La vida en torno a la presa derivadora Francisco Zarco se modifica al disminuir el volumen de captación de agua pues los peces encuentran rutas para retomar el cauce del río Nazas, lo que impide que este sistema producto sea lo que fue apenas el año pasado.
Así lo consideran los campesinos que integran la cooperativa del ejido Nuevo Graseros en el municipio de Lerdo, Durango, donde los refrigeradores se mantienen vacíos y abiertos, mientras regresan los pescadores con las redes vacías. Apenas cinco o seis mojarras y aún así se sigue respetando que, si se trata de un ejemplar menor o no maduro, sea devuelto a su hábitat.
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A pesar de que durante el fin de semana anterior llovió por fin en la Comarca Lagunera y en las piedras aún había vestigios de humedad, esta presa muestra ya las huellas de la desecación en sus pilares. Aún así los pescadores se afanan tirando las redes en una lucha que al momento se percibe casi inútil para ellos.
“La pesca ha disminuido junto con el volumen de la presa, que ahorita está como en un 25 por ciento y sigue bajando. Ahorita nos dicen que no hay problema pero vemos que sí, igual hemos visto a las presas que se han secado como la presa de Monterrey que viene siendo la de La Boca, y está difícil. Pensamos que ahora con el agua potable (el proyecto de Agua Saludable para La Laguna) se va a acabar”, refirió Erick Eduardo Martínez Salas.
El 23 de julio pasado MILENIO reportó que tras una reunión con el gabinete ampliado y funcionarios de la Comisión Nacional del Agua, el gobernador de Durango, José Rosas Aispuro Torres, anunció que en breve comenzaría el bombardeo de nubes con yoduro de plata para estimular las lluvias en la sierra de la entidad, pues la presa almacenadora Lázaro Cárdenas se mantiene a un 28 por ciento de su capacidad total.
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La estrategia es vista por los campesinos que viven de la pesca en la presa derivadora Francisco Zarco como algo que puede ayudar, pero consideran que el problema que guardan las presas de origen es el control del flujo del agua, lo que ha evitado que el acuífero principal de la Comarca Lagunera, que depende del Río Nazas, no tenga oportunidad de una recarga real.
“Todo acto trae una consecuencia y puede ser un bien pa’unos y un mal pa’otros, En 1970 empezó la presa, igual ya ve que se represó (el agua) y afectó por decir a La Laguna, igual, porque los mantos acuíferos ya no se alimentaron, entonces es un problema que antes no era porque estaba lleno, pero ahorita como el río no sigue su cauce, ¿de dónde se alimentan esos mantos acuíferos?”.
En el caso de los pescadores, Erick dijo que el problema es que no están sacando producto y lo máximo que obtienen son 5 kilos aplicando el mismo gasto en insumos como la gasolina que, en el ejido, por cinco litros la cobran en 130 pesos, en tanto que el kilo de pescado lo venden en 50 pesos.
“La gente se empieza a quejar porque dicen que está caro el pescado, y pos igual la gasolina sigue aumentando, todo está aumentando, nomás nosotros no estamos ganando nada. Igual nosotros ahorita, viene siendo un proyecto que vamos a sembrar, pero si no hay agua, ¿dónde sembramos? Como estamos en una cooperativa se quiere sembrar pero no tenemos agua”, sentenció Erick quien, a sus 30 años de edad debe mantener tres hijos y su esposa siendo ayudante de su tío, quien es ejidatario y accionista de la cooperativa.
Con los refrigeradores vacíos
La situación que percibe Erick es común y afecta a todos los habitantes de la región que dependen de la pesca y el turismo. Así lo confirmó Julio César Gutiérrez, quien frente a un refrigerador vacío comentó que la situación es delicada pues 38 familias dependen de los ingresos que se obtienen de la presa.
“Cuando estuvo bajando el nivel de la presa fue cuando el pescado empezó a salir para el río. En la presa ahorita los pescadores están batallando para sacarlo… viene el turismo y también se les hace caro y los pescadores pescan y es su producto, con lo que sobreviven también sus familias; ellos lo dan a un precio normal, saquen o no saquen. Hay veces que sí varía pero hay tiempos en que sacan hasta 200 ó 300 kilos por día y ahorita no sacan más que algunas tres o cuatro mojarritas, unos tres o cuatro kilos a lo mucho”.
Julio César refirió que la actuación de las autoridades es casi nula pues se limitan a emitir los permisos de pesca desde Durango capital o la Ciudad de México, sin considerar un plan emergente ante una sequía que ya se prolongó durante tres años. Los apoyos sólo llegan cuando se establece el mes de veda, pero ahora que el nivel del agua bajó drásticamente y los pescados no se trepan en la red, para eso no hay ayudas.
Lancheros ven el paisaje con preocupación
Sentados frente al enorme espejo de agua, los lancheros hacen guardia en el atracadero mientras contemplan el escenario producto de la sequía. Juan Antonio Medrano accede a conversar sobre la situación que se vive en torno a la presa y sus recursos.
“Estamos preocupados por el agua porque ya la están sacando pa’ La Laguna. El nivel ya bajó bastante; el agua llegaba hasta por donde está el mezquite, son al menos unos 50 metros, y mirábamos hasta allá el agua apenas al inicio del año; el agua nos llega hasta donde está su carrito. El turismo sí viene y la gente se fija que ya va pa’abajo, hasta se agüitan por ver la presa porque ellos vienen a divertirse aquí, a distraerse de la ciudad y del pueblo, este es una laguna para todos y nos puede que se deseque la presa porque semos 38 pescadores”.
Don Juan Antonio pidió a las autoridades que en medio de esta crisis consideren apoyar a los ejidatarios y a las comunidades de Nuevo Graseros, Pedriceña y Carranza, pues en la mente de los trabajadores persiste la idea de un escenario crítico donde se piensa lo que se deberá hacer si la presa se queda sin agua.
“No hay nada y nosotros quisiéramos que el gobierno nos ayudara en esta situación que está pasando porque si se llega a secar la presa, es de donde nosotros vivimos, es de donde mantenemos a nuestras familias, de donde sacamos para comer. ¿Y si se llega a secar, qué vamos a hacer?”.
Con 25 años de edad, Ramón Villegas llega al atracadero. Ya en tierra toma una reja y la ata a la parte trasera de su motocicleta. Lleva en ella menos de una decena de pescados, mismos que venderá pronto en los restaurantes que reciben al turismo en la presa Zarco.
“Tardé aproximadamente 24 horas, desde ayer las checamos igual y volvimos a dejar las redes ahí trabajando toda la tarde y toda la noche. El año pasado podía haber tenido el doble pero ahorita sí se está viendo muy afectada la presa porque está bajando el agua por las compuertas, entonces el pescado se empieza a esconder por la corriente que se genera".
“El pescado se queda aquí porque la mayoría de los restaurantes acaparan lo que sale. Todo lo que sale lo quieren para seguir trabajando. Sí sale para abastecerlos pero antes tenías que andar vendiendo por las rancheradas, nos poníamos en los cruceros de Juan E. García, Los Ángeles, incluso llevaban el pescado hasta Gómez Palacio y Lerdo. Ahorita gracias a dios la agricultura sí deja algo de entradas extras: ya sea que te ocupen de empacador de pacas o ir para aplicar fertilizantes. Ahí sale algo”.
La falta de agua estresa no sólo a la población sino al espacio geográfico pues con disponibilidad del recurso, los ejidatarios y los grandes productores desde décadas atrás desplazaron cultivos diversos para sembrar la mayor parte de la superficie con alfalfa, un producto que, paradójicamente, demanda un alto consumo de agua.
La venta de alfalfa es segura debido a que en la Comarca Lagunera se tiene la cuenca lechera más grande no sólo de la República mexicana sino de América Latina con una producción diaria que puede superar los 9 millones de litros de leche.
De acuerdo al portal informativo Agronoticias, el coordinador de la división regional de Ciencia Animal de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, el doctor Ramón Delgado, confirmó que el hato ganadero en el año 2017 llegó a 1 millón 300 mil cabezas, sin dejar de lado a millones de aves y puercos, lo que perfila a la región como una zona altamente productora de lácteos y cárnicos.
La obediencia de la ley de la oferta y la demanda tiene sus costos y volviendo al suelo lagunero el cultivo de la alfalfa requiere de altas dotaciones de agua pues sus necesidades varían a lo largo del ciclo de producción. En el caso de riego por inundación, lo que se necesitan son al menos mil metros cúbicos por hectárea, mientras que en cultivos que tienen riego por aspersión se considera que alcanza los 880 metros cúbicos por hectárea.
A comerse un pescadito
Brenda Lilia Ayala Martínez es cocinera en uno de los restaurantes más concurridos de la zona y sabe que es muy poco el producto que atrapan las redes de los pescadores.
“Los habitantes viven de la pesca, es su trabajo y es también lo que más consumen. Aquí sábado y domingo se llena y el pescado sí se acaba, hemos cerrado a las siete de la tarde; cuando hay gente podemos cerrar hasta las nueve o diez de la noche, pero en veces cerramos porque sacan tres mojarras, no es lo suficiente. Sí salimos a buscar filete, pescado. No sé de dónde los traigan pero sí se va por más”.
Brenda Lilia apuntó, como la piel que toma color al estar expuesta al sol, el paisaje hoy muestra su piel tostada junto a esas partes blanquecinas que durante años habían estado sepultadas bajo el agua. En un paisaje que abandonan los peces, se espera trascender la sequía y no se deba pedir de más lejos el producto que se colocan en las mesas de los restaurantes mientras los turistas se toman una cerveza escuchando al Conjunto Primavera.
CALE