Morir en Siria tratando de salvar a tu hermana... el horror de la guerra

Amjad Abdulá, un padre, se lleva las manos a la cabeza, fuera de sí, al ver cómo una bomba ha partido en dos el salón de su departamento y toda su vida.

Ambas no se deslizan hasta precipitarse a la calle porque un pedazo del techo ha aprisionado el cuerpo de Riham. AFP
El Mundo
Teherán /

La guerra de Siria es una concatenación de instantáneas horrendas. En la última, Amjad Abdulá, un padre, se lleva las manos a la cabeza, fuera de sí, al ver cómo una bomba ha partido en dos el salón de su departamento y toda su vida. Asmaa Naqouh, su mujer, murió en al acto. A pocos metros, una de sus hijas, Riham (cinco años), sostiene por la camiseta a Tuqa, su hermana pequeña, de solo tres.

Ambas no se deslizan hasta precipitarse a la calle porque un pedazo del techo ha aprisionado el cuerpo de Riham, que murió pocas horas después. Fatal desenlace que se repitió, más tarde, con la más pequeña.

​Ocurrió este miércoles en Ariha, en la provincia noroccidental de Idlib. Una zona que, desde principios de esta semana, está siendo pasto de los bombardeos aéreos de las fuerzas gubernamentales.

"El padre ha perdido el habla. Sólo solloza", explica Bashar Sheij, el autor del video que muestra aquel horror.

Según dice, la familia Abdulá se había mudado a Ariha por culpa de la guerra. "Son originarios de Yabal Zawiya, a las afueras de Idlib, de donde se fueron huyendo de los bombardeos".

No fue suficiente, como tampoco lo ha sido para Nur, una joven universitaria que hace medio mes tuvo que irse de Kafranbel, su población natal, para recalar en Binnish, más al norte.

Creía que la ofensiva oficialista, para arrebatar a una amalgama de fuerzas opositoras el control de su último bastión en Siria, no llegaría a su nuevo hogar. Se equivocó:

"Hay días en que la cadencia de los bombardeos es salvaje. Lo peor es que mi padre se ha tenido que quedar en Kafranbel para evitar robos en casa", lamenta.

La ONU condena el silencio internacional

Más de cien personas, entre ellas 26 niños, han muerto en los últimos días en Idlib y alrededores, bajo bombardeos oficialistas que, según denuncian testigos, castigan a la población civil para ponerla en contra de los milicianos, dominados por fuerzas extremistas religiosas.

Esta ofensiva, que sigue a la campaña iniciada el pasado abril para acabar con la oposición armada, es la respuesta a un intento reciente, por parte de los alzados, de penetrar en la provincia costera de Lataquía con ataques que también se cobraron vidas inocentes.

La ONU condena el silencio internacional y la "aparente indiferencia internacional", en palabras de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet.

Bachelet recordaba hoy que desde 2011 han muerto "cientos de niños, mujeres y hombres, tantos que no es posible dar una estimación creíble de la cantidad", y que la respuesta "parece ser un encogimiento de hombros colectivo".

"Es un fracaso del liderazgo por parte de las naciones más poderosas del mundo, lo que resulta en una tragedia enorme", afirmó Bachelet.

Esta semana comenzó con bombardeos aéreos sobre un mercado y un área residencial de la localidad de Marat al Numan, que acabaron con al menos 50 civiles muertos y docenas de heridos.

Otras poblaciones cercanas, como Ariha, Kafr Zita y Jan Sheijun también sufrieron el embate de los aviones sirios y rusos. Sólo el lunes murieron ocho niños. Save the Children alertó que en las últimas cuatro semanas han muerto en Siria más niños (33) que en todo el año 2018 (31).

"La situación actual en Idlib es una pesadilla. Las heridas que estamos observando son horripilantes. Está claro, una vez más, que los niños están muriendo en ataques indiscriminados", denuncia Sonia Khush, responsable del programa para Siria de Save the Children.
"Los bombardeos son implacables. Es como si todas las partes hubieran dejado de combatir entre ellas para empezar a combatir contra los civiles", critica Ahmad, un testigo recogido por esta ONG.

Desde el comienzo de la última operación de las fuerzas leales al gobierno del presidente Bashar Asad, se han registrado más de 600 muertos en Idlib. Cientos de miles se han visto forzados a desplazarse, según el Observatorio Sirio para los DDHH.

Todo esto a pesar de la mesa de negociación de Astana, un proceso impulsado por Rusia y Turquía para fomentar un alto al fuego en Idlib que hoy es, a todas luces, inexistente. Ni el bando de Asad, ni la principal brigada opositora han cumplido con la tregua.

"Los ataques indiscriminados y la destrucción de las infraestructuras civiles no pueden justificarse bajo ninguna circunstancia. La Unión Europea recuerda que todas las partes en el conflicto están obligadas a respetar el derecho internacional humanitario y a garantizar el acceso humanitario sin trabas a todas las personas necesitadas", reza el último comunicado del Grupo de Acción Externa de la Unión Europea.

Llamadas que nadie escucha porque el fragor mortífero de la guerra no lo permite.

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