David Nichols solía esperar hasta que su soya brotara y después usaba una dosis de Roundup, el herbicida que es un éxito en ventas, producido por el grupo alemán Bayer. Ahora, antes de plantar las semillas, el agricultor tiene que mojar su suelo con un tanque lleno de químicos para mantener las hierbas bajo control.
En junio de 2018, Bayer adquirió el herbicida Roundup a través de la compra de Monsanto, el grupo estadounidense de semillas y productos químicos, por 63,000 millones de dólares (mdd).
Desde entonces, las obligaciones legales asociadas han sacudido al grupo alemán. Dos jurados de Estados Unidos (EU) le otorgaron más de 100 mdd a los demandantes por las reclamaciones de que el herbicida, que utiliza el químico glifosato, causó cáncer.
Más de 13,000 demandas similares se ciernen sobre Bayer, cuya producción anual de 300 millones de galones de glifosato abastece aproximadamente la mitad del mercado. Este tiene un valor de entre 5,000 y 6,000 mdd, de acuerdo con las estimaciones de Jonas Oxgaard, analista senior de Bernstein Research.
Las acciones de Bayer cayeron un tercio desde la adquisición. En la reunión anual de la compañía del mes pasado, hubo un voto sin precedentes de no confianza en la administración.
El Dato.300 millones
de galones del herbicida produce Bayer cada año
Pero hay otro problema que surge para Bayer y sus clientes: Roundup ya no funciona como lo hacía antes. “Confiábamos únicamente en el glifosato. Hacía un muy buen trabajo para nosotros”, dice Nichols, quien cultiva cerca del río Mississippi en el oeste de Tennessee. “Probablemente abusamos en el uso del herbicida y ahora tenemos una resistencia en estado avanzado al glifosato”.
Con su introducción en la década de 1970, el glifosato despegó en la década de 1990 después de que las plantas Roundup Ready de soya, canola, maíz y algodón, genéticamente modificadas por Monsanto, resistieron el producto químico mientras trabajaba para destruir las hierbas.
Asimismo, el glifosato “permitió la adopción de prácticas de cultivo sin labranza, lo que tiene muchos aspectos ambientales positivos. Pero también se convirtió en algo en lo que confiaron los productores”, dice Greg Elmore, líder de protección de cultivos en Norteamérica de Bayer.
La resistencia de las hierbas aumentó a medida que los agricultores abusaron del uso de un solo herbicida. La selección natural permitió que sobreviviera una pequeña minoría de hierbas con una resistencia arraigada y que con el tiempo proliferara.
A principios de la década pasada, muchos agricultores estadounidenses dependían casi por completo del glifosato para proteger los cultivos de maíz y soya, que generalmente se siembran en el mismo terreno. Algunas hierbas desarrollaron defensas contra varios herbicidas, lo que las hace aún más difíciles de controlar.
En un campo central de Illinois, los investigadores encontraron una especie de bledo resistente a cinco diferentes clases de herbicidas, uno de las cuales nunca se había utilizado allí, dice Aaron Hager, profesor del departamento de Investigación de Cultivos de la Universidad de Illinois. Mientras los agricultores luchan contra la resistencia al glifosato, Monsanto desarrolló algodón y soya con características genéticas capaces de tolerar tanto el glifosato como el dicamba, otro herbicida, lo que permite a los agricultores alternar entre los herbicidas.
“A medida que la resistencia se desarrolla en estas especies de hierbas, los agricultores pasan a otro tipo de acciones que realmente funcionan”, dice Elmore. Dicamba tiene décadas de antigüedad y es más volátil que el glifosato, sin embargo, a veces cruza las cercas y daña los cultivos vecinos.
El éxito del glifosato llevó a que se congelara la inversión en nuevos tipos de herbicidas. “Cuando llegó Roundup Ready y básicamente cambió el mercado, muchos fabricantes primarios dejaron de financiar sus esfuerzos para descubrir herbicidas y lo asignaron a diferentes áreas. Y aquí no solo accionas un interruptor y empiezas de nuevo”, dice el profesor Hager. Bayer sostiene que el glifosato es seguro cuando se usa correctamente, una postura que confirmó la Agencia de Protección Ambiental de EU hace dos semanas.
Elmore reconoce que hay más especies de hierbas que resisten al glifosato, pero dice que sigue siendo un componente útil de una estrategia integral para el control de hierbas. Oxgaard de Bernstein dice que algunos agricultores reaccionaron a la resistencia usando aún más glifosato. Usar solamente Roundup fue “lo más fácil” y, en retrospectiva, un error, dice Nichols.
La necesidad de varios tipos de herbicidas aumentó sus costos, incluso cuando los precios de la soya están deprimidos por los aranceles en China, el cliente de exportación más grande. “En la economía agrícola de la actualidad, nos enfrentamos a márgenes realmente ajustados”, dice. “En verdad es difícil manejar eso”.