Tras casi cinco años de labores de reconstrucción, de nueva cuenta se encuentra abierto el Ex convento franciscano San Juan Bautista en el municipio de Cuauhtinchan, considerado como uno de los templos históricos más importantes de Puebla y de México.
Este inmueble, junto con el de Tepeaca y Tecali, forman el “Triángulo de Oro” de los conventos del siglo XVI. Para el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) es una de las edificaciones novohispanas mejor conservadas de América.
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Este conjunto fue diseñado por el alfire español Francisco Becerra y su aspecto se equipara a una fortaleza. En su interior guarda el retablo mayor más antiguo de América Latina, es decir, una obra de arte que representa escenas religiosas.
La edificación está compuesta por un atrio, el templo, el portal de peregrinos, un huerto y el camposanto. La mayoría de los templos franciscanos tienen extensas proporciones y a diferencia de otros, este solo tuvo dos capillas.
En el recinto destacan los estilos arquitectónicos gótico y renacentista, así como una influencia del manierismo italiano. Es una obra monumental que mide 80 metros de ancho, 143.70 metros de largo, 20 metros de alto y 27 metros de cúpula. El templo tiene dos torres, además de una gran escalera de 33 escalones.
Antecedentes históricos
Antes de presentar más detalles de este edificio, es importante conocer la historia de este municipio que se localiza a 42 kilómetros al sur de la ciudad de Puebla, en el tramo Puebla-Tecali.
El nombre de esta localidad se origina de las dicciones nahuas “cuauhtli”, que quiere decir “águila”; “in”, plural posesivo; y “chan”, es decir, “casa-madriguera”, por lo que significa “casas de águilas” o “nido de águilas”.
Los cuauhtlinchacas se asentaron en el lugar entre 1174-1175, de acuerdo con los datos de la historia tolteca-chichimeca y sufrieron seis invasiones. En los siglos XVII y XVIII se convirtió en un poderoso señorío multiétnico que comprendía una gran parte del centro-sur de Puebla. De forma constante, estuvo en conflicto con sus vecinos, formó alianzas y luchó entre sí.
Aunque era una comunidad autónoma, pagaba tributo a la guarnición mexica que es ubicada en Tepeyacac, actualmente el municipio de Tepeaca. A fines de julio de 1520, Hernán Cortés venció en la localidad, por lo que la población fue evangelizada entre 1527 y 1528 por fray Juan de Rivas.
Entre 1527 y 1538 comenzó la construcción del monasterio del siglo XVI, para lo que se empleó como base la pirámide principal de este señorío prehispánico. La traza del municipio se atribuye a fray Jerónimo de Mendieta, en 1558.
Un año después inició la construcción del ex convento, ya que se carecía de los materiales necesarios por la lejanía, por lo que finalizó 31 años después.
En tanto, la iglesia se construyó después, al parecer en 1569 y concluyó en 1593. El interior es de una sola nave con bóveda de medio cañón corrido, con nervaduras. El estilo que ostenta es gótico y se puede observar, principalmente, en la parte superior, es decir, en el techo.
Protege el retablo más antiguo de América
Se estima que el principal atractivo del ex convento es el retablo mayor del siglo XVI de estilo plateresco y tallado en madera con acabado en dorado y policromada, el cual es más antiguo de América.
Esta pieza data de 1534 y fue realizada por Nicolás Tejeda de Guzmán, quien lo había hecho en un principio para el Templo de San Francisco, de la ciudad de Puebla. En 1650 se adaptó en el sitio donde se encuentra.
De igual forma, sobresale la pila bautismal de cantera gris, la cual es digna de admirarse ya que su copa es de una sola pieza y mide un metro y medio de diámetro. Antes estaba delimitado el ingreso al templo para aquellos que no estaban bautizados; por ello, en la zona donde se localiza la pila bautismal se encuentran unos arcos que marcan el punto hasta donde podían pasar quienes no habían sido ungidos.
A un costado hay una especie de plataforma, bajo la cual se ubicaban a los que se iban a bautizar, los catecúmenos. Ahí se escuchaba la misa que impartía el sacerdote en la parte superior.
