Víctor Audiffred: “Olvidamos que la soledad es necesaria”

Cine entrevista

A partir de una historia sencilla y sin demasiados trucos, el realizador Víctor Audiffred filmó Hipnosis para ser feliz, una película que nos invita a pensar en la soledad y el significado de lo que entendemos como felicidad

Cansados de topar con pared en cuestiones del corazón, Felipe y Pilar optan por poner toda la carne en el asador, sobre todo él
Héctor González
Ciudad de México /

Cansados de topar con pared en cuestiones del corazón, Felipe (Antón Araiza) y Pilar (Ericka Ramírez) se encuentran. Casi de inmediato deciden poner toda la carne en el asador, sobre todo él. A partir de una historia sencilla y sin demasiados trucos, el realizador Víctor Audiffred filmó Hipnosis para ser feliz, una película que nos invita a pensar en la soledad y el significado de lo que entendemos como felicidad.

En Hipnosis para ser feliz veo un cuestionamiento de la felicidad como algo imperativo.
La película se centra en la gente que busca de manera imperiosa los facilitadores para ser feliz. Soy un cuarentón y he observado que muchas de las personas con quienes convivo, sienten una premura por relacionarse con alguien porque creen que se les escapa la posibilidad de tener una pareja. Esto se debe a que predomina la idea de que para ser feliz uno tiene que sentirse amado.

Esta necesidad mueve a uno de los personajes.
Desde el inicio del proyecto establecimos como premisa construir un personaje con una intensa necesidad de amar y ser amado. En contraste con su búsqueda, encuentra a Pilar, una chica que cree que las cosas se cuecen a fuego lento. Nos centramos en exponer cómo los personajes se desprenden de muchas cosas hasta llegar a una conexión espiritual.

La película bien podría dividirse en dos: la primera más intensa y la segunda más introspectiva.
La primera parte es una puesta teatral y por eso está cargada de diálogos, arte y sonido. En la segunda parte, cuando empieza el road movie, todo cobra un nuevo sentido porque los personajes se dejan acompañar.

¿Qué recursos le daba el road movie para mostrar esta transición en los personajes?
Gracias al road movie podía mostrarlos caminando rumbo a planos cada vez más abiertos y bellos. Nos dio la posibilidad de que los personajes avanzaran hasta llegar al punto en que aprenden a estar consigo mismos.

Hay mucha literatura en la película: en la estructura y en la conducta de los personajes.
Felipe es librero y Pilar es su espejo. Además, el texto está inspirado en una novela inédita de mi suegro. Cuidamos los diálogos para que tuvieran cierta teatralidad.

¿Cuál es su relación con la dramaturgia?
Mucha. En principio, pensamos rodar el primer acto en cámara negra y en un teatro. Después, cuando conseguimos un poco más de dinero y pudimos trabajar en más locaciones, cambiamos de idea, pero sin desprendernos de la teatralidad. Teníamos tan trabajado el texto con los actores que a lo más hacíamos dos tomas de cada escena. Nos dimos el lujo de romper un par de ejes para experimentar y jugar con los encuadres.

Percibo un cuestionamiento a la idea de la soledad y el silencio como algo malo.
La soledad es necesaria y de pronto nos olvidamos de eso. Me parece maravilloso que dos seres puedan conectarse en un silencio y no en contextos superficiales.

Es un fenómeno muy contemporáneo, en el sentido de que vivimos todo muy rápido.
Vivimos una época en la que buscamos respuestas rápidas y emociones inéditas o intensas. Por eso me interesaba contar que cuando nos desnudamos espiritualmente logramos tener una conexión que va más allá de la física.



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