Cada día están más cerca las grandes festividades del año, como la conmemoración de la Independencia de México o el Día de Muertos, y con ello salta a la vista el desfile de artesanías mexicanas, las cuales no sólo hacen referencia a los objetos o símbolos que representan una parte de nuestra cultura, también a los dulces típicos, tal es el caso de los llamados alfeñiques.
La cocina mexicana destaca por su variedad de sabores y olores, además de la riqueza de ingredientes. Cuando se habla de preparaciones dulces, las opciones son infinitas, desde los afamados borrachitos, las alegrías o los jamoncillos hasta el ate y las cocadas, pero existe un lugar en la mesa de honor para los alfeñiques; aquí te decimos de qué están hechos y cómo se preparan.
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Pero además de su importancia en la repostería, los alfeñiques son considerados un fenómeno sincrético, es decir, son un alimento que fusiona las tradiciones y técnicas de la época prehispánica con las de los españoles.
Un poco de historia
Aunque son muy populares en México, estos dulces provienen de España; sin embargo, su origen se le atribuye a la región Al-Ándalus (nombre que dieron los musulmanes a la península Ibérica durante la Edad Media), en donde eran llamados al-fanid y se utilizaban para aliviar la tos.
Cabe mencionar que el Estado de México es uno de los principales productores de dicho producto e, incluso, cuentan con su propio Museo del Alfeñique, ubicado en la ciudad de Toluca, donde se considera comenzó a fabricarse en el país hace unos 400 años por iniciativa de don Francisco de la Rosa.
Si bien, son creaciones de hace cientos de años, en México adquirieron un papel más allá de la gastronomía debido al significado de las figuras, por ejemplo las calaveras de azúcar, símbolos del Día de Muertos.
De qué están hechos y cómo se preparan
Son dulces miniatura con formas que simulan frutas, verduras o platillos tradicionales, así como calaveras, animales y curiosos muñecos. Pueden ser duros o suaves, y su elaboración depende del estado; no obstante, en su mayoría se preparan con azúcar pura de caña y agua.
A partir de estos ingredientes se forma una pasta que se estira con un rodillo en barras, posteriormente se les da forma, ya sea con las manos o utilizando moldes. Finalmente se pintan con colores vegetales y se les agregan detalles valiéndose de brillantina o papel comestible.
De acuerdo con Larousse Cocina, en Querétaro el procedimiento es un poco más complejo, dado que se elaboran con jugo de limón, azúcar pulverizada y chautle, un tipo de biznaga de la que se obtiene un tipo de harina que se mezcla con el resto de los ingredientes, después se envuelve en hojas de calabaza.
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