La Facultad de Química de la UNAMse ve más colorida que de costumbre desde que sus ventanales se convirtieron en una gigantesca tabla periódica.
El estampado monumental de 600 metros cuadrados, ubicado en el edificio A, fue colocado ahí para conmemorar los 150 años de la creación del científico ruso Dimitri Ivánovich Mendeléyev, por lo que este 2019 se realiza un Año Internacional destinado a su difusión.
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El nuevo aspecto de la facultad de Química ya captó la atención de alumnos y paseantes de Ciudad Universitaria, que se detienen a fotografiarla.
El origen de la tabla periódica
Su hallazgo tuvo lugar a raíz de un congreso químico que se reunió en la localidad alemana de Karlsruhe, en 1860, para responder al desafío de ordenar y dar una terminología clara a los elementos conocidos.
El científico ruso se dio cuenta de que existían pautas de comportamiento en función de su peso químico, lo que le permitió establecer un ordenamiento. Y fue más lejos: se dio cuenta de que, en esos patrones, había huecos que consideró que respondían a elementos que todavía no se habían descubierto.
A partir de ello, estableció un sistema de ordenación en una tabla que, además, dejaba abierta la puerta a la incorporación de nuevos elementos. Hasta entonces inconexa, la química había encontrado un léxico en el que poder basar sus trabajos.
Apenas seis años después de su creación, tal y como había previsto el científico ruso, ingresó el galio; y en 1879 lo hizo el escandio, antes de que lo hiciera el germanio ocho años más tarde.
La Asamblea General de la ONU declaró 2019 el Año Internacional de la Tabla Periódica y encargó a su agencia para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) su gestión, que será canalizada a través de una serie de actividades que comenzarán mañana, martes.
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