En la parte superior del templo hay un órgano que data del siglo XVII y aún es utilizado en la celebración de las eucaristías. A un costado, se localiza una pequeña ventana. En su diseño se consideró que a la entrada de la primavera o el otoño, al mediodía, la luz solar ingresara y se posara en la virgen que se encuentra sobre una de las paredes.
Por la parte de la puerta, de igual forma, se proyectó que los rayos del sol iluminaran el pasillo y la parte inferior dorada del retablo. Dentro del ex convento se encuentra un claustro anexo, que hace las veces de museo, donde se conservan restos de pintura mural con escenas religiosas y piezas en madera tallada, estofada y policromada como el hermoso trío formado por santa Ana, la Virgen María y el Niño Jesús. También se encuentra un Cristo hecho con pulpa de caña de maíz que pesa menos de 15 kilogramos.
Asimismo, se conserva un retablo del siglo XVI con pinturas al temple probablemente realizadas por el pintor flamenco Simón Pereyns. Otro atractivo es que la puerta de entrada al templo conventual es la misma desde el siglo XVI.
En el interior del templo se pueden observar murales de la época, donde predominan los colores rojo y azul. En la parte frontal del ex convento hay un mural, el cual parcialmente se conserva ya que para protegerlo de la humedad fue encalado.
En ese inmueble hay unos cuartos donde, cada viernes de Cuaresma, los jóvenes clérigos se metían de rodillas y se flagelaban.
En el patio se halla una imagen -una pintura al fresco- que data del siglo XVI que representa La Anunciación, en cuyos lados posan las figuras de un jaguar, que representa a los popolocas; y un águila, que está representando a los cuauhtichencos; trabajadas en forma prehispánica, es decir, estilo códice. Se dice que las figuras de ambos animales, representan la unión que se dio entre estas culturas.
En esta efigie, al centro está La Anunciación con el arcángel san Gabriel y María arrodillada, mientras que Dios Padre contempla la escena. En el exterior del ex convento lo más sobresaliente es su fachada, que solo al verla nos recuerda a las iglesias ministeriales del siglo XVI en Florencia. También sale a la vista el alto muro llano, el campanario con chapitel del siglo XVI.
Se encuentran también escritos de los santos teólogos de la Iglesia católica e interesantes sentencias que se enlistan como dichos notables.
Patrimonio en resguardo
En el centro del convento está una fuente de piedra de cantera en cuya parte superior hay un águila haciendo alusión al nombre de la localidad: “Casas de águilas” o “Nido de águilas”. En la parte media están talladas de forma sobresaliente unas cabezas de jaguares en señal de cuando los mixtecas se unieron a los pobladores de Cuautinchan.
Cabe señalar que frente a la fuente del ex convento fueron encontrados restos paleontológicos de un mastodonte, mismos que están en exhibición. Se trata de unos colmillos y el maxilar superior del animal, donde se pueden apreciar las marcas de las muelas.
En el segundo nivel del ex convento hay una zona donde estudiaban los franciscanos. Ellos se sentaban sobre unos escalones de piedra, llamados pollos, situados en la parte inferior de los arcos, lo que les permitía aprovechar la luz solar para la lectura.
En las paredes de esa área aún son perceptibles los colores rojo y azul, que eran los distintivos del ex convento. En el interior, en uno de los patios, se localiza un reloj solar, el cual está empotrado en la parte superior de una de las tapias.
Para subir al campanario se debe de transitar por el “paso de rondas”, un estrecho pasillo localizado en el techo, que permitía también realizar labores de vigía. Para cubrir el último tramo hay que ascender unas escaleras en forma de caracol muy angostas. Son 119 escalones.
Las campanas fueron instaladas en 1864. Debido a que algunos visitantes consideraban gracioso tocarlas, se estableció imponer una multa a quien lo hiciera y para notificar y advertir, existen anuncios en el campanario.
En la parte superior del edificio se puede ver a una gárgola que asemeja un cañón, lo que podría confundir aquel que considerara atacar. Cabe recordar que los religiosos vivieron varios movimientos sociales, entre ellos los de Independencia y la Revolución.
AFM