Para celebrar el Día de Muertos, año con año, en varios municipios de Puebla se montan altares monumentales, cuya peculiaridad es su forma piramidal y su tono blanco derivado de las telas de satín o raso, flores blancas y la luz artificial o de las ceras.
Estas ofrendas se construyen en tres niveles, el primero representa el mundo terrenal, el segundo a la división entre cielo y Tierra, el tercero representa el cielo; miden de cuatro a cinco metros de altura.
Como figura central se coloca la imagen del difunto, la cual se refleja a través de un espejo, es una manera de estar y no estar.
Sus estructuras son fabricadas con polines y tablas. En la mayoría de los casos se erigen en la sala o en el patio de cada vivienda, pues los altares llegan a medir entre cuatro y cinco metros de largo y ancho.
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Los artesanos conocidos como altareros son los encargados de diseñar y construir estas ofrendas. Las proyectan de acuerdo al tamaño del sitio donde se desea su instalación y al detalle que se desee.
Hay tres tipos de ofrendas: la monumental, que es la más conocida y visitada; la normal, que se coloca de forma regular después del segundo año de la muerte; y la del ánima sola, dedicada a las almas de aquellos que por cuestiones económicas, religiosas o por falta de familiares carecen de un sitio para tener un recibimiento al visitar la Tierra.
Huaquechula
En el valle de Atlixco, se localiza el municipio de Huaquechula, donde esta conmemoración se vuelve una gran fiesta y romería por el gran número de visitantes que recibe. En dicho sitio existen muchos alteros, quienes incluso han concretado estos trabajos en otros países.
Desde la época prehispánica los habitantes de ese sitio tenían la costumbre de hacer ofrendas a los muertos, que incluían comida y utensilios que los acompañarían en el trayecto después de su muerte.
Con la llegada del catolicismo se produjo un sincretismo religioso, en el que las tradiciones de los pueblos originarios y las de los españoles se amalgamaron y surgieron así ofrendas monumentales, que en sus inicios llegaron a tener entre cinco y nueve niveles, en reminiscencia al Mictlán, el inframundo de los mexicas.
Desde esa época y hasta la actualidad, para vestir estos altares se emplean solo colores claros, y no el negro y morado, que se emplean como símbolos de luto en el culto católico.
En esa localidad se realiza a la par el ritual del recibimiento de Las Ánimas, tradición considerada Patrimonio Cultural del Estado desde 1997.
Los altares de Huaquechula son considerados Patrimonio Intangible de la Humanidad desde 2001 y cada año, el lugar recibe en promedio a unos 20 mil visitantes que dejan una alta derrama económica.
Tochimilco
En el municipio de Tochimilco también se colocan ofrendas monumentales en honor a las personas que han fallecido en el último año. Están dedicadas a los difuntos de octubre del año anterior a octubre del presente.
Huejotzingo
En Huejotzingo, también se realizan majestuosos altares monumentales pero son para recibir en los hogares diferentes imágenes religiosas en el periodo de Cuaresma. Son, previo registro, diez los sitios elegidos para albergar a estas representaciones, siendo las más solicitadas las del Señor de las Tres Caídas y la del Señor del Dulce Nombre.
Los altares monumentales se elaboran inspirados en pasajes bíblicos. La tradición marca que desde que las imágenes llegan en peregrinación a las casas que las reciben en los cuatro barrios huejotzingas, cada uno de los integrantes de las familias no debe despegarse ni un minuto de los santos.
Durante su presencia les rezan, cantan alabanzas y durante tres noches son velados hasta que los regresan nuevamente a su respectivo templo.
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