La cantante Cristina García debió volver a casa y ver la vida cotidiana detrás de una ventana. Además, abrió otras en la virtualidad para trabajar y acercarse a sus alumnos, e incluso para poder saber de sus amigos.
Como terapia, cantó para ahuyentar a la melancolía porque asegura, el canto acerca; sirve para enamorar y para sentirse feliz. Una canción puede ser también el último adiós en un funeral, y por eso, ella cantó con toda la potencia de su voz al ser decretada la pandemia por covid-19.
Se propuso junto a dos de sus amigos compartir esta experiencia. El sábado 14 de agosto a las nueve de la noche ofrecieron un concierto en Green Zone llamado “Amor post Pandemia” que pretende celebrar la vida.
“Dicen por ahí que cada quien sobrevivió como pudo y en general todos. A todos nos hizo bien una rola, una canción, una serie porque fue tanto tiempo con nosotros mismos que tuvimos que afrontar nuestros demonios y nuestra única compañía y entonces de eso va el concierto. Joab Zúñiga, participante de La Voz, Gera Bizantino, Noemí sin “H”, standupera y músico, y su servilleta, Cristina García, vamos a estar cantando, en mi caso mostrando un poco de lo que aprendí en pandemia".
“En algunas rolas vamos todos en armonía, en otras acompañó en la percusión, en otras son pequeñas partituras dancísticas pero la onda es que sea un concierto muy íntimo, que es para todos con un abanico amplio de canciones, desde las que sabemos que nos salvaron a nosotros y hasta las que salvaron a la raza y nosotros las versionamos”.
El ritmo de las ciudades se percibe por momentos imparable, y lo que no se quiso hacer por las buenas pareciera que lo hizo la pandemia que, permitió abrir espacio en los domiciliospara compartir en familia, sentarse y esperar.
“Fue un ‘¡Siéntese, señora!’ para el mundo. ¡Señora, ahí está su silla!, a todos nos dijeron. Y el problema es que algunos no nos sentamos, nos fuimos hasta el piso, entonces, es aprovechar que ya podemos ver la vida desde otra perspectiva y no sólo la que teníamos antes. La tercera ola sigue, la vacunación ya me tocó y otra vez es guardarnos, otra vez es priorizarnos, respetarnos y amarnos porque ya vivimos el asilamiento no amable, creo que ahora mínimo tenemos la experiencia de un autocuidado más amable".
El trabajo se modificó
Para el escritor Gilberto Prado Galán le planteó la permanencia en casa con cierta seguridad. Luego de trabajar durante décadas como docente, logró obtener su jubilación y pensión, lo que apuntó le permite sentir cierta tranquilidad económica que antes no tenía porque debía movilizarse multiplicando sus quehaceres.
“Ya me pensioné, gracias a dios estoy pensionado lo que me da cierta tranquilidad económica que no tenía obviamente porque tenía, como suele decir la raza, andar persiguiendo la chuleta, tenía que andar dando cursos, talleres y luego con la pandemia pues todo se nos cayó; a mí se me cayeron cursos, conferencias, talleres, seminarios, en fin. Por Zoom sí tengo dos o tres pero ya no es igual, por Zoom no es igual que presencial”.
Ahora está por culminar el libro Ella era el jardín, homenaje a Leticia su esposa, con quien mantuvo 32 años de feliz matrimonio. Sus hijas ya son dueñas de sus vidas y él, apuntó, comienza a ejercer el concepto de vivir por temporadas. La primera en la Ciudad de México, luego Torreón y algunas otras más que le generan cierta atracción.
“Practico el concepto temporadas pero mi base está en la Ciudad de México, y cuando vengo a Torreón descanso. Estoy culminando un libro, Ella era el jardín, que es mi recuento de la relación de pareja que tuve de 32 años de plenitud, de felicidad porque fuimos muy felices mi esposa Leticia y yo, que en paz descanse ella".
“Fuimos muy felices y muchas personas se casaron porque dimos un ejemplo de vida de que sí se puede ser feliz en un matrimonio; la misma Marcela Moreno dijo que éramos como el Ying y el Yang”.
En el desamparo
Si bien los creadores y artistas pueden impulsar sus propios proyectos con mucha dignidad, la pandemia como se vivió en los primeros meses, con perifoneo en las calles los dejó a muchos de ellos a la deriva.
Fue el 13 de mayo que esta casa editorial y a petición de los maestros Armando Martínez Cuty y Daniel Román, denunciaron públicamente que en medio de la crisis sanitaria la Dirección de Cultura les suspendió los pagos.
Este hecho lo pudo confirmar el maestro Jaime Hinojosa, director de la Escuela Municipal de Danza Contemporánea de Torreón, quien dijo, al menos entre 10 y 12 maestros de esta institución no habían recibido sus sueldos, confirmando así que se vulneraron los derechos de los artistas que trabajaban como docentes para el gobierno municipal.
EGO