menciona a Castro, asegura que está “omnipresente. Lo que no es necesario decirlo no hay que decirlo”.