Sobre 300 metros cuadrados descansa el Pabellón de Lenguas Indígenas que el INALI trajo a la FIL de Guadalajara. Es uno de los más extensos y, sin embargo, incluso ese espacio resulta insuficiente para alojar a la pluralidad de voces —hay 364 variantes— que conforman el inventario lingüístico mexicano.
Dado que 2019 fue declarado por la Asamblea General de la ONU como Año Internacional de las Lenguas Indígenas, el INALI diseñó un sitio que reúne artes, literatura, tradición oral y nuevas tecnologías.
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“Esta es la primera emisión de la FIL en que se le da un espacio a las lenguas indígenas”, cuenta Alejandra Arellano, directora de Políticas Lingüísticas del Instituto. “Queremos movilizar la conciencia en torno a la existencia de esta diversidad en el mundo y llamar la atención sobre el riesgo de extinción. Se estima que en un siglo puede desaparecer el 50 por ciento del patrimonio lingüístico mundial”.
Los contornos del laberinto están tapiados con 68 tableros, que corresponden a cada una de las lenguas indígenas nacionales. Dentro hay ocho salas: el Espacio contemplativo permite escuchar paisajes sonoro; el Mapa interactivo —diseñado por el Centro de Cultura Digital— ofrece información sobre la distribución geográfica de los pueblos indígenas y el número de hablantes vivos en cada zona; en los Talleres se realizan actividades lúdicas; la zona de publicaciones exhibe obras escritas en lenguas indígenas; la Rocola concentra algunas músicas tradicionales que pertenecen al acervo de la Fonoteca Nacional; la Cabina de lenguas y señas introduce los rudimentos de este idioma corporal en sus distintas manifestaciones; la Sala de realidad aumentada presenta una obra desarrollada por el artista mexicano Julián Bonequi, una suerte de “poesía multilingüe” que permite al usuario interactuar con las palabras; cierra el recorrido un espacio curado por el Instituto Mexicano de Cinematografía, donde se proyectan cortos y mediometrajes hablados en alguna lengua indígena.
Este conglomerado de esfuerzos tiene un objetivo común: “Es una alerta —concluye Arellano—, un llamado a que las condiciones cambien, porque mantener una forma particular de expresión es un derecho del pueblo”.
Alejandra Arellano, directora de Políticas Lingüísticas del INALI.
(Foto: Paula Vázquez Córdova)
ÁSS