El día que Japón trasmitió por televisión la muerte de un político

Las imágenes, aún en blanco y negro, son grabadas para posteriormente retrasmitirlas a los hogares tokiotas que siguen el debate en vivo por radio en torno al papel militar de Estados Unidos en Japón.

Un funcionario en Japón fue agredido en TV. (Especial)
Horacio Besson
Ciudad de México /

El ataque contra el ex primer ministro japonés Shinzo Abe durante un discurso de campaña en la ciudad de Nara, en uno de los países más seguros del mundo, revivió el caso de Inejiro Asanuma, líder socialista de esa nación asiática asesinado hace más de 60 años mientras daba un discurso que posteriormente fue televisado.

Hoy prácticamente está olvidada en occidente la escena que, en su momento, dio mucho de qué hablar a nivel global: miércoles 12 de octubre de 1960, Asanuma se dirige a unas tres mil personas; en el pódium, las cámaras lo tienen en encuadre; a unos metros, atestigua el primer ministro Hayato Ikeda.

Asesinato en Tokio

Las imágenes, aún en blanco y negro, son grabadas para posteriormente retrasmitirlas a los hogares tokiotas que siguen el debate en vivo por radio en torno al papel militar de Estados Unidos en Japón. Entre los asistentes al Hibiya Public Hall hay un grupo de estudiantes radicales, de extrema derecha, que increpan al político socialista sus posturas y su cercanía con la China comunista.

No le perdonan su declaración hecha en Pekín en la que aseguró que Washington era “el enemigo compartido de China y Japón”.

Inejiro sigue con su discurso y entonces, voltea a su izquierda sin dejar de hablar, algo le ha llamado la atención. En menos de un segundo entra en la mira de la cámara de la NHK, la televisora pública japonesa, un hombre y lo ataca.

Todo es confusión, la toma se abre y se ve el escenario con decenas de hombres corriendo e intentando someter al agresor. Mientras, Asanuma se desangra, los signos van desapareciendo; al llegar al hospital es declarado muerto.

Otoya Yamaguchi, de solo 17 años, apuñaló en dos ocasiones a Asanuma, de 61 años, con un wakizashi, especie de daga y sable corto tradicional del Japón medieval, de más de 30 centímetros.

Versiones hablan que en ese momento, Yamaguchi intentó suicidarse pero la multitud se lo impidió.

Tres semanas después, el dos de noviembre, logró su objetivo al atar una sábana a una lámpara y ahorcarse. En la pared de la celda dejó un mensaje escrito con pasta dental: “siete vidas por mi país. Larga vida a Su Majestad Imperial, el Emperador”.

Así, el ultranacionalista quiso honrar a su país y a los samuráis haciendo referencia “a las últimas palabras de uno de los mejores estrategas militares de Japón, Kusunoki Masashige, mientras yacía agonizante en el campo de batalla”, señala la revista Tokyo Weekender.

Imágenes de un crimen

Esas escenas de televisión que fueron retrasmitidas infinidad de veces por la NHK, generó debate en Japón sobre el papel, peso e impacto de ese tipo de imágenes, lo que obligó a la televisora a limitar al extremo el tema de las armas y de acciones violentas.

Yasushi Nagao obtuvo el Premio Pulitzer en 1961 por captar el momento en que Yamaguchi arremete con el wakizashi contra el cuerpo de Asanuma que, impotente alza las manos a la altura de sus hombros mientras los lentes se le deslizan hacia la punta de la nariz.

En el sitio de World press photo (https://www.worldpressphoto.org/collection/photo-contest/1961/yasushi-nagao/1) puede observarse esa imagen que hoy, 62 años después, retoma gran relevancia tras el asesinato de Shinzo Abe.

ledz

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