Pirámide Las Flores en Tampico: Los misterios de los antiguos huastecos

Perdido entre la urbanidad y la falta de difusión, el sitio arqueológico espera visitantes que quieran cargarse de energía en el equinoccio de primavera.

Pirámide de Las Flores en Tampico | Foto: Yazmín Sánchez
Elda Leticia Gutiérrez
Tampico /

Muchos ignoran que Tampico tiene una pirámide, la poca difusión de la antigua construcción, hace que la población desconozca su existencia e historia.

Ubicación

Se encuentra en la colonia que lleva su nombre: Las Flores y pertenece al periodo posclásico de la cultura huasteca en los años 1000 y 1250 DC.

Aunque pocas, había personas que hasta el 2019 acudieron a recargarse de energía durante el equinoccio de primavera, cual si fuera el Tajín en Veracruz, o Chichén-Itza en Yucatán.

Debido a la pandemia de coronavirus, el sitio localizado en una zona residencial, permanece cerrado desde marzo de 2020, así que ya cumple un año en total soledad y silencio.

Pirámide de Las Flores en Tampico

Ahora revestida en su alrededor por lonas en color verde, los paseantes no pueden observarla en todo su esplendor, solo se dejó al descubierto la parte del pico de su infraestructura ya deteriorada.

Esta pirámide consta de una planta circular en forma de cono y se realizó con tierra, cal y arena, sin utilizar la piedra. Tiene seis metros de altura con 36 metros de base.

Sus principales características se conocen gracias a las exploraciones realizadas por el INAH y el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York a principios de la década de los 40.

En su interior se halló una escultura de la Diosa de la Fertilidad o Teem, que se encuentra exhibida en el Museo Regional Potosino del INAH.

El crecimiento y urbanización de Tampico impactó este sitio, sobre todo durante el auge petrolero de 1920 a 1950, que generó la creación de las colonias Águila y Las Flores.

Pirámide de Las Flores en Tampico | Foto: Yazmín Sánchez
El lugar fue rescatado por la administración de Álvaro Garza Cantú (1990-1992), quien ordena proteger la pirámide y encomienda al arqueólogo Arturo Guevara Sánchez, el cuidado del lugar para su apertura al público. Fue así como empezó a recibir visitas y se le protegió de la intemperie por una cubierta de metal.

El periodista e investigador Baldemar Mijangos Arredondo, dijo que se requiere de mucha difusión y de que las autoridades competentes establezcan un acuerdo para darle un lugar a la pirámide en la agenda de la promoción turística de la ciudad. Propone, por ejemplo, incluirlo en el recorrido turístico que realizan tranvías en la ciudad.

“Es claro que se necesita mayor difusión del asentamiento huasteco, la finalidad es que se conozca aún más por los estudiantes de todos los niveles de Tampico y la región; también se le puede dar un giro turístico para que sea incluida la visita en los viajes que hace el tranvía”, dijo.

Mencionó que la tarea es del INAH, como del Ayuntamiento de Tampico y tienen que involucrarse más, porque eso va a permitir una dinámica de actividades que contribuyan en la protección del sitio, así como en su conocimiento a fondo de la cultura huasteca.

De hecho, desde el año 2005 hubo diversos programas culturales del Ayuntamiento y grupos de la sociedad civil, que aplicaron estrategias para darle un giro místico al sitio cada 21 de marzo.

En ese entonces, la administración de Fernando Azcárraga López (2005-2007) y los promotores encabezados por Carlos Lafarga, hacían pláticas en este marco, aprovechando que la pirámide ya había sido rescatada, recordó el periodista porteño.

Quienes aprovecharon el esplendoroso lugar, cada 21 de marzo acudían y por lo menos desde afuera realizaban el culto del equinoccio de la primavera; ahora las visitas están suspendidas, pero en su momento Rafael Briceño, del Grupo Tampico Antiguo, lideró las mismas.

Su historia

En el año 2000, Gustavo A. Ramírez Castilla, narra en su libro, "La Flores… historia de un sitio arqueológico de la Huasteca Tamaulipeca", que a partir de 1997 se hizo cargo del programa de protección legal y técnica del patrimonio arqueológico en el centro INAH Tamaulipas, con el que comenzó a efectuar un diagnóstico del estado de conservación de la pirámide.

"Lo que observé era un viejo montículo en un estado deplorable, tanto visual como estructuralmente, y clamaba una restauración urgente; fueron rellenos de tierra y aplanados de cal conjugada con arena, lo que aceleró su deterioro, entonces se instaló una cubierta metálica que ayudaba a evitar más daños”, dijo.

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