Entre la depredación, el cambio climático, el crecimiento de la mancha urbana y los conflictos entre escamoleros, el llamado “caviar mexicano” estaría a punto de la extinción.
Ser escamolero no es cualquier oficio, se requiere de por lo menos una década de preparación, tiempo en el que se capacitaron hombres y mujeres en el Valle del Mezquital para extraer el escamol sin hacerle daño a los nidos, donde actualmente sobreviven algunos de dónde sacarán parte primordial para realizar algunos platillos que formen parte de la XXXIX Muestra Gastronómica de Santiago de Anaya, los días 5,6 y 7 de abril.
La depredación inconsciente por obtener el escamol, cuyo precio oscila actualmente entre 2 mil 500 y 3 mil pesos o más el kilo, así como el crecimiento de la mancha urbana, el cambio climático y los conflictos que existen entre escamoleros en las zonas, es lo que está haciendo desaparecer los nidos de escamoles que aún se conservan en el lugar, señaló Armando Soria Castañeda, escamolero hidalguense.
“El escamol tiene cinco años de vida en Hidalgo, hace cinco años se tenía un cálculo de que se producían dos toneladas de escamol al año, actualmente son no más de 600 kilos y es grave el problema y esto se debe a varias circunstancias, entre ellas, que haya escamoleros que sepan manejar los nidos y para ello se requiere de una capacitación de entre siete y 10 años de entrenamiento porque es temporal, porque sólo se pueden conseguir durante un mes o mes y medio, y porque antes se daba este aprendizaje de forma natural al llevar a los niños al cerro a que aprendieran”.
“Hay gente que sólo sabe de dónde se sacan los escamoles, destrozan los nidos al acuchillarlos llevándose todo y esto no es así, porque se debe saber abrir el nido y cerrarlo para que perdure. Además que no hay 80 nidos nuevos por falta de reinas en dispersión debido a la urbanización que ha afectado mucho y que el terreno que se requiere para crianza del escamol, que es rocoso y árido, lo están vendiendo para construir zonas habitacionales”, indicó Soria Castañeda.
Explicó que un nido maduro de escamoles lleva entre seis y siete años y da medio kilo en la temporada, uno de diez a 12 años, da un kilo y “mientras lo sepas manejar dura toda la vida ese nido”.
“El cambio climático también ha afectado porque se han registrado cambios de temperatura. En San Luis Potosí, por ejemplo, desde hace dos o tres años que se iniciaba la colecta de escamoles los primeros 15 días de la temporada de Semana Santa y ya no volvió a haber más, por lo que parece ser que está afectando el clima”, indicó.
El escamol, no es el tipo de hormiga que conocemos, es una hormiga que no es afín al ser humano, inclusive si el humano camina alrededor de ellas, las ahuyenta de los nidos, por lo que se le considera una hormiga aislada.
“Sus hábitos son el aislamiento en los cerros, magueyes hemípteros para su habitad – que han ido desapareciendo por la urbanización- y alimentación, la hormiga no es omnívora y se alimenta de pulgas o plagas y prefiere magueyes para acomodar a los bichitos entre pencas y les proporciona protección, además de que hay hormigas guerreras alrededor y las protege de los cambios de clima”, explicó.
Añadió que actualmente, sólo hay cuatro escamoleros por pueblo, cuando antes se hallaban diez, “y hasta los ingresos de ellos han cambiado, cuando hace cinco o siete años ganaban entre 60 a 80 mil por temporada cada uno, ahora sólo unos 20 mil pesos”.
“Hay malos manejos en los pueblos, porque como ya no hay tantos nidos, se van a la propiedad del vecino desde temprana hora para sacar los escamoles y por la prisas de que no se den cuenta, no tapan bien los nidos y se mueren, pero no lo han querido entender”, indicó.
Hace un par de años hubo un plan de recuperación por parte de la Universidad de Chapingo, pero se quedó en el olvido, “porque no les interesa un estudio de entre cinco a diez años, porque ahora quieren resultados en seis meses y con el escamol eso no es posible”, por lo que ahora Soria Castañeda busca financiamiento para multiplicar los pocos nidos de escamoles que aún sobreviven y poder seguir contando con el “caviar mexicano”, y las delicias gastronómicas que se hacen con este alimento prehispánico.