Una nueva ola de protestas para pedir mejoras sociales y contra la corrupción regresó ayer a las calles de varias ciudades de Irak con enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad que han causado al menos 40 muertos y unos 2 mil 300 heridos.
Como lo hicieron a principios de mes, cuando murieron 157 manifestantes, miles de personas se echaron otra vez a las calles en al menos siete provincias portando banderas iraquíes y coreando lemas como “Paz, paz”, y chocando con la represión policial.
Los enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad han causado al menos 40 muertos, por fuego real o asfixia, además de 2 mil 312 heridos, la mayoría en Bagdad, según el último balance ofrecido por la gubernamental Comisión de Derechos Humanos iraquí.
Ante tal situación, las autoridades han impuesto el toque de queda en las provincias de Basora y Di Qar, según informa la agencia estatal iraquí NINA.
Sus datos indican que 27 edificios gubernamentales y sedes de partidos políticos sufrieron daños durante los incidentes.
Los enfrentamientos se han producido a pesar de los llamamientos a la calma del jeque Abdelmahdi al Karbalai, representante de la máxima autoridad religiosa chií de Irak, el Ayatolá Ali al Sistani.
“A los participantes en las protestas, reclamo que no lancen piedras ni cócteles molotov y que no causen daños al mobiliario”, mientras que insistió a las tropas en que las manifestaciones pacíficas son un derecho constitucional”.
Tampoco hizo efecto el discurso que dio el jueves a la nación el primer ministro, Adel Abdelmahdi, quien prometió que la próxima semana hará una remodelación de su Gabinete de ministros.
Las manifestaciones estallaron en Bagdad el 1 de octubre y se extendieron a otras zonas del país en protesta por la precariedad de servicios públicos, falta de empleo y además contra la extendida corrupción y la mala gestión de los recursos.