La falta de instrumentos básicos para enfrentar la emergencia sanitaria provocada por el covid-19 también priva en el primer mundo. Nueva York, el epicentro de la pandemia con 13 mil 362 fallecidos se debate cada día entre la muerte y los milagros médicos.
Así lo narra Jaime Uribarri, doctor en el hospital Monte Sinaí, quien lamenta que un país tan rico como Estados Unidos tenga carencia de cubrebocas, guantes, batas, lentes, y demás instrumental médico.
Es originario de Chile, pero desde hace 30 años reside en Manhattan; actualmente es jefe de la unidad de diálisis y profesor en la escuela de medicina del instituto de salud.
“Los médicos, enfermeras y todo el personal clínico que atiende a los pacientes de forma directa no solo tiene que enfrentar cada día el incremento de la curva en casos y muertes, sino también las limitaciones en el tipo de equipo para tratarlo”, detalla el chileno.
En entrevista con MILENIO, recuerda que a mediados de marzo en el hospital Monte Sinaí aproximadamente 90 por ciento de los pacientes eran casos positivos, por lo cual se tuvo que hacer una reestructuración para tratar este fenómeno y evitar exponer a los pacientes que padecen otras enfermedades.
Así, áreas destinadas a la alimentación y descanso del personal clínico, además de salas de espera, poco a poco se fueron llenando de infectados y camillas para tratarlos.
El sentido de emergencia, de prisa y desesperación por salvar a un infectado que se vive en el hospital Monte Sinaí contrasta con lo desolado de las calles y sitios turísticos de la llamada Capital del Mundo.
Para Uribarri también ha sido un cambio bastante grande ver todo el turismo parado en el área de Manhattan: “Ver pocas personas en la calle, encontrarte en los supermercados con filas inmensas, pero por el espacio entre cada persona y también el shock cultural de encontrarse a todos con el uso de cubrebocas, cosa que antes solo se concebía en los países asiáticos”.
Como parte de las medidas para evitar la propagación del virus en los hospitales, la ciudad instaló nosocomios provisionales para tratar exclusivamente a los infectados de coronavirus, algunos de ellos ubicados en centros de convenciones o hipódromos dentro del área de Manhattan.
Pero no solo los hospitales e inmuebles se han adaptado por el brote de covid-19, también las dinámicas familiares. Uribarri, a pesar de que hace años ya no vive con sus hijos debido a que ya son adultos, ha limitado sus encuentros por miedo a contagiarlos.
“Una vez que tienes una profesión, si eres médico o enfermera, sencillamente no puedes decir ‘ahora no hay problema y me voy’. Tienes que enfrentarlo, si hay problemas de salud tienes que seguir funcionado, no hay vuelta al respecto” concluye Uribarri.
ledz