En los últimos años, la compañía colombiana Teatro Vreve ha orientado su labor al teatro contemporáneo. Eso le ha permitido explorar formatos como el performance o las artes vivas, de modo que le brindan al espectador una experiencia más cercana a la acción.
A lo largo de dos décadas y media, la compañía desarrolló su trabajo a partir del teatro dramático de texto, pero recientemente viró hacia lo que denominan teatro expandido.
“Pasamos de un teatro que cuenta historias relativamente tradicionales a un teatro que todavía tiene algo de texto, algunas intervenciones verbales, pero que tiene fundamentalmente un tipo de acción que es plástico-sonora y de interacción con el espectador en el escenario”, cuenta en entrevista el director y dramaturgo Víctor Viviescas.
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Teatro Vreve se presenta del 6 al 8 de mayo en el Museo Universitario del Chopo con tres de las obras que ha desarrollado en su etapa actual, entre 2018 y 2021.
Estados de vulnerabilidad, Infierno y Tinkuy de zorros exploran los territorios de las teatralidades contemporáneas, a partir de las dramaturgias del paisaje, del sonido y del acontecimiento.
—¿Cómo se relacionan los temas que tocan con las historias de vida de los espectadores, pensando específicamente en los contextos de Colombia y México?
En Teatro Vreve tenemos una propuesta profundamente política, en el sentido de pensar que el teatro da cuenta de las problemáticas que afectan a los ciudadanos, a las ciudadanas, en nuestra contemporaneidad. Dentro de esa visión general hay una cosa muy particular que lamentablemente comparten países como México y Colombia, y en general América Latina.
Nosotros llamamos a eso, que tanto en México como en Colombia, y en América Latina, los procesos de definición de poder, o de toma de control de territorios, o toma de control de actividades sigue afectando sobre todo al ciudadano común y tiene como expresión última —que es lo más visible— los asesinatos, las desapariciones de personas, las afectaciones a comunidades, que de manera general expresa una afectación importante de los ciudadanos en la contemporaneidad.
Nosotros pensamos que el teatro debe tener capacidad para llamar la atención, denunciar, poner en evidencia, que es un modo de convivencia que afecta sobre todo a personas que están en una situación de mayor vulnerabilidad. Trabajamos con muchos hechos históricos asociados a masacres o desapariciones de personas, y esas historias son comunes entre los espectadores: las identifican, las reconocen o las completan.
—¿Qué papel tiene el cuerpo en el teatro colombiano, particularmente en este teatro de acción, y su relación con la historia en el territorio atravesado por la violencia?
Hay un aspecto muy importante en el teatro contemporáneo que tiene que ver con que las condiciones en las que se realiza la acción escénica, no solamente son condiciones que expresan las temáticas que también se están trabajando. El teatro no solamente cuenta que están pasando otras cosas, sino que el teatro crea condiciones o experiencias que, de alguna manera, hacen referencia a los temas que se están planteando.
Un aspecto fundamental en esa propuesta tiene que ver con la exposición del cuerpo. Hay muchas compañías de teatro contemporáneo que trabajan con un privilegio de la presencia y la exposición del cuerpo en la escena; hay artistas colombianas que han investigado sobre las escrituras del cuerpo, por ejemplo, la creadora e investigadora colombiana Ana María Vallejo.
Esto lo señalo para decir que es un movimiento relativamente amplio que involucra a muchos artistas. En Teatro Vreve creemos que es muy importante darle un privilegio a la presencia del cuerpo puesto en situación de interacción con otros cuerpos, con el espacio, con los objetos y en presentación ante el público. Nosotros tenemos una disposición mayoritaria del público como nuestros espectadores, pero este privilegio del cuerpo hace referencia a que las acciones que emprendemos los actores en el escenario están soportadas por el cuerpo y su presencia, su exposición. Y esa es la primera puerta de acceso que tiene el personaje a nuestro trabajo teatral.
Ahora, ¿por qué esta forma de trabajo, este privilegio del cuerpo, está en relación con las temáticas? Uno de los asuntos más claros que queda en los registros que hay de violencias, es la aceptación que tienen los cuerpos. Cuando nosotros hablamos privilegiadamente, hablamos de violencias políticas que afectan a poblaciones tanto en México como en Colombia. En general estamos haciendo referencia a asaltos y ataques, de violencias hacia el cuerpo, de mutilaciones, asesinatos y en el teatro el privilegio del cuerpo recuerda esa condición de vulnerabilidad y de exposición que tienen los cuerpos.
—¿Qué lugar ocupa la prensa en los procesos teatrales contemporáneos?
Muchos artistas en Colombia, como muchos artistas acá en México, estamos trabajando con la actualidad de la vida ciudadana, de lo que acontece en nuestros países. Nosotros sabemos que en relación con esas violencias que afectan a nuestras sociedades, la prensa juega varios papeles.
A menudo, y es lo que celebramos, la prensa informa sobre esas agresiones, sobre eso que está sucediendo. De manera lamentable, en muchas ocasiones la prensa no informa, sino que ayuda a esconder o a cubrir, que es lo que realmente está pasando.
El teatro tiene una posición diferente a la de la prensa. El teatro no está obligado a informar, pero sí invita a reflexionar sobre lo que pasa; a veces el teatro se apoya en la prensa cuando la prensa realmente cumple una función de información, de prevención y de denuncia de lo que acontece, pero a veces el teatro también denuncia a la prensa que encubre o que no le da suficiente importancia a la información, a la difusión de estos acontecimientos.
En cualquiera de los casos hay un punto de encuentro entre la prensa y el arte, y es que las dos están muy atentas y preocupadas de la actualidad y esa actualidad realmente se construye. Los ciudadanos solemos pensar que lo que se dice en la prensa es verdad y lo que dice el teatro es ficción. A veces en realidad pasa todo lo contrario. La prensa construye relatos que atemperan la reacción de los ciudadanos frente a muchos acontecimientos, sobre todo violentos, y el teatro está llamado a contar la verdad de lo que ocurre, pero la relación es muy polivalente y tiene muchas posibilidades.
—Y en este sentido, ¿qué se puede hacer para que cada vez la gente esté cada vez más expuesta a esta otra visión que nos ofrece el teatro político?
Es cierto que la prensa tiene el poder de construir relatos que a veces son sesgados, cuando tienen una perspectiva que privilegia algunos intereses, pero hay un aspecto muy importante que tiene que ver con el trabajo que viene de los grupos y artistas de teatro, pero también hay un trabajo muy importante y es el respaldo de algunas instituciones.
Nosotros estamos presentando a modo de celebración de estos 25 años una temporada que llamamos un tríptico de Teatro Vreve en el Museo Universitario del Chopo, y aquí hay dos aspectos muy importantes: el respaldo institucional de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Por otro lado, este espacio nos da un soporte para tener un diálogo con espectadores que en cierta medida son espectadores privilegiados. La mayoría de las personas que se mueven en estos ambientes, en este caso en el Museo del Chopo, en principio es la población universitaria y jóvenes de otras universidades. Esta población es el primer público o el público objetivo.
Aunque no tenemos el poder de cambiar con la misma fuerza las narrativas que hace la prensa más comercial, por lo menos nos permite tener contacto con estos públicos privilegiados que son estos jóvenes que pueden a su vez multiplicar esas perspectivas críticas frente a lo que nos pasa. Creo que esto le da fuerza y sentido a nuestro trabajo teatral.
PCL