En Oaxaca una mujer que logró cambiar la realidad de otras zapotecas es Eufrosina Cruz Mendoza, que fue impugnada por los habitantes de su pueblo natal, Santa María Quiegolani, y a quien por su condición de indígena y por su género no la dejaron competir para ser presidenta municipal.
Sin embargo, su voz y su grito se escucharon en las tribunas más altas y llegó a ser diputada y la primera presidenta de una mesa directiva en la legislatura local; desde ahí impulsó reformas al Código Penal para permitir el derecho de sus congéneres a votar y a ser votadas.
Actualmente, a 15 años de su lucha, en Oaxaca ya se vota libremente a las mujeres en los ayuntamientos regidos por usos y costumbres y cada vez son más las que se convierten en presidentas municipales.
La vida de esta indígena atrajo la atención tras el reportaje publicado el 10 de febrero de 2008 en la prensa española llamado La rebelión se llama Eufrosina Cruz, en el cual se narró la lucha de la joven, de 27 años, y el inicio del Movimiento Quiegolani por la equidad de género, el cual buscaba la igualdad en la política.
En entrevista, la primera indígena que encabezó el Congreso de Oaxaca comentó que hoy, gracias a la reforma que propuso, en esa entidad ya hay más de 50 mujeres presidentas bajo el Sistema Normativo Interno de Usos y Costumbres.
“En 2010 la vida me dio la oportunidad de ser diputada federal; ahí logré una reforma a la Constitución de mi país para que no solo en mi entidad, sino a escala nacional, las ciudadanas también pudieran ejercer ese derecho de votar y ser votadas, y que nadie les diga que por ser mujeres no pueden participar”.
Indicó que fue en 2014 cuando la ONU adoptó la iniciativa, no solo para México sino a escala mundial. Los países que están dentro del Convenio 169 también se obligan a construir acciones afirmativas para incorporar la participación de las mujeres en sus comunidades.
“Yo soy de un pueblo que se llama Santa María Quiegolani, que se ubica a siete horas de la capital de Oaxaca; aprendí a hablar español a los 12 años, porque mi lengua materna es el zapoteco”, recordó Cruz Mendoza, quien actualmente es secretaria de Asuntos Indígenas del estado.
Mencionó que sus padres no saben hablar, leer y escribir español; tuvieron 10 hijos. “A mi hermana la mayor, mi papá la casó a los 12 años, a los 13 ya era mamá, a los 31 tenía nueve chamacos. Entonces yo huí de ese entorno muy joven, no para olvidar quién soy y de dónde soy, sino para que mi país me viera y supiera que también razono y pienso”.
Eufrosina Cruz Mendoza aseguró sentirse muy orgullosa de su cultura, lengua y vestimenta, lo cual logró mediante la educación, pues reconoció que cuando se es indígena, mujer y pobre es difícil sobrevivir en estas grandes ciudades, “en donde te ven de pies a cabeza, porque hueles a montaña y porque tus facciones y tonalidad de voz es diferente”.
El gobierno de Alejandro Murat trabaja en un proyecto que consiste en “abrazar” a jóvenes del estado, a fin de que desarrollen programas para conservar las lenguas maternas a través de becas para jóvenes talento. “A mí me hubiera gustado que alguien me hubiera apoyado con lo mínimo”, expresó.
Aseguró que los indígenas nunca han pretendido que les regalen algo, sino que haya esta correspondencia o corresponsabilidad, pero este aspecto lo aprendió con la educación, ya que es contadora pública y debió superar circunstancias de la vida para cumplir sus metas.
Sin embargo, indicó que las comunidades son un reto, ya que todavía falta mucho porque hay paradigmas que se deben romper.
De estas inercias no responsabiliza a los hombres, sino a esa circunstancia que se llama pobreza y marginación, porque en las comunidades nadie les enseña qué es un derecho o la igualdad.
ledz