La actual pandemia de covid-19 confinó a los habitantes de todo el mundo en sus hogares y trastocó los modelos de interacción social, trabajo, negocio y educación que innovación. acumular conocimientos quedará en el pasado ante la necesidad de un modelo educativo personalizado, interactivo y con nuevas formas de acceder y procesar la información. En especial, tuvo el efecto de acelerar muchos de los procesos de innovación educativa que ya estaban en marcha y que empezaban a aplicarse en la enseñanza.
A decir de expertos en el tema, dichos procesos seguirán siendo parte de las dinámicas de aprendizaje después de la emergencia sanitaria, de modo que la educación del futuro no se impartirá solo en las aulas, sino que echará mano de herramientas para interactuar a distancia.
Desde hace por lo menos un siglo, la educación ha tenido una estructura similar: filas de sillas y un profesor frente a los estudiantes escribiendo en el pizarrón o dictando el contenido de su asignatura. Pero el mundo cambia y el modelo de transmisión de conocimientos lo hace también; innovar es una urgencia mundial, pues pocas cosas como la educa- ción contribuyen al crecimiento.
No solo el Banco Mundial reconoce que cada año adicional de escolaridad puede aumentar los ingresos anuales de la población de un país hasta en un 9%; también la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sostiene que “invertir en educación es la forma más rentable de impulsar el desarrollo económico, así como de mejorar las capacidades y oportunidades para hombres y mujeres jóvenes”.
Vivimos el momento del rediseño de los modelos de enseñanza y aprendizaje, en el que la innovación debe ser puesta al servicio de un modelo educativo híbrido que deberá echar mano de lo mejor de ambos mundos: profesores capaces de inspirar a sus estudiantes y recursos educativos potenciados por la tecnología.
Lorenzo Gómez Morín, del Consejo Académico de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), considera que el regreso a la normalidad tras la emergencia sanitaria requerirá de una nueva didáctica y una nueva pedagogía, así como de una forma distinta de acercarse al conocimiento y de desarrollar las capacidades necesarias en nuestros niños y jóvenes.
Desde su punto de vista, el esfuerzo que han hecho los países para enfrentar la pandemia es de la misma magnitud del que exigirá recomponer y reorientar los modelos de enseñanza para responder a las nuevas condiciones del mundo.
“La innovación educativa —dice el académico— tendrá que orientarse en los próximos años a lograr un proyecto educativo unificado, común, incluyente y que ofrezca también una base pareja para todos. Además de que deberá promover nuevas formas de trabajo interactivo, y desarrollar capacidades no solo para acceder a la información, sino para procesarla, más que ser un tema de mera acumulación de conocimientos”.
José Escamilla, director asociado del Instituto para el Futuro de la Educación del Tecnológico de Monterrey, advierte que la gran mayoría de la gente asocia la innovación educativa con el uso de nuevas tecnologías. Pero si bien la tecnología es una gran habilitadora de la innovación, de nada sirve reproducir esquemas en los que el profesor es el único que habla y monopoliza el tiempo de clase, mientras el estudiante es un ser pasivo que debería ser estimulado a aplicar lo aprendido en situaciones complejas del mundo real.
En opinión de Escamilla, la educación tenderá a ser cada vez más personalizada y mucho más flexible en términos de dónde, cuándo y cómo se aprende, para lo que la tecnología será fundamental.
Asimismo, la universidad pasará a ser un socio formador para toda la vida; ya no solo habrá que ir a la escuela cuatro años para obtener un título, sino que experimentaremos el life long learning o aprendizaje continuo, pues la automatización, la robótica y la inteligencia artificial nos obligarán a actualizarnos y reinventarnos constantemente, ya que en los próximos años se crearán áreas de trabajo que hoy no existen, pero también habrá empleos que dejarán de existir.
Con base en lo anterior, José Escamilla apunta que las facultades humanas más difíciles de automatizar y que deberán fortalecerse para los años por venir son la originalidad, la creatividad, el trabajo colaborativo, la empatía, el liderazgo, el pensamiento crítico y la inteligencia social. “Independientemente de que el trabajo que desempeñemos deje de existir, si tenemos estas competencias podremos reinventarnos fácilmente”, asegura.
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Nuevas experiencias virtuales
Expertos en la materia y organizaciones internacionales que participaron en el pasado Congreso Internacional de Innovación Educativa, realizado a finales de 2020 en México, plantearon un conjunto de ideas sobre el futuro, para las cuales las instituciones educativas del mundo han empezado a prepararse.
Por ejemplo, se espera que la incorporación de la inteligencia artificial, la realidad virtual y la realidad aumentada, así como el diseño pedagógico apoyado en la tecnología se vuelvan una fuerte tendencia educativa en el corto plazo. Asimismo, en ese mismo espacio se habló de motivar el aprendizaje con la gamificación, es decir, que los alumnos aprendan por su cuenta y se interesen por ello a través de juegos.
De acuerdo con experiencias de otros países, estas herramientas han incrementado el interés de los estudiantes y no solo les ha sido divertido sino que han mejorado su aprendizaje. Conclusiones similares surgieron de la Cumbre Mundial para la Innovación en Educación, organizada por Qatar Foundation, donde se planteó que las escuelas se convertirán en redes donde los alumnos interactuarán, de forma que se produzca un aprendizaje colaborativo y el profesor ya no ejercerá como transmisor de conocimientos, sino como guía. A esto se suma que la currícula será personalizada, según las necesidades de cada estudiante, y se valorarán las habilidades personales y prácticas más que los contenidos académicos, sin obviar que internet será la principal fuente de saber.
Lorenzo Gómez Morín, quien se desempeñó como subsecretario de Educación Básica entre 2001 y 2006, asegura que la educación ha ido transitando hacia modelos híbridos de aprendizaje; es decir, dinámicas en las que el conocimiento ya no proviene de una sola fuente que es el maestro, sino que puede venir de los pares y del acceso a nuevas fuentes de información, que en el proceso educativo tradicional se limitaban a los libros de texto de cada grado o al contenido rápidamente caduco de una enciclopedia por tomos, si es que se contaba con una en casa.
“Con la tecnología y su expansión, el acceso a nuevas formas de conocimiento y los nuevos formatos para transmitirlo, transitaremos hacia un modelo heterogéneo, de modo que el aprendizaje se logrará en grupo, en el salón de clases, pero también en el trabajo en línea y a distancia que puede ser individual o grupal. En resumen, estamos hablando de una combinación de vías para la entrega del conocimiento y formatos para su procesamiento”, explica Gómez Morín.
En su visión, el advenimiento de las redes de quinta generación, más comúnmente conocidas como 5G, permitirá entrar a la era de la virtualidad; ya no solo hablaremos de educación a distancia, sino de dispositivos altamente versátiles que permitirán manejar mucha más información y de manera inmersiva.
El salto tecnológico, agrega, permitirá la colaboración en tiempo real no solo de estudiantes de un mismo grupo, sino entre niños y jóvenes de diferentes países y culturas; es decir, que podremos pensar en proyectos de enseñanza-aprendizaje compartidos entre naciones.
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Soft skills, enfrentar la incertidumbre
Para Joaquín Guerra Achem, vicerrector académico y de Innovación Educativa del Tec de Monterrey, el actual entorno obliga a crear nuevos modelos educativos que potencien habilidades más allá de lo académico. En un sentido estricto, se trata de crear competencias transversales o soft skills, que resultan igualmente importan- tes para el desarrollo profesional.
Entre ellas se encuentran el trabajo en equipo, la colaboración, el liderazgo, la mentalidad emprendedora y la capacidad de tener una visión global de las problemáticas, pero también la ética y la ciudadanía. Y es que, mientras que muchos piensan que basta con tener conocimientos técnicos y profesionales para desempeñar una determinada función, un estudio realizado por la red social LinkedIn entre directores de recursos humanos arrojó que además de contar con un título y experiencia, la forma en que puede hacer frente el candidato a los desafíos laborales, junto con su creatividad, iniciativa y originalidad, son también importantes, pues le ayudarán a adaptarse mejor en la medida que los avances tecnológicos transforman el mercado laboral.
“Tendremos que seguir fomentando el conocimiento y el dominio de la técnica, sin duda, así como de las habilidades que demandarán la sociedad, los gobiernos y las empresas en el futuro”, explica.
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Enfrentamos una alta incertidumbre de lo que pasará en los próximos años; por eso hay que formar profesionistas capaces de enfrentar ese mundo incierto, de dar la cara a problemas que posiblemente hoy no han asomado y hacerlo con tecnología que hoy está apenas en desarrollo. “Esas competencias transversales, sin importar qué hayamos estudiado, nos permitirán enfrentar esa incertidumbre. Hablamos de aplicar un pensamiento crítico en la resolución de problemas complejos, del trabajo colaborativo y de la formación de redes de personas para resolver esos problemas.
En ese sentido también será importante la visión global, pues la capacidad de entender el mundo será útil para dar la cara a cuestiones que tienen dimensión mundial. Por último, las sociedades van a demandar que nuestras decisiones estén basadas en un pensamiento ético, y que se sometan al imperio de la ley, los valores y principios que defendemos como sociedad”.
Gómez Morín, a su vez, opina que independientemente de la necesaria adopción de las nuevas tecnologías, en cualquier nuevo modelo educativo deberán seguirse fomentando la competencia lectora y el razonamiento lógico-matemático, pues ambos permiten analizar información, razonar, interpretar y resolver problemas en una amplia variedad de situaciones de la vida diaria, además de que —según el especialista— estas asignaturas son las dos llaves que abren la puerta a todos los demás conocimientos y al desarrollo del pensamiento crítico.