Viruela, la primera epidemia en que se usó vacuna en Nuevo León

Fue en 1798 cuando se aplicaron las primeras “vacunas” en el estado, cuando se utilizó el método de la inoculación para crear inmunidad al virus de la viruela.

La vacuna contra la viruela evitó más muertes en el estado. Foto: Archivo.
Gustavo Mendoza Lemus
Monterrey /

La llegada de las primeras dosis de vacunas contra el coronavirus alimenta la esperanza por salir pronto de la crisis sanitaria, que inició en Monterrey en marzo del 2020 con los primeros casos de covid-19.

El primer lote de biológicos desarrollados por el laboratorio Pfizer BioTech llegaron en diciembre del 2020, mediante un vuelo de la Secretaría de Defensa (Sedena) procedente de la Ciudad de México.

La situación es muy diferente a 1798, cuando se aplicaron las primeras “vacunas” en Nuevo León. En aquella ocasión se inoculó a la población contra la viruela, gracias al método emprendido por fray Antonio de la Vera Gálvez.

Sin embargo, al igual que hoy en día la vacunación generó dudas y rechazo en la población al tratarse de una práctica médica desconocida para la época.

Así describe el pasaje el historiador Luis Cavazos Guzmán en su libro Historia de la Seguridad Social en Nuevo León, donde la aplicación del biológico contra la viruela fue en la Plaza de Armas, hoy Plaza Zaragoza, para que los habitantes vieran el proceso.

Vacunas en la Plaza Zaragoza

La viruela fue una de las primeras epidemias que azotaron Nuevo León. Los primeros registros vienen desde el siglo XVI, con los primeros intentos de colonizar estas tierras.

Pero el brote más fuerte de esta enfermedad llegó el 6 de abril de 1798, dejando un saldo mortífero para la entidad con poco más de mil muertes, de un total de 45 mil habitantes en el estado.

En su investigación La pandemia de la viruela de 1798 en el Valle del Guaxuco, Luis Cavazos Guzmán confirma que el método de la inoculación salvó a la población de Nuevo León de un desenlace peor contra la enfermedad.

La historia de la inoculación del virus se remonta a 1721 en Inglaterra, pero fue el médico Edward Jenner quien hasta 1796 perfeccionaría el método al aplicar el virus extraído de una vaca -de ahí vacuna- a un niño, logrando su inmunidad.

Este novedoso método fue utilizado por el religioso fray Antonio de la Vera Gálvez, médico de cabecera del obispo Rafael José de Verger, al que se le considera como el primer doctor en Monterrey.

La epidemia de viruela en la entidad había golpeado y se utilizó el método de inocularse el virus un 25 de mayo. Para ello, fray Antonio de la Vera Gálvez pidió al gobernador Simón Herrera y Leyva se vacunara frente a la población, junto a su esposa y tres hijos.

Cabe resaltar que el procedimiento consistía en tomar la muestra de un enfermo con síntomas leves, se hacía una pequeña herida en la persona a “vacunar” y se inoculaba con la secreción.

Esto provocaba una ligera reacción de la enfermedad en la persona, pero el paciente resistía y generaba anticuerpos, evitando así un desenlace fatal.

“Las cifras por mortalidad de viruela en Monterrey fueron más bajas que las del resto del país gracias a la inoculación que hizo fray Antonio de la Vera”, señala el historiador y genealogista Luis Cavazos Guzmán en Historia de la Seguridad Social en Nuevo León.

Para esta epidemia, se utilizó el Hospital de pobres de Nuestra Señora del Rosario al norte de la ciudad, los inicios del ahora Colegio Civil Centro Cultural Universitario. Funcionó como un hospital provisional por espacio de cuatro meses, culminando en agosto de 1798

Gracias a la inoculación de la viruela fue posible que de 101 personas que fueron atendidas en el hospital provisional, 99 se hayan curado de la enfermedad, a decir de las investigaciones de Luis Cavazos Guzmán en el Archivo Municipal de Monterrey.

En total, fueron inoculadas 2 mil 100 personas en Monterrey, lo que dio como resultado que la tasa de fallecimientos fuera apenas del 0.5 por ciento, es decir, 11 enfermos.

La eficacia del método de inoculación ante la viruela tuvo efectos positivos en poblaciones como Boca de Leones (Villaldama), Linares y la Hacienda La Petaca, en el Valle de las Salinas y Pesquería Grande (García), con cero defunciones.

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