A healthy life. Vicky Briseño & Adriana Mercado

Vicky

Desde que empezó a ser consciente de su cuerpo se siente mejor, con más energía, ligera. Vicky aconseja a sus alumnos fortalecer el Core (Núcleo) y mantenerlo cerrado, apretando el abdomen hasta el piso pélvico, que es la base de todo.

Aunque estudió diseño industrial, decidió enfocarse en el gimnasio y certificarse en Acondicionamiento Físico Propioceptivo. “Es más terapéutico, de readaptación corporal y movimientos hipopresivos, para cualquier esfuerzo que se involucra en tu día a día, movimientos que todos deberíamos controlar”, explica.

A los 16 años se metió a entrenar box, después pasó al rugby y de ahí saltó al fisicoculturismo. Luego de sus primeros logros en la categoría Bikini, espera este año llegar a ser Bikini Wellness.

Tener esa figura requiere de varios sacrificios. Vicky come seis veces al día, tiene una dieta basada en pollo, arroz y verduras como la papa y el camote. Su tentación, los postres, han quedado fuera del menú. “He tenido que dejar todo lo que tiene chocolate”, lamenta. Solo en los cumpleaños llega a probar un poco de pastel.

Hasta el agua cuenta, para competir debe beberla en grandes cantidades, pero cuando llegan los últimos días la deja para deshidratarse y que la piel se pegue al músculo. Ella está feliz con su cuerpo, aunque siempre quiere ver algo mejor.

“Aprendí a aceptar los cambios del cuerpo, porque nunca vas a estar igual, dependiendo de cómo te alimentes. Tienes que trabajar la mente y entender que siempre vas a tener cambios, tienes que verlo más allá de lo físico”, dice. Para trabajar su mente, Vicky se puso a leer sobre el manejo de las emociones y la energía.

Meditar es fundamental para alcanzar esa plenitud. “Cuando no tienes carbohidratos estás en otra dimensión y todo te irrita. Para estar contenta con todos, me levantaba a las cinco de la mañana, meditaba y me iba a hacer ejercicio”, cuenta.

“Todo lo que soy es gracias a mi madre. Ella es una persona muy fuerte que siempre cumple lo que tiene en mente; me ha enseñado que no hay límites”.

Vicky Briseño

Adriana

Para Adriana, el ejercicio es una terapia de vida, algo que la mantiene bien mental, física y espiritualmente. “A todos nos gusta vernos bien; va pasando el tiempo y nos gusta conservarnos. Yo no puedo estar un día sin hacer ejercicio”, afirma.

A los ocho años, su mamá la llevó a ejercitarse al estadio Revolución. Aunque iba con adultos, veía la rutina como un juego. Antes de irse a la escuela, ya entrenaba con el preparador físico del Pachuca en los ochenta.

Pasaban las modas y ella se iba adaptando. Practicó aerobics y spin, además de sus ejercicios acompañados con gimnasio. “Empecé a hacer ejercicio en un club deportivo al aire libre y corríamos un poquito (cinco kilómetros diarios). Entonces el preparador físico me dijo: ¿no te gustaría correr un poquito más? Tienes buena zancada”, cuenta.

Adriana se puso como objetivo correr un maratón antes de cumplir los cuarenta años y lo logró. Se estrenó en la Ciudad de México, en el Centenario de la Revolución Mexicana, en 2010. Ese mismo año participó en Atenas, también en un aniversario, 2 mil 500 años después del primer maratón de la historia mundial.

Su pasión la llevó a Nueva York, Lisboa, Berlín, Hawái, Buenos Aires y Ámsterdam. Con esa experiencia fundó, junto a un grupo de amigos, el grupo de corredores Leopardos de la Montaña, que cada fin de semana recorre los bosques en grupos de 30 a 40 personas.

En trail running, ella presume una temporada en el pódium, en el maratón de 60 kilómetros. “Siempre estamos entrenando para mejorar en tiempo y llegar en mejor condición”, dice.

A quienes no se han decidido a llevar una vida healthy, la maratonista recomienda: “sí hay solución; cuando empiezas a hacer ejercicio te sientes bien, te empiezas a ver muy bien, encuentras tu mejor versión. Si ya tuviste hijos y tienes tu familia formada, ¿por qué no cuidarte?”, cuestiona.

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