El gobierno etíope y las autoridades rebeldes del Tigré alcanzaron un acuerdo de "cese de hostilidades" este miércoles, dos años después del inicio de un conflicto que ha dejado medio millón de muertos en el norte de este país africano.
"Acordamos silenciar definitivamente las armas y poner fin a los dos años de conflicto en el norte de Etiopía", afirmaron el gobierno y el Frente Popular de Liberación del Tigré (TPLF) en una declaración conjunta tras unas maratonianas negociaciones en Sudáfrica. El alto al fuego fue anunciado por el mediador de la Unión Africana, el ex presidente nigeriano Olusegun Obasanjo.
"Las dos partes del conflicto etíope aceptaron formalmente un cese de las hostilidades, así como un desarme sistemático, ordenado, sereno y coordinado", declaró el alto representante de la Unión Africana (UA) para la zona del Cuerno de África en Pretoria.
Ambas delegaciones estaban reunidas bajo el paraguas de la UA desde el 25 de octubre en esta ciudad sudafricana.
"Hoy es el comienzo de un nuevo amanecer para Etiopía, para el Cuerno de África y, de hecho, para toda África", dijo Obasanjo. El pacto, sellado por los jefes de ambas delegaciones, prevé entre otros que se restablezca "el orden público, los servicios (en el Tigré), el acceso sin obstáculos a la ayuda humanitaria, la protección de los civiles", precisó.
Sin embargo, advirtió que el anuncio no implicaba "el final del proceso de paz, sino su inicio" y que "la implementación" del acuerdo firmado hoy era "clave". Aún no se han revelado los detalles de cómo se controlará la implementación del acuerdo en el terreno.
Tampoco se hizo referencia a las peticiones de la comunidad internacional y de los rebeldes para que el ejército de Eritrea, el país vecino que apoya las fuerzas gubernamentales, retire sus fuerzas de Tigré.
"Dejar atrás el pasado"
Se trata de "una primera etapa muy bienvenida", dijo el vocero del secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres. El portavoz del departamento de Estado estadunidense, Ned Price, calificó el acuerdo de "importante etapa para la paz".
El primer ministro etíope, Abiy Ahmed, se comprometió a implementar el acuerdo y su consejero para la seguridad nacional, Redwan Hussein, que encabezó la delegación etíope, alabó el "compromiso constructivo" de los beligerantes "para poner fin a este trágico episodio".
El acuerdo muestra "la voluntad de ambas partes de dejar atrás el pasado", consideró por su parte Getachew Reda, el líder de la delegación rebelde. "A fin de responder al sufrimiento de nuestro pueblo, hemos hecho concesiones porque debemos fomentar la confianza", añadió.
Las negociaciones no pusieron fin a los combates en el Tigré, donde las tropas federales avanzan con el apoyo del ejército eritreo y de las fuerzas y milicias de las regiones vecinas de Amhara y Afar.
El conflicto estalló en noviembre de 2020 cuando el primer ministro envió tropas al Tigré tras acusar a las autoridades locales del Frente Popular de Liberación del Tigré (TPLF) de atacar campamentos del ejército. Tras cinco meses de tregua, los combates se reanudaron el 24 de agosto y las fuerzas etíopes anunciaron recientemente que habían tomado varias ciudades de la región.
La reanudación de los combates dificulta la llegada de ayuda humanitaria en esa región de seis millones de habitantes, advirtió la comunidad internacional, lo que ha sumido la zona en una grave crisis humanitaria.
Se desconoce el balance oficial del conflicto, que se desarrolla mayormente a puerta cerrada. La prensa no tiene acceso al norte de Etiopía y las comunicaciones funcionan de manera aleatoria, volviendo imposible la verificación independiente de la información.
Según la embajadora estadunidense de Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, "hasta medio millón de personas" murieron en dos años. Además, más de dos millones de personas se han visto desplazadas por las hostilidades y cientos de miles de personas están al borde de la hambruna.
dr