Alexandria Scott apoya la cabeza sobre su mano en la recepción de la sala de emergencias y espera que lo peor haya pasado después de que la variante ómicron de covid-19 arrasara su hospital en el condado de Orange, California.
Sentada en la primera línea de urgencias, Scott dice que está cansada, pero sabe que los pacientes están aún más agotados.
El condado de Orange, en el sur de California, tiene una de las tasas de hospitalización por covid-19 más altas del estado, donde los casos alcanzaron su punto máximo hace unas dos semanas.
Al igual que en los hospitales de todo el país, la variante ómicron afectó con más fuerza a la sala de emergencias del hospital Providence Mission con un número récord de pacientes.
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Se necesitan menos cuidados intensivos para esta variante menos mortal, pero sigue causando un daño pulmonar importante en los no vacunados, dicen los médicos.
El hospital de cuidados intensivos, con 504 camas, ha clasificado a los pacientes en modernas salas de emergencia y unidades de cuidados intensivos que han sido capaces de expandirse y contraerse ante las oleadas de covid-19 como pocos en el país.
El personal, mermado por las enfermedades y las dimisiones, ha recibido una paliza.
Muchos dicen que se han contagiado de covid-19 en dos ocasiones, han tenido poco tiempo para procesar cientos de muertes por coronavirus y se enfrentan a momentos de tensión con los pacientes y las familias en un condado conocido por su conservadurismo político, según una docena de médicos y enfermeras que hablaron con Reuters.
"Respondimos, pero fue abrumador, casi nos quebró a todos", dijo el médico de urgencias Jim Keany. Muchos de sus colegas, dijo Keany, están agotados, no ven el fin de la pandemia y han renunciado.
El número de pacientes de urgencias se ha estancado en un "nivel insostenible", dijo Keany, dejando a la gente esperando en camillas en los pasillos.
Alrededor de ocho de cada diez pacientes con respiradores en cuidados intensivos no están vacunados, según el Dr. Robert Goldberg, especialista en cuidados críticos de Providence Mission.
En contraste, hay una alta tasa de supervivencia de los pacientes vacunados, añadió Goldberg.
El médico menciona que le resulta difícil trabajar con familias "politizadas" que acusan a su equipo de hacer poco por los pacientes cuando él dice que se hace todo lo posible por mantenerlos vivos.
"Vemos cómo nuestros compañeros se hunden, enferman, y luego tener familias a enfrentarlos; es muy frustrante, difícil, y emocionalmente agotador", dijo Goldberg.
evr