Salud mental en Coahuila: entre carencias, violencia y pandemia

En Coahuila hay mil 902 consultorios, pero apenas el 3.5 por ciento están destinados a la atención psicológica o psiquiátrica.

En Coahuila por cada 100 mil habitantes hay 3.08 psicólogos y 1.26 psiquiatras para atender las enfermedades mentales. (Agencia Enfoque)
Luis Alberto López
Laguna /

Para entender la problemática social y los trastornos mentales que sufren los coahuilenses en los últimos años hay que reflexionar al menos sobre dos cosas: la carencia que históricamente ha persistido en cuanto a la atención a esa rama de la salud y las secuelas que la violencia de la última década dejó.

Los datos de la Secretaría de Salud Federal hasta el 2017 revelan que en la entidad existen mil 902 consultorios, pero apenas el 3.5 por ciento están destinados a la atención psicológica o psiquiátrica, es decir, 43 son para el primer y 24 para el segundo.

Así también por cada 100 mil habitantes hay 3.08 psicólogos y 1.26 psiquiatras.

Al respecto, Adriana Romo, activista por los derechos de las mujeres y psicóloga, afirma que la salud mental siempre ha sido el patito feo del apoyo gubernamental y durante la pandemia del covid-19 esa tendencia sigue.

“Ya van siete meses y creo que esas instituciones tienen los medios para actuar como la Cruz Roja, lo cual se traduce a psicología de desastres pero que en nuestro país eso está más que en pañales”.

Cuestiona también que las dependencias encargadas de la atención a las familias carecen de personal calificado y en el caso de algunas labores de auxilio a las mujeres violentadas ya tiene, pero por la lucha que emprendieron grupos feministas.

“No es la cantidad, sino la calidad. Desgraciadamente en las instituciones públicas se contratan psicólogos o psicólogas sin una exigencia de profesionalización, ¿por qué? A veces no pagan muy bien y ya sabemos cómo funciona”.

Refiere que en estos momentos de la pandemia, uno de los sectores más vulnerables es la infancia e incluso abarca a los adolescentes toda vez que en un contexto de pasado inmediato, vivieron la violencia desatada por el crimen organizado en la región, por lo que tuvieron que crecer en un entorno violento, con miles de muertes y desapariciones forzadas.

“Ahorita ya perdieron contacto social que es indispensable a esas edades, escuela, económicas por el desempleo de padres, ¿qué secuelas va a dejar? A mí como profesional de la salud es lo que más me preocupa y en lo inmediato no se está haciendo gran cosa”.

Un hecho sin precedentes que da razón a la especialista fue el tiroteo al interior del Colegio Cervantes en enero pasado, protagonizado por un menor que luego de matar a su maestra y herir a otros compañeros y maestros se quitó la vida.

En esa ocasión acudió un grupo de especialistas de Nuevo León a dar seguimiento a los menores de la escuela privada por unos días en cuanto al choque emocional a invitación de la Secretaría de Salud de Coahuila, sin embargo en otros acontecimientos en espacios públicos como en el desfile conmemorativo a la Revolución el año pasado no hubo tal cosa. Aunque fue asesinada una maestra a plena luz del día y cerca de varios niños y jóvenes que al escuchar los disparos buscaron refugio.

Ansiedad y pandemia

La pandemia desatada por el covid-19 vino a complicar situaciones mentales de la población y a destacar la importancia de la labor del profesional que atiende en ese ramo.

Así lo considera la investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC), Ana Berenice de la Peña Aguilar, quien afirma que durante estos meses de aislamiento social la ansiedad incrementó entre la ciudadanía.

Argumenta que en el sentido inmediato las mujeres son el grupo más afectado por estas circunstancias, pues deben ejercer roles que no estaban establecidos antes como fungir como maestras de sus hijos.

“Tuvimos un proyecto en el que trabajamos con mamás en dos etapas de 10 sesiones virtuales cada una. Nos encontramos con un grupo que estaba afrontando muchas pérdidas dentro de sus familias”.

Expone que hay esfuerzos por atender las consecuencias emocionales de la pandemia con los pocos recursos que existen, aunque la difusión de los mismos también merma en el objetivo.

“Creo que se ha tratado de hacer mucho con los pocos psicólogos que tenemos y digo esto porque hay un psicólogo por cada cinco o seis escuelas primarias públicas o está enfocado a cierto tipo de problemáticas, pero el trabajo va mucho más allá de cumplir un rol dentro de una estructura”.

El choque de dos realidades

La contingencia por la propagación del covid-19 también puso en jaque a las instituciones encargadas de atender los problemas mentales de la población y el ejemplo más emblemático está en el brote del virus que se dio la semana pasada en el Hospital Psiquiátrico de Parras.

El pasado 28 de septiembre la Secretaría de Salud dio a conocer mediante un comunicado el fallecimiento de una enfermera del centro médico. Un día después se dio cuenta que 36 pacientes y 15 trabajadores resultaron infectados después de la toma de 130 muestras.

CALE

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