Pedro Rojas, el insurgente afrodescendiente que la historia ignoró

Edición Fin de Semana

Decidido y valiente combatió con una pequeña guerrilla, compuesta de hombres mal armados, pero conocedores del campo de sus operaciones.

Buscan difundir sus hazañas. (Especial)
Alicia Rivera
Nicolás Romero /

Cuentan los abuelos que Pedro Rojas, alias “El Negro”, escondía sus riquezas en las cuevas de los cerros del pueblo de Santa María Magdalena Cahuacán, en Nicolás Romero, y que el 3 de mayo Día de la Santa Cruz, en los pueblos se abren los lugares encantados, entre estas las cuevas del personaje, para que los aventureros puedan entrar a buscar los tesoros ahí escondidos.

“Solo tienen un día, si los encuentras y logras sacarlos bienaventurado, pero si no los hallas te quedarás ahí encerrado. Pareciera que no, pero en la actualidad, siguen yendo los aventureros e improvisados a buscar las cuevas donde se refugiaba Pedro El Negro, para ver si encuentran lo que escondió”, narró el cronista de Nicolás Romero, Gilberto Vargas Arana.

Autor de “Pedro El Negro. Documental Justiciero del Bandido de las Cuevas o del Insurgente Desconocido”, el historiador municipal, comentó que desde el siglo XIX la leyenda del forajido era de las más difundidas dentro de la tradición oral de nuestros pueblos.

Como cronista, Gilberto comenzó a investigar y recorrió sendero, cerros y cuevas por donde supuestamente anduvo, escuchó lo que narraban las personas, pero también, como lo exige la ciencia, buscó evidencias de su existencia y resultó que Pedro El Negro, “terminó siendo, más que una leyenda, un personaje histórico”.

La última mención que se hizo de Pedro “El Negro” fue en uno de los libros de primaria que daban identidad estatal a finales del siglo pasado, era un libro de 5º año y mencionaba a Pedro Rojas, como un insurgente de la región.

También acudió al Archivo General de la Nación donde encontró que el conservador Lucas Alamán lo menciona como un bandido, pero también el liberal Carlos María de Bustamante lo describe como un héroe: “En estos días los gachupines tenían un coco que los atormentaba y cuya imagen se les presentaba en sueños; tal era Pedro Rojas (alias El Negro) que por mucho tiempo fue materia de conversación en todo México”.

Hasta el escritor José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827) lo cita en su Impugnación de los gatos, cuando escribe sobre las crueldades de los españoles a insurgentes.

"Pedro Rojas era negro de raza pura, africana, no se sabe a ciencia cierta cómo comenzó su carrera de insurgente, pero hay datos para asegurar que prestaba sus servicios a la causa mexicana desde el principio del movimiento de Independencia".

Decidido y valiente combatió con una pequeña guerrilla, compuesta de hombres mal armados, pero muy conocedores del campo de sus operaciones, principalmente en el territorio del pedregal y en la parte sur y poniente de la Ciudad de México y la entidad mexiquense.

El último que escribió sobre Pedro Rojas “El Negro”, fue Ireneo Paz Flores, abuelo de Octavio Paz, quien realizó una narración de su captura, 76 años después de su muerte.

“Cuando lo mataron, lo decapitaron, pusieron su cabeza en una picota afuera del templo de San Agustín de las Cuevas en Tlalpan porque ahí fue donde lo entramparon y lo destazaron. Fue tan importante, que la noticia se dio a conocer en la Gaceta de Madrid, se le acusaba de la muerte de 600 gachupines”.

Guerrero y Morelos también lo eran

El cronista de Nicolás Romero consideró que se debe revalorar a quienes lucharon por la independencia y en su momento fueron relegados, porque al estudiar a Pedro “El Negro” nos damos oportunidad de rescatar este personaje. En la historia nacional hay muchos Pedros que, por su condición de mulato o negro, fueron relegados en el olvido.

Vicente Guerrero, quien pactó con Agustín de Iturbide la consumación de la Independencia en 1821, nació en la zona montañosa de Tixtla en el seno de una familia de arrieros y armeros afrodescendientes.

También José María Morelos y Pavón, prócer de este movimiento insurgente, era afrodescendiente, quien tenía entre sus tropas a “negros y mulatos” con los que logró formar un ejército disciplinado con estrategias y eficiencia militar.

La historia de las personas africanas en México se remonta a la época virreinal, siglo XVI, cuando, junto con los españoles, comenzaron a llegar de manera forzada a nuestro país para ser esclavos y trabajar en las enormes plantaciones, ranchos o zonas mineras del Virreinato.

Muchos afrodescendientes, como José María Morelos, Vicente Guerrero o Juan Álvarez, fueron componentes esenciales de la lucha insurgente y, aunque sus nombres y participación son reconocidos en la historia de México, poco o nada se dice sobre su ascendencia africana.

Hay más de 304 mil afromexicanos en la entidad

De acuerdo a Resultados de la Encuesta Intercensal 2015 realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, (INEGI), hasta 1 millón 381 mil 853 mexicanos se identificaron como afrodescendientes (o afromexicanos), cifra equivalente al 1.2% de la población nacional.

Esta población se concentra en mayor número en los estados de Guerrero, donde son casi 6.5% de los habitantes son afrodescendientes, seguido de Oaxaca (4.9%), Veracruz (3.3%) y Estado de México (1.8%) que representan 304 mil 274 personas.

Uno de los temas que deben destacarse respecto de la población afrodescendiente es que la tasa global de fecundidad es mayor que la media nacional y que registran elevadas tasas de embarazo adolescente y en mujeres de 20 a 24 años de edad.

Si bien las tasas en estos grupos de edad ya son altas a nivel nacional, entre las mujeres afrodescendientes son aún mayores. Gran parte de los afrodescendientes viven en zonas de muy alta marginalidad.

En general, tienen un menor acceso a servicios de calidad y condiciones socioeconómicas muy por debajo del promedio nacional. Por ejemplo, el promedio de analfabetismo (15.7%) es casi el triple del promedio nacional 12.16%.

MMCF

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