Cómo hablar de la violencia que se nos ejerce, si el primer tipo de violencia que se genera contra nosotras es, justamente, la invisibilidad, anteriormente se justificaba por la falta de reconocimiento constitucional, el Estado no se sentía obligado a crear programas y acciones por unas mujeres que “desconocía” que existía, más de sobra se sabe que en tiempo de colonización lo que abundaba en nuestro territorio era esclavitud africana.
Entonces en 2015, según la encuesta intercensal realizada por el INEGI, somos 1.4 millones de personas afromexicanas en este país, siendo 60% mujeres; cabe resaltar que sin previa campaña de sensibilización, ni mucho menos medidas afirmativas para reconocernos. ¿Quién sabría asumirse afromexicana desde un contexto de invisibilidad histórica en los libros de texto, de todos los niveles de educación?
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Nuestras ancestras y ancestros negros afromexicanos contribuyeron a la construcción de este Estado Nación, desde todas las luchas, dónde se exigía libertad y justicia.
En la actualidad seguimos aportando a México aún con el racismo estructural del cual somos parte, sin política pública, subrepresentadas, con reconocimientos jurídicos sin presupuesto, con una sociedad que día a día nos llena de estereotipos hipersexualizados, discursos excluyentes.
En 2018 se elaboró una observación electoral internacional afrodescendiente en la que logramos identificar que los discursos políticos no tenían propuestas para nuestro sector de la población. Nos han encasillado a ser un tema cultural; la negritud somos más que folclor, somos un pueblo afromexicano que hemos decidido conceptualizarlo así:
“El pueblo afromexicano está conformado por los descendientes de hombres y mujeres de origen africano, que fueron traídos de manera forzada al territorio nacional (ahora México), en la época colonial, entre los siglos XVI al XIX y migraciones históricas, que se encuentran asentadas en un territorio y conservan su identidad y expresiones culturales o parte de ellas”.
En un debate nacional, tanto con afromexicanas como con afromexicanos decidimos nombrarnos de esta manera, con académicos afromexicanos, líderes sociales afromexicanos, y personas afromexicanas, que somos quienes queremos llamarnos “Pueblo”.
Bajo el precepto de “Lo que no se nombra, no existe” partimos para hablar de la violencia institucional de la que somos parte, porque si bien es cierto sufrimos de violencia sexual, obstétrica, económica entre otras, lo primordial es que queremos ser parte de las acciones afirmativas para lograr el buen vivir de las mujeres afromexicanas.
También queremos estar presentes en los planes de desarrollo de los estados y del país, así como la política pública para resarcir la deuda histórica que se tiene con nosotras. Quiero resaltar que, a pesar de los obstáculos que era necesario visibilizar y nombrar, somos mujeres afromexicanas, existiendo y resistiendo, desde lo individual y colectivo. Nos hemos organizado y trabajado por la defensa de nuestro territorio, de la medicina tradicional afromexicana, la cultura y tradiciones de nuestras comunidades negras.
Estamos activamente participando en política pese a las pocas condiciones que se generan para las mujeres de los pueblos originarios, estamos accionando y lo seguiremos haciendo, cada una desde su trinchera.
El objetivo de este escrito es decirle al mundo que aquí estamos y que en este conteo histórico de nuestra población afromexicana en 2020 seremos más las voces que con orgullo nos denominemos afromexicanas. Somos lo que nuestras ancestras forjaron con sangre, sudor y fuerza, seguimos aquí en pie de lucha para combatir todas las violencias que nos atraviesan el cuerpo y nuestro pueblo